no one else › kookmin au

08

Jungkook estaba desesperado.

Sentía como su corazón se desgarraba ante la sola idea de ya no poder ver más a Jimin, no podía permitirlo, no quería dejarle y volver a su maldita rutina, aquella que odiaba desde hace tanto tiempo. No quería volver a estar solo. No después de haber tenido la compañía de Jimin.

Sabía que debía alejarse. Que ambos estaban en peligro, terminarían muertos si seguían viéndose, pero no estaba dispuesto a ser un cobarde. No dejaría de lado lo que tanto había anhelado por algo tan simple como el miedo.

Por ello primero tenía que convencer a Jimin, nada había sido planeado pero el chico había creado un escudo a su alrededor que parecía imposible de derrumbar.

Llevaba días buscándolo, iba a su casa, al bar que solía frecuentar pero simplemente parecía que Park Jimin jamás había existido.

¿Qué debía hacer? No tenía idea de donde más buscar y tampoco podía recurrir a nadie. Estaba solo en esto.

— ¿Hyung? — un chico delgado y alto se acercó a el, rapidamente lo reconoció como el hermano menor de Jimin. Este le regaló una suave sonrisa al estar más cerca. — no estaba seguro si era usted.

— Hola dae. — le saluda. — ¿Cómo estás?

— Bien, algo apurado. Jimin Hyung vuelve hoy y quiero prepararle una pequeña sorpresa. — habla con entusiasmo reflejado en sus facciones ligeramente infantiles. — hoy es su cumpleaños.

— ¿De verdad? ¿Quieres que te ayude?

— ¡Claro! A Hyung le gustará verlo.

Sin decir más ambos se encaminan hacía la tienda más cercana para comprar todo lo necesario. El pequeño Park no pensaba hacer algo grande, había ahorrado un poco del dinero que Jimin duele darle y con ello le compró un hermoso collar que sabía, su hermano amaría. Pero le había sobrado muy poco dinero así que con suerte alcanzaría un poco de ramen y un pastel pequeño para los tres.

— ¿Solo llevarás eso? — Jeon cuestiona sorprendido. Eran pocas cosas para celebrar un cumpleaños.

— Es que... Gasté parte del dinero que ahorre para el regalo de Hyung. — el menor tenía las mejillas sonrojadas de la vergüenza. Seguramente el amigo de su hermano pensaría que es patético.

— Lleva lo que le guste a Jimin, yo lo pago.

— No Hyung, como cree. No puedo permitirlo. Con esto es suficiente. — afirma seguro. — Minie Hyung dice que la intención es lo que cuenta.

— Y tiene razón, pero déjame pagar ¿Si? Jimin se merece lo mejor, así que tú y yo le daremos lo mejor.