Estabas escuchando...

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Loid disfrutaba ver a su esposa a su lado descansando. Su figura dormida le traía paz, sus ojos cerrados con suavidad, sus labios ligeramente abiertos, su cuerpo descansa sobre él con la cabeza clavada en su hombro izquierdo mientras él peina su cabello en una trenza para que no se le enrede mientras duerme. Saber que ella tiene la confianza para dormir plácidamente sobre él lo es todo.

Y aun así, no podía apartar los pensamientos de su cabeza. Ella confía en él, lo dijo explícitamente hace unos días cuando estaban besándose más allá de la boca, probando piel con los labios, masajeando carne con las manos y ella susurro en su oído: confío en ti.

Quería detenerse, dejar de besarla o tocarla. Porque no tenía ningún derecho en merecer esa confianza que ella estaba dando. Nada, porque sabe que las ha usado por meses, ahora no es así, pero antes. Antes de estos sentimientos, se sentía natural usarlas por el bien de su misión, en cambio ahora... amar a estas dos personas se sentía natural, pero sabía que no merecía esa confianza. Y aun así, continuo besándola, tocando y haciendo el amor con ella. Aunque no lo mereciera.

Cubrió em frío cuerpo de Yor con la manta acariciando su cabeza con la yema de los dedos muy suavemente asegurándose de no despertarla de su sueño. La luz de la luna entraba por la ventana, alumbrado el cuerpo de Yor y su rostro.
La amaba. Dios, no había nada que no quisiera de ella, hasta lo malo ama porque todo hace que sea ella misma. La única mujer que pudo llegar a su corazón, plantarse ahí. La única que puede declararse dueña de su corazón.

Sin embargo Yor...

Ella no sabía que él la ama, lo cree. Pero no lo escucho de su voz, lo escucho de Anya.

Papá te ama.

Fue lo que dijo la pequeña. No era como que Yor podía asegurar que él no la amara. Él la cuida, le da flores, la besa... La acaricia entre otras cosas. Pero más que nada desea escuchar esas palabras de sus labios. Necesita escuchar que él lo mucho que la ama. Porque han pasado seis meses. Seis meses desde que empezaron con su relación... Él la ha visto entera, sus cicatrices y otras marcas, sabe cómo llora o como ríe, lo que odia y lo que le gusta.

Ella le ha dicho que lo ama. Esta segura que lo hizo dos veces al menos. Necesita escuchar esas palabras, porque quiere llorar cada que él no lo hace, quiere darle espacio... Alejarse. Rendirse. Lo que pasa por su cabeza es eso. Qué no la ama, que ella nunca será su esposa, que nunca amara a nadie como amó a su primera esposa, la madre de Anya, la mujer que él amó.

—Soy un imbécil Yor —susurró sujetando su rostro.

Loid cree que ella duerme.
Ella estaba dormida, pero se despertó suavemente cuando escucho la voz de él. Así que se queda con los ojos cerrados y los labios ligeramente separados.
Mientras que él la baja de su cuerpo, para dejarla en la cama, acostada con cuidado, pero no aparta la mano de su mejilla.

—Nunca debí besarte como si fueras mía —declaró él y el corazón de Yor estalló.

No me ama. Repitió en su cabeza.

—Ojala tuviera un deseo... pediría ser una mejor persona para ti... Si supieras la verdad nunca me perdonarías... Y espero que no lo hagas. Porque no merezco nada de esto —susurró acariciando el rostro de Yor.

Su pecho dolió, como si fuera a tener un infarto por decir esas palabras en voz alta. Twilight nunca se había sentido así, tanto amor que dolía. Amarla lastimaba... Amarla lo hacía sentirse mal consigo mismo.

—Todo lo que hago es lastimar gente... Y no quiero lastimarte Yor, tampoco a Anya. Pero es lo que soy.

Un espía. Lo pensó pero no pudo decirlo, como si quisiera rechazar el hecho de lo que ha sido un buen tiempo de su vida.

Twiyor Valentine Week.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora