Febrero

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25 de febrero

Hoy es el día.

El día en el que acepto esa salida y empiezo a conocer a mis compañeros de carrera. Realmente no tengo ni la menor idea de lo que estoy haciendo, no sé ni cómo sostener una conversación fuera de respuestas monosílabas. Tengo los nervios de punta y la ansiedad comienza a salir a flote. Parecía un panda con las ojeras más profundas que el Océano Pacífico por no dormir en más de 24hrs. Mirando mi reflejo mientras esperaba el mensaje de mi amigo, un chico alto de cabello oscuro y ojos marrones expresivos, de largas pestañas, que pasaría por mi para llevarme al apartamento en el que luego terminaría viviendo meses más tarde, pero eso ya será cuento para después.

—¡Mierda! -- Me espanté por completo en el momento es que mi teléfono sonó.

"ya estoy abajo para que salgas"

Mi plan de socializar se iba al piso si me moría primero.

Bajé rápidamente el ascensor, al punto en que casi dejo las llaves en la mesa antes de salir.
El trayecto fue más corto de lo que pensé, solo a unos cuantos metros girando a la derecha.

Mi mente era un caos total, pero aparentemente me notaba tranquila, era la oportunidad perfecta para salir de mi zona de confort, o tan si quiera pasar un buen rato, después de estar esclavizada haciendo planos y otras cosas que me duele la cabeza recordar.
Aunque mi amigo se la pasó hablando de camino al apartamento, yo solo podía mecanizar cómo saludar, presentarme, decir mi nombre, y todo eso sin balbucear.
Eran eso de las 9hrs cuando estábamos de pie a la puerta esperando a que alguien nos abriese, y claramente cómo persona introvertida que soy, me paré detrás de mi amigo Juan tratando de no hacerme notar. Lo primero que veo cuando abren la puerta es a un chico de cabello castaño oscuro con algunos reflejos rubios, con una mirada penetrante que se ocultaba detrás de sus lentes, tenía una beisbolera negra un tanto abierta dejando a la vista el tatuaje de su pecho, unos joggers de un verde opaco que por alguna razón, le quedaban extremadamente bien. Se veía un tanto mayor a los demás, a pesar de no serlo. Aquel en el fondo de la sala, fija su mirada en mí tratando de lucir intimidante y sin dejar pasar un segundo más, lo miro de la misma forma, incluso peor, que se creía.
Posteriormente nos presentamos, todos estaban hablando de cómo la habían pasado en su semana de inducción, anécdotas del colegio, y un par de trabajos que nos habían costado media vida y un cuarto de nuestra estabilidad. Disfrutaba de sencillamente escuchar, ya era mucho estar allí, ni loca pensaría en hablar, no podría, sencillamente no. Pero eso cambiaria y no lo podía creer.

—¡Hey! Tú eres Khaterine...no? —Dijo el chico de cabello ondulado mientras se sentaba a mi lado en aquel sillón negro.
Inmediatamente me volví hacia él y en un tono amable le respondí que sí, y antes que pudiese decir algo más me interrumpió.
—Me llamo Anthony... — Podría jurar que iba a decir algo más pero se quedó en silencio, ambos permanecimos así por un rato, fue un silencio breve y para nada incómodo.
Y sin darme cuenta comenzamos a hablar sin parar, y cuando digo sin parar, es demasiado literal, no sé en que momento empecé a platicarle sobre mi ex tóxica, mis traumas, mi mayor traición familiar y la razón por la cual hablo tan poco. Quizás había perdido la cabeza por completo. Hablar con él se sentía como si nos conociéramos de toda la vida, me sentía segura, y que no me iba a juzgar.

Ya era media noche y Juan se tenía que ir. Yo sinceramente me sentía demasiado bien que no quería hacerlo, pero el había quedado de llevarme devuelta a mi apartamento, así que debía irme con él.
Cuando comenzaba a párame y recoger mi bolso, escucho a lo lejos alguien que dice:

— No te preocupes, nosotros la acompañamos luego. — Era Anthony. Y sin pensarlo dos veces dije que si y me quedé unas horas más.
La única persona con la que había hablado estos días era Juan y se acaba de ir, ahora literalmente solo éramos Anthony y yo, y eso me ponía algo nerviosa, pero al mismo tiempo tranquila.

MIS CONVERSACIONES AL AIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora