capítulo 2

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Cuando Izuku despertó al día siguiente las lágrimas volvieron a caer de sus ojos esmeraldas. Los recuerdos de la noche anterior volvieron como un doloroso remolino disipando la nube del sueño: La exquisita cena, sus amigos alrededor de la mesa disfrutando un dulce ambiente cargado de frivolidad, la firme voz de Shoto pidiéndole el divorcio y él durmiendo solo en una cama fría. Su amado alfa, el único que había amado desde los 16 años, el padre de su hijo, le confesó que le había sido infiel, y no solo eso ¡se enamoró de esa Omega! Pensaba divorciarse de él para irse con ella. Quizás hasta pensaban casarse más adelante. Eso lo mataría.

Izuku se quitó la ropa y tomó una ducha. Después se puso un simple pantalón deportivo gris y una camisa blanca de algodón; no peinó sus rizos verdes, tampoco se puso sus aretes de perla favoritos que Shoto le había regalado en su cumpleaños. Al mirar por la ventana vió que el día estaba soleado y hermoso, Izuku deseó que lloviera, que hubiera una tormenta, algo que reflejara cómo se sentía por dentro.

Bajó a la cocina encontrando ahí a Shoto, tan impecable usando un pantalón beige y una camiseta roja haciendo juego con su cabello bicolor blanco y rojo (una característica genética, igual que sus ojos heterocromáticos, algo que siempre le pareció atractivo). Estaba haciendo café en silencio, al parecer Sora todavía no se despertaba. Bien, eso le daría unos minutos de ventaja para tomar fuerzas. Izuku se acercó sin mirar al alfa y tomó una taza de delicioso café caliente, le encanta ese aroma. Apenas tomó un sorbo cuando se dió cuenta de las dos maletas que estaban en el suelo cerca de la puerta de la cocina.
Todo parecía tan absurdo. Apenas ayer Izuku pensaba en lo dichoso que era, que su vida no podía ser más perfecta. Ahora estaba hecho pedazos. Izuku tomó otro par de sorbos de café antes de mirar a su esposo a los ojos. Shoto se veía tan atractivo, tan decidido y más distante que nunca.

-Una parte de mi quiere suplicarte que lo pienses de nuevo, estoy seguro de que podríamos arreglar nuestro matrimonio.  Y otra parte de mi quiere golpearte hasta cansarme, pero no lo haré porque nuestro hijo está arriba. Y parece que, no importa lo que yo diga, no cambiarás de opinión ¿verdad?

-No.

-Bien. Entonces lo acepto. Nos divorciaremos. Tu querida Momo debe ser realmente buena en la cama para hacerte enloquecer y que tires 20 años de matrimonio a la basura. Vaya. -Izuku rió sin ganas, tomó un poco más de café para tragar ese nudo en la garganta y las ganas de llorar.

Shoto ignoró sus provocaciones, Izuku era el Omega más dulce que ha conocido, sabe que era su dolor hablando.

-Te llamaré después para ajustar los detalles. Está bien si quieres un abogado de mi bufet. Izu... ¿puedes decirle a Sora?

Izuku asintió al tiempo que dejaba su taza; lo miró para memorizar la figura de su esposo ahí en la cocina por última vez. El lugar estaba lleno de su aroma mezclado con el aroma a café. Él estaba tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Shoto tomó sus maletas y dejó la llave de la casa sobre la mesa.

-Adiós Izuku. Y de nuevo, lo siento mucho. Deseo que seas feliz. -Shoto fue hacia la puerta y se fue.

Izuku no se movió hasta que escuchó su auto alejarse de la casa. Entonces volvió a tomar su taza, pero ésta resbaló de su mano y se rompió en el suelo. El Omega no reaccionó al momento, solo miró la taza hecha trizas en el suelo. Un momento después Izuku también cayó de rodillas al suelo y empezó a llorar con todas sus fuerzas. La cocina se llenó de un fuerte aroma agrio y ácido de manzanas fermentadas.
El aroma a Omega devastado subió hasta la habitación de Sora, quien despertó un poco sobresaltado por las feromonas, su cabeza palpitaba por todo el alcohol que ingirió anoche. El muchacho se levantó y al bajar las escaleras escuchó a su madre llorar.

Omega divorciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora