🍃二🍃

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Tren hacia Sunagakure, 21:45

Carta 11

Tendremos que hacer una parada en Suna, serán unas cuantas horas, aunque tendré que pasar a saludar a mis tíos o sino mamá me mandará a volar con su abanico por no visitar a mi familia.

Estoy ansioso y tengo miedo, es un fastidio.
Deseo con todo el corazón encontrarte por casualidad, chocar contigo, verte en alguna calle o alguna tienda, quizá encontrarte en el almuerzo comiendo en algún lugar.

Odio admitirlo, pero si pasara eso no sé qué haría, no sé qué diría o como reaccionarias. Temo que me digas algo, que me vayas a rechazar, o tal vez que me ignores y me dediques esa sonrisa falsa dándome a entender que ya no me necesitas.

Temo que me hayas superado.

Temo que ya no me necesites.

Temo que me hayas olvidado.

Respiró hondo cerrando sus ojos.
Esto era un fastidio, sentía un dolor de estómago tremendo, ni siquiera quiso comer porque tenía ganas de vomitar solo de la ansiedad que sentía al imaginar una situación con Inojin.

Sunagakure, Estación de trenes, 01:40

El lugar era un completo caos, había llegado el ANBU como primera escolta del equipo de Shinki, claramente llegaría el Kazekage con intención de cerciorarse del estado de su hijo, al igual que Kankuro.

El tren ya estaba llegando a su destino, Shinki fue el primero en pararse, observando a la chica quien sostenía los pergaminos enviados por el señor feudal, se veía tranquila, sin embargo ella no era su preocupación.

Sus ojos amazonitas se fijaron en el rubio sentado a unos metros de ellos, su cabello con sangre seca al igual que su ropa, y sus guantes estaban tirados en el piso como si intentara olvidar así la sangre que se encontraba en ellos, quería deshacerse de esa sensación de sangre en sus manos, de muerte.

Un suspiro pesado se escapó de entre sus labios, miro el piso ensangrentado y el cuerpo en el extremo del vagón. Lo había llevado allí apenas notó que el Yamanaka entró en estado de shock.

Hace una hora aproximadamente habían atacado el tren en un intento de robar los pergaminos y aquella caja que el señor feudal les había confiado.

Era un grupo pequeño, pero había mucha gente en ese vagón como para poder moverse libremente.

Inojin era bastante hábil esquivando, había practicado bastante con Sakura ya que lo principal para un ninja médico era esquivar los ataques con el fin de mantenerse en pie, sin embargo el rubio era mucho más osado y atacaba cuando podía con sus pergaminos mientras detenía golpes y armas con el tantō.

Yodo por su parte se encargó guardar los pergaminos, escapó fuera del vagón por la ventana y con su cabello enviaba ondas lo suficientemente fuertes para hacer perder el equilibrio a los que intentaban alcanzarla desde arriba. Estaba seguro que algunos murieron con la caída del tren a máxima velocidad, no obstante provocar eso no se sentía tan terrible como lo que hizo el Yamanaka.

Inojin hubiera seguido esquivando y resguardando el vagón para que la gente no saliera herida, sino fuera porque Shinki tuvo que preocuparse por la chica que se vio en un momento colgando por el borde del techo o mejor dicho una sustitución de Yodo para hacer que perdiera la concentración y así poder robar aquel cofre que mantenía el castaño.

Las siguientes escenas fueron muy rápidas para Shinki y demasiado lentas para el rubio, uno de los enmascarados corrió donde el castaño mientras usaba el elemento cristal con la arena de Shinki, convirtiendo cada pequeño grano de hierro en cristal, para así entorpecer  sus movimientos y de paso limitar la defensa de este. Inojin, reaccionando por mero instinto a los entrenamientos con su padre, se interpuso fijando el tantō en aquel punto vital que tanto evitaba en situaciones normales, sujetando la muñeca del chico para desviar la herida fatal dirigida al de Suna.

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora