IRRESPONSABLE [ +18 ] ㅡ Paredes X Dybala

10.

Advertencia: Capítulo con escenas explícitas, ah.
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Las manos de Paulo no eran muy grandes como las suyas, se veían particularmente pequeñas sobre sus gruesos muslos, pero eso no cambiaba que el chico con solo tocar su piel parecía que lo prendía fuego. En qué momento fue, no sabe, pero el chico de ojos verdes ya había mandado al carajo el short de Paredes, y ahora colaba la punta de sus dedos por debajo de las piernas del ajustado bóxer. Murmuraba cosas que el de Juventus no entendía, pero por su sonrisa, estaba seguro que Paulo hablaba acerca de su miembro que estaba demasiado despierto, demasiado hinchado y demasiado ansioso de hundirse en la boca tibia del omega.

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──Tengo las expectativas por las nubes ──había comentado Dybala divertido, y Paredes lo agarró por la nuca empujándolo contra su entrepierna──. Pará, me vas a matar.

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Y soltó una carcajada. Leandro mordió su labio inferior y se deslizó por el colchón hasta quedar sentado en la orilla de la cama, llamando al otro para que se acercara y Paulo sin pensarlo demasiado se bajó para dejarse caer de rodillas frente al cuerpo impropio. El más alto al ver la acción, le pasó una almohada para que descansara bajo las rodillas del delantero, queriendo evitar que se lastime o deje marcas en las mismas. Dybala estaba tan emocionado que acomodó rápido el objeto suave bajo suyo, para ahora sí dejar que su atención completa se centrara en la entrepierna ajena.

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──Me gusta.

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Dijo contra el bulto duro, sus labios lo rozaron y Leandro sintió el aliento cálido atravesando la delgada tela. Gimió.

Dybala volvió deslizar sus dedos por debajo del bóxer y empezó dejar besos sobre la erección todavía escondida, torturando a su menor. Depositó varios besos cortos, contento porque ya podía percibir lo que se iba a comer, entonces su lengua empezó a trazar un camino por el largo del notable pedazo de carne, la tela por la humedad se hacía trasparente y Paulo gimió al ver un poco más de la verga de su compañero.

Paredes soltaba suspiros largos, con sus ojos azules clavados en las acciones del más bajo. En un momento Paulo lo dejó de torturar y enganchó sus dedos del elástico del bóxer, ansioso de liberar la erección que era apresada salvajemente por ese pedazo de tela elastizada y por demás ajustada. Fue bajando lento la prenda y mordió su labio inferior cuando ya pudo ver la brillosa punta asomarse, era bastante grandota así que Paulo no hizo más suspenso y le bajó todo de una. El miembro liberado saltó y golpeó la colorada mejilla del cordobés. Ambos gimieron, Leandro por el alivio de ser liberado y Dybala por ver semejante bestia, como minutos atrás lo había pensado.