CAPITULO VIII. LA LLORONA

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Gabriel y Victor acordaron hablar al día siguiente. Mientras tanto, el regreso al hospital. 

Pero al llegar a la cama de Maria se percato de que ella no esta ahí. Ni tampoco Guadalupe ni Valentina y Georgina.

Acudió con una enfermera y le suplico que le diera noticias sobre Maria:

-Ahora mismo le están haciendo un estudio de sangre. Ha tenido otro incidente.

-Volvió a vomitar sangre.

-Si así es.

-¿Y donde están sus hermanas?

-Una mujer mayor dijo que las llevaría de vuelta a la terminal de autobuses.

-¿Hace cuanto tiempo paso?

-Como dos horas.

Gabriel le rogó a la enferma que lo llevara con Maria, pero esta se negó por completo y le rogó que esperara.

Luego de largas horas que fueron interminables para Gabriel, la enfermera apareció y le comento que Maria había vuelto a su cama.

El corrió a verla y se lleno de angustia al ver que su piel estaba blanca como la leche, sus venas azuladas resaltaban por la mayoría de su rostro y de sus brazos.

Gabriel se acerco hacia su esposa y trato de animarla un poco.

-Princesa. ¿Como te sientes?

-Gabriel...- dijo con dificultad.

-Descuida cariño, estarás bien.

-¿Por que cielo?

-Que cosa princesa, no entiendo.

-¿Por que no me dijiste lo que tenia?

Gabriel guardo silencio, ni siquiera quería responder. Pero dijo enseguida:

-¿Te lo dijeron?

-Si. ¿Por que Gabriel?

-Cariño, no quería que...

-Ahora ni siquiera puedes hablarme con la verdad- dijo molesta.

-Amor, no quería que te sintieras mal.

-¡Tu no sabes como me siento!

-Cariño, voy a hacer todo lo posible para que estés bien.

-¡¿Por que no me dijiste nada?!

-Princesa, perdóname.

-Todo este tiempo lo sabias...sabias que voy a morir

Al pronuncia la ultima palabra se lleno de lagrimas y grito con desesperación, cuando la enfermera escucho sus gritos corrió hacia su cama y preparo de inmediato un calmante que velozmente inyecto sobre su antebrazo.

Maria cayo en un sueño profundo y su respiración volvió a la normalidad.

-Dormirá por un rato.

La enfermera salio del cuarto y Gabriel con el corazón completamente adolorido, hundió sus ojos con unas cuantas lagrimas.

No se alejo de su lado. Tomo asiento y acariciaba su cabellera, que desafortunadamente comenzaba a caerse.

Guadalupe finalmente apareció.

-Perdón la tardanza.

-¿Donde están Valentina y Georgina?

-Tuvieron que irse. No lo creerá, pero el señor Cataño supo que vinieron hacia acá.

-¿Y que paso?

-Las lleve a la terminal. Y se fueron enseguida a casa. Cuando estaba por volver al hospital me encontré con el señor Cataño y tuve una conversación muy seria con el.

MÉXICO MÁGICO  I. LA LAGRIMA DE LA LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora