CAPITULO VII. EL TREN

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10 de Enero de 1949

Habia pasado unas cuantas horas desde que Gabriel enfrento a un nahual a las afueras del teatro de Bellas Artes a muy altas horas de la madrugada. Y justo en el momento que había terminado de derrotar a la criatura y volvió a casa, Guadalupe lo recibió con una buena noticia. Maria había despertado del coma.

Gabriel se encamino al hospital y lleno de alborozo y con el borde sus ojos llenos de lagrimas cargados de alegría fue a buscar a su esposa.

Al llegas a su cama donde estaba recostada, la vio despierta. El aparato que tenia dentro de su garganta la habían retirado y la piel pálida de su rostro volvía a recuperar color.

Gabriel tomo asiento a un lado de ella, sujeto su mano y beso su piel incontables beses.

-¡Dios mio! Despertaste, te amo, te amo, te amo, te amo ¡Te amo!

-Gabriel- comento sofocada.

-Mi amor, te extrañe mucho. Extrañaba ver tus deslumbrantes ojos.

-No recuerdo nada. ¿Como llegue aquí?

-Eso ya no importa cariño, gracias al cielo estas aquí y has despertado.

-¿Cuanto tiempo llevo dormida?

-Bastante tiempo. Sabes, creí que no ibas a despertar.

-¡Santo dios!- dijo Maria con agonía- ¿Por que pasa esto?

-Descuida cariño, estarás bien.

-¿Como esta Guadalupe?

-Ella esta bien. Solo, un poco cansada.

-¿Cansada?

-Si ella ha cuidado mucho de ti.

-¿Donde estabas tu?

-En el trabajo preciosa- mintió.

-¿Y que trabajo es?

-Si te lo dijera no lo creerías.

-Espero que no estés en malos pasos cariño.

-No cielo. No es nada malo. Al contrario, me atrevo a decir que he ayudado a muchos.

-¿De verdad?

-Si. Ayudo a personas.

-¿Que es lo que haces?- dijo entusiasmada.

-Bueno se podria decir que salvo la vida de las personas.

-¿Eres un policía?- dijo Maria bromeando.

-Si princesa. Eso soy.

-Es...estupendo.

-Si, un poco.

-¿Un poco?

-Ya sabes, he visto a...gente mala.

-¿Malos?

-Si cariño.

-No dejes que eso te afecte mi amor, eres mas valiente de lo que crees.

-¿En serio lo crees?

-Por supuesto que si- dijo Maria sujetando con ternura el rostro de Gabriel.

Gabriel no pudo contenerse y de nueva cuenta sujeto la mano de Maria y la lleno de besos.

-Te amo tanto.

-Igual yo.

Un joven doctor apareció, de cabello castaño y gafas rectangulares. Usaba una bata de color azul celeste y unos pantalones blancos.

MÉXICO MÁGICO  I. LA LAGRIMA DE LA LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora