CAPITULO X. LA LAGRIMA

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Mayo 17 de 1949

Ahí estaba otra vez Gabriel, recostado sobre la camilla bajo los cuidados de la enfermera Zeltzin.

Quien estaba sumamente concentrada en tratar en que Gabriel se recuperara lo mas pronto posible. Cada cuatro horas, le daba unas cuantas gotas de agua de rosas y romero triturado para aliviar su fiebre.

Fue cuando al dar las ocho de la noche, Gabriel logro despertar de su sueño largo e inesperado.

Miro a su alrededor y le costo mucho creer que estaba de vuelta en la enfermería.

Pero lo que mas le sorprendió fue ver a su amigo Victor sentado en una pequeña silla de madera con los brazos cruzados.

-¿Que paso?

-Y todavía lo preguntas maldito cabrón.

-No recuerdo.

-¡No me vengas con mamadas! ¿Por que fuiste a buscarla?

-Yo...

-¡¿Por que fuiste a buscarla!?

-Por que me urge esa lagrima, debo conseguirla.

-Y jamas la vas a conseguir si sigues siendo tan desobediente.

-Lo lamento.

-¡Eres un maldito! Dejaste a tu guía espiritual herido. Agradece que nunca me quito el medallon  o jamas te hubiera escuchado.

-¿Como esta Jesús?

-El esta bien, claro que esta bajo cuidados.

-Lo lamento.

-Eso no basta. Pusiste tu vida en peligro una vez mas, abandonaste a tu alebrije estando herido.

-¡Lo lamento enserio!

-Realmente te pasaste de la raya.

-Creí que lo conseguiría.

-Pues debiste pensarlo. Para enfrentarte con ella necesitas los tapones. ¿Por que no los usaste?

-Se me olvido pedírselos a Tonali.

-¡Eres un estúpido!- dijo Victor colocándose una mano sobre la frente.

-¿Puedo ir a ver a Jesús?

-Primero debo llamar a Zeltzin. Aguarda aquí.

Victor salio a buscar a la enfermera Zeltzin, luego de unos minutos el regreso junto con la bella mujer.

-¿Como te encuentras?

-Mucho mejor.

-Realmente me sorprendes, dos veces en tan poco tiempo enfrentándote con la llorona es todo una locura.

-Quizás si estoy loco- reprimió Gabriel

-Bueno, veamos como estas.

Zeltzin le pidió que se pusiera de pie, Gabriel pudo caminar perfectamente sin tener ni un problema. Solo que ahora tenia una desventaja, le costaba trabajo tomar aire y exhalarla por la nariz.

Zeltzin enseguida tomo un molcajete y trituro unas hojas medicinales, agrego agua de rosas y una pizca de sal.

Y aunque tenia un sabor extraño, Gabriel comenzó a sentirse mucho mejor.

-Disculpe.

-¿Si?

-Puedo ir a ver a mi alebrije.

-¿La hermosa águila?

MÉXICO MÁGICO  I. LA LAGRIMA DE LA LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora