Es difícil escoger entre la luz y la oscuridad en tiempos tan inestables.
Bloom se marchó al reino de la Ocuridad ignorante de lo que se encontraría allí. Mientras ella se adentra en un lugar totalmente olvidado por el Otro Mundo, a lo que cada día...
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Ciudad de Solaria, Reino de Solaria
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—¿Qué haces aquí?—preguntó con un hilo de voz.
Stella ya no estaba dispuesta a atacar, aunque sus esferas de luz seguían invocadas.
Beatrix sentía cómo contenía la respiración ahora que estaba entablando una conversación con ella.
—Busco a Nyx, pero aquí no está así que seguiré buscando. . .—murmuró.
La rubia aún la miraba asombrada, como si estuviese viendo un fantasma.
Y la castaña al ver que no reaccionaba, decidió dar media vuelta.
Cuando estuvo a punto de atravesar la puerta que la conducía al interior del palacio, frenó en seco al escuchar de nuevo la voz de la rubia tras ella.
—¡¿De verdad?! ¡Te marchas otra vez, sin más!—exclamó la princesa.
Una vez reaccionó de la impresión de verla ante suyo, corrió tras ella.
Beatrix suspiró cansada para girar sobre sus talones y verla.
La expresión de la rubia reflejaba rabia.—Vuelves a la vida, no te dignas en decírmelo por lo que me entero por medio de mi mejor amiga. . .—hizo una pausa, ya que su voz se estaba quebrando.—Y ahora no eres capaz ni siquiera de mirarme a los ojos o decirme. . .
—¿Qué quieres de mí, Stella?—la interrumpió ella.
Ésto hizo que la rubia tragara saliva, ya que era una buena pregunta.
Pero no podía decirle así como así que estaba locamente enamorada de ella, y que se dió cuenta el día en que la vió tirada en el suelo envuelta por un charco de sangre.
—Creo que me merezco una explicación.
Beatrix desvió su mirada hacia otra parte.—Y te la mereces.
—¿Entonces?—inquirió de nuevo, casi suplicante.
La chica se quedó en silencio, no sabía qué decirle y cómo explicarle el verdadero motivo por el que no quiso volver a su vida.
