CAPÍTULO 13. UN VISTAZO HACIA EL PASADO

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Primera parte

—Abuela, hoy nos hablalon sobe los Destino —comentaba un chiquillo de 5 años mientras arrancaba la mala hierba del huerto de tomates de su abuela materna—. La maesta dijo que todos los omegas y alfas tenían uno. Abuela, Daniel es omega, así que Daniel debe tene un Destino. Pelo la maesta dice que solo hay uno en el mundo, y el mundo es muy rrande abuela —extendió los brazos a los lados mirando a su abuela para que entendiera su temor—. ¿Y si el mío piensa que estoy con los pinuinos? ¿O se pielde en las pilamides? ¿Y si mi papá no lo deja veme? —los ojos del pequeño se humedecieron por el miedo y la tristeza—. Daniel estalía muy tiste abuela.

La abuela, enternecida, se rió de las ocurrencias de su nieto. Esas historias de los Destino aún eran cotilleos o leyendas de las escuelas y entre los ancianos. Sin embargo, actualmente muy pocos se encontraban o creían que realmente existían, porque, así como él lo dijo, es muy difícil que dos personas en un mundo tan grande, terminen encontrándose. De hecho, se creía que eran almas unidas por los mismos dioses que se complementaban entre ellas. Más que dependencia, era una necesidad por sentirse comprendidos y valorados por quienes comparten algo más profundo que un simple lazo entre alfa y omega, o de dos personas que se gustan y expresan su amor. Ahora bien, tampoco consideraba que eso fuera del todo malo.

—Hace muchos años, mijo, existían dos jóvenes enamorados; una dama con una reputación y joyas impecables, y un siervo que trabajaba en su casa. Ambos, sabían que estaban enlazados por eso a lo que llamas Destino, pero el padre de la dama, jamás permitiría que estuviera casada con un vulgar campesino, aunque en ese tiempo significara respetar las decisiones de los dioses el casarse con su Destino —la abuela le sostuvo en sus regazo, mientras dibujaba un rostro en la tierra con un simple palo de madera—. A ellos no les importaba. Se buscaban, se besaban a escondidas, se abrazaban cuando nadie les veía, y planearon escaparse juntos de aquella casa. Tanto planear —alargó en un suspiro—, fueron largos días donde recogían alimentos e imaginaban el mejor lugar para quedarse a vivir juntos, lejos. Hasta se preocuparon porque dicho lugar tuviera una linda iglesia donde casarse, y una escuela, así fuera pequeña, para que sus hijos recibieran una buena educación.

»Finalmente, llegó el día. Era de noche, las hojas de los árboles se mecían por el frío que calaba en los huesos de los pobres. Todo estaba preparado, las bolsas, la comida, sus corazones brincando de emoción. Sin embargo, un delator, la mejor amiga de la dama, fue la condena para su amor. Cuando los jóvenes corrían por el bosque, una imperceptible flecha alcanzó al joven, justo atravesando su cuello, y cayó. Su muerte fue rápida, y su cuerpo rodó sin vida por la bajada de una colina. Ella, naturalmente, le siguió, más no tenía caso guardar esperanzas cuando bien sabía, en su alma quebrada, que ya no había nada que le uniera a ese cuerpo sin vida.

—No entiendo, abuela —el chico estaba confuso, y su mente no era capaz de imaginar el relato, ni su cerebro de procesarlo—. ¿Pudieron estar juntos?

—Lo estarán. Algún día seguro que lo estarán, en el cielo, cariño —la abuela terminó su dibujo, más el rostro de su amor ya no lo recordaba con aquella frescura con la que deseaba—. Los Destino, mijo, eran lo más hermoso de este mundo. Sí... Pero también lo más triste. Quizás fue mejor que dejaran de existir...

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—¡Eres una omega inservible!

Brinco en mi asiento al escuchar la voz de Jackson tan temprano en la mañana. Se hacía llamar el alfa más deseado del pueblo, aunque solo era un idiota, todos lo sabíamos.

—Ni se te ocurra dirigirte a mí, Jackson. No quiero que me toques, ni que me veas, ni que te me acerques.

Susan y él estaban discutiendo, como siempre. Conformaban la única pareja del liceo. El resto de nosotros solo pensaba en videojuegos o baile en el caso de las chicas. Jackson había tenido su celo hace una semana, y Susan se negó a hacerle compañía física. Él intentó obligarla buscándola en la entrada, más una patada en sus partes bajas fue todo lo que consiguió. La historia se repetía de boca en boca por todo el instituto agregando algo nuevo que nadie sabía. Los chismes, así son. Ya eso no tenía importancia, porque Jackson se la pasaba molestando a los demás de que había alcanzado primero la pubertad que todos los chicos y chicas alfas, y que sus feromonas eran las mejores. Mentira, en realidad apestan como un huevo podrido fuera de su cascarón, pero nadie se atrevía a decírselo. Era un matón con un hermano en la universidad más aterrador que él, y ya había llegado a sus oídos que los niños que provocaban a Jackson, también provocaban al hermano, y finalizaban dándole una visita al hospital, como paciente, claro está.

NICE OF PROBLEMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora