Capítulo 9. ¿HONOR O AMOR?

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Alison llegó a su hogar, lanzó el bolso al suelo y, desesperada, comenzó a tocar detrás de su cuello para desabrochar con sus huellas la molesta mascarilla. Cuando la misma quedó en el suelo junto con su bolso en la entrada, inhaló todo el oxígeno que sus pulmones pudieron agarrar, y lo soltó con un suspiro de alivio.

Primer día y ya sentía que se moría.

Corrió a la cocina y bebió el agua de la nevera directamente de la jarra, llenando incluso un poco su camisa por el atoro al beber. Dejó la jarra nuevamente en la nevera, y buscó comida sobre la cocina, o sobre la mesa, pero estaba vacía. Su estómago gruñó, y decidió regresar a la entrada por su bolso para sacar las cajas de regalo. Probó los chocolates de William primero, y el sabor le explotó en la boca. Solo saboreó el primero para luego devorar los demás, y los de todas las cajas. Su estómago protestó por el dulce cuando pedía a gritos comida salada, pero era eso o esperar a que cocinara.

—¡Alison! —su padre venía bajando las escaleras.

Se quedó impresionado al notar que su hija estaba comiendo como un animal salvaje, de rodillas en el suelo y la boca llena de... ¿chocolate?

—¡Por Dios! Eso no es almuerzo jovencita —le reprochó, pero no podía culparla del todo puesto que eran las cinco de la tarde, rumbo a las seis, y su hija no había podido comer nada.

La alfa se sonrojó, y se levantó de inmediato tratando de limpiar con su mano alrededor de su boca, y camisa, percatándose de la humedad de la misma.

—Lo siento, padre —dijo después de carraspear un poco.

—No —se acercó lo suficiente para poder apoyar una mano en la mejilla de su hija—. Yo lo siento. Tu madre me obligó a no guardarte comida.

—Que ella... ¿Qué? —Alison se alejó de la mano de su padre.

—Dijo que era una lección. Que así olvidarías al omega —la voz de su padre se estaba quebrando, y su corazón dolía por haber ayudado en aquella locura.

¿No bastaba? ¿No bastaba llevar esta horrible cosa y no poder hablarle a Daniel? ¿Su disculpa pública? ¿El reconocimiento de algo que no cometió? ¿La pila de trabajo que le había enviado de la empresa para tenerlo listo el día de mañana? ¡¿NO BASTABA?!

—Tiene que ser una broma —comenzó a caminar de un lado a otro como un león enjaulado—. ¡Ya lo estoy haciendo todo! ¡¿QUÉ MÁS QUIERE ELLA DE MI?!

Su voz de alfa salió desde lo más profundo de su ser, sumamente airada, y sin percatarse de lo encogido que se hallaba su padre, llorando en silencio. Era un llorón, definitivamente. Respiró, lento y calmado, tratando de bajar su enojo. Él no tenía la culpa.

—Lo siento, padre —volvió a disculparse, extendiendo una mano para levantar a su padre del suelo—. He perdido la cordura por un momento. No tienes la culpa, todo está bien.

Charles sorbió su nariz, y abrazó fuerte a su hija, escondiendo su cabeza en el hombro de la menor. Alison simplemente no entendía cómo alguien tan frágil como él, estaba con alguien tan egoísta como su madre.

—Está bien —acarició la espalda del mayor, mientras susurraba en su oído—. Tranquilo —se separaron con lentitud—. ¿Hay algo para cocinar en la nevera? ¿O quizás en la alacena? —el hombre negó, y Alison rio por todo el esfuerzo que estaba poniendo su madre para evitar lo inevitable.

Resignada, tiró las cajas vacías en la basura, se quitó la camisa dejando un top descubierto negro, agarró las llaves del auto, y se colocó el bozal para salir a comprar pizza.

—Ya vuelvo —le dijo a su padre, y salió de la casa.

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Mientras comía cómodamente en su habitación las dos cajas de pizza que había comprado, leía documentos en su laptop sobre contratos y propuestas tanto de empresas externas como internas de los trabajadores. Descartaba las que eran un riesgo para el medio ambiente y aceptaba las que más se acercaban a un porcentaje mínimo de contaminación. Su madre entró sin tocar la puerta a su habitación, pero ella no se molestó en frenar su trabajo y alimentación.

NICE OF PROBLEMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora