We are the same

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— Tu marido es un asco - mencionó borracho un castaño con cabellos alborotados con una copa de vino al lado, Alex asintió.

— Es una mierda de persona.

Ambos estaban sentados en el suelo apoyados en el sofá. Quackity le había contado a Rubius que su pareja lo detestaba por no se lo suficiente para él. Le contó todo el abuso que tuvo de su esposo, todo ese tiempo de disgusto entre ambos. Claro, omitiendo la parte en que es hibidro.

Aunque ya no estaba muy consciente para saber si lo podía decir ahora mismo.

— Ojalá ese tal Luzu le llegue el karma y le haga honor al nombre de la ciudad.

— ¡gritalo, rey! - le respondió animadamente alargando La "y".

Ambos reían sin razón alguna; a la vez haciendo un brindis con sus copas (literalmente llenas) de vino.

¿un poco borrachos? no.

Se habían acabado 6 botellas del delicioso alcohol de Rubén y la última botella estaba repartida ahora mismo entre sus copas. Nadie podría detenerlos, tampoco los secretos; y sus emociones.

— ¡que se pudra en el infierno! - siguió respondiendo Rubius, Quackity le siguió su animado humor, pero después unas gotas salieron de sus ojitos inconscientemente.

— Es un completo idiota... - pronunciaba las palabras con dificultad y voz entrecortada.

Su sonrisa permanecía, pero sus ojos, sus ojos expresaban todo el dolor que estaba sintiendo. Rubén se acercó más al pato.

— Sí, lo es. Lo es completamente.

Se limpio sus lágrimas con su pálida mano
— es que no lo entiendo, Rubius — lo miró a sus ojos, avellana y marrón oscuro, conectados. Sintiendo las emociones de su acompañante lo dejó continuar — ¿por qué ya no me ama como lo hacía? ¿no soy suficiente? — tomó un gran trato de su bedida, para luego asentir — no lo soy.

— Hey, no digas eso —limpio sus continuas abundantes lágrimas — tú eres más que suficiente, Alex. En este poco tiempo que nos conocimos puedo asegurarte que eres una persona asombrosa que merece mucho más que ese desgraciado al que llamas marido —posó una mano en la mejilla húmeda y sonrojada del menor, lo que el contrario apoyo su cabeza en el nuevo soporte, sintiéndose bien.

Tan cálido. Pensaron ambos.

— Gracias, Rubius - pronunció, sintiéndose mejor, cerrando sus ojitos y relajando su rostro. Todavía salían lágrimas, pero no tanto como antes.

— No tienes que agradecerme por nada, Quackity.

El oso dejó su copa de vino encima de la mesa de vidrio. Alex imitó su acción para que continuamente Rubius posara sus dos manos en las mejillas del contrario acercandolo suavemente y con dulzura para darle un cariñoso besito en su frente; luego, repartir varios de estos por todo su rostro aún mojadito por sus sollozos. Alex podría jurar que se sentía tan bien su tacto, su solo afecto podía calmar todos sus sentidos, se sentía querido, protegido, relajado.

Tan relajado que su cuerpo cayó en el regazo del castaño. ¿Mucha confianza? no eran conscientes de lo que pasaba o lo que hacían. Solo eran ellos mismos ayudándose mutuamente.

Quackity volteó su cabeza hacia arriba para poder ver el rostro del contrario — Te quiero, Rubius. De verdad gracias por darme espacio en tu casa. Nadie haría eso por mí.

— ¿ni tus familiares? - preguntó con su característica curiosidad aún hundiendo sus pensamientos.

Alex bajo la mirada, sentía como querían salir otras lágrimas, pero lucho contra ellas para forzarse a hablar coherentemente.

𝔘𝔫 𝔪𝔲𝔫𝔡𝔬 𝔦𝔫𝔧𝔲𝔰𝔱𝔬 - Rubckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora