Prólogo

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Alba

Nos encontrábamos camino a casa después de salir de la escuela. Rose se había vuelto a meter en problemas y la habían vuelto a castigar, por lo que yo me había quedado a esperar que saliera. Eran las siete de la tarde y ya la noche comenzaba a asomarse por el horizonte. Normalmente nos iban a recoger en auto, pero en los orfanatos siempre acostumbran a los mayores a valerse por sí mismos, así que nos habían dejado a nuestra suerte y se habían enfocado en los más pequeños.

Nosotras teníamos 16 años, aunque mi amiga aparentaba tener 18. Su cabello negro le llegaba hasta los hombros haciendo un lindo conjunto con sus ojos verdes. Su piel se veía tan blanca debajo de ese conjunto todo negro que hacía notar más sus labios rojos y carnosos. Era la más bonita de las dos y algo que yo envidiaba, aunque era muy útil cuando queríamos algo gratis.

— Ya casi no se ve el camino—, dijo quejándose.

— Si no hubieras perdido tu móvil, ahora podríamos tener algo con que iluminarnos—. Le respondí.

—Como sea—, le restó importancia mirando hacia el bosque— deberíamos atravesar el bosque—. Propuso y yo negué.

— Sabes que está prohibido.

— No actúes como si te importara las normas de las tías.

— Si me importa lo que digan, ¿Qué te hace pensar que no?— pregunté cruzándome de brazos.

—Tal vez el hecho de que te fugaste de la casa para ir a una fiesta a la que teníamos prohibido ir y encima te enrollaste con un chico al que nunca en tú vida volviste a ver—. Dijo con burla— ¿Cómo dijiste que besaba?— Se abrazó con sus manos y comenzó un besuqueo consigo misma.

— ¡Para!— la empujé riendo a lo que ella me devolvió el empujón provocando que me cayera al suelo y me abriera una herida.

— ¿Estás bien?— preguntó al verme la rodilla raspada.

—Sí—, respondí levantándome y limpiándo el polvo de las piernas- solo fue un rasguño—. Miré el cielo oscureciendo y después el bosque—. Tal vez deberíamos cortar camino— le dije a Rose y esta asintió.

Comenzamos a adentrarnos en el bosque que nos quedaba justo al lado de la carretera. De hecho, era la carretera la que quedaba en medio del bosque. El orfanato nos quedaba a cinco kilómetros de la escuela y ya habíamos recorrido tres, solo faltaban dos, pero si atravesábamos el bosque sería solo un kilometro y medio.

Al entrar nos rodeó una variada flora de la que se destacaban altos árboles de pinos. No se podía ver mucho por la oscuridad que creaban las hojas de los árboles, pero sí se escuchaban búhos y murciélagos volando por los alrededores, y algunos grillos y ranas.

Escuché el crujir de una rama, me giré hacia mi amiga y le dije que tuviera cuidado por donde pisara.

—¿Alba?— preguntó— ¿Tú no fuiste?

— ¿No fuiste tú?— pregunté y ella negó.

—Esto no es divertido—.  Dijo mi amiga asustada.

—Tal vez sea un animal—. Resté importancia para que no entrara en pánico.

Nunca fuimos de las que tenían miedo a cosas, pero últimamente se estaban dando casos de asesinatos por la zona y... Somos adolescentes, es normal que estemos asustadas, aunque no lo admitieramos

Seguimos nuestro camino, pero algo a la distancia nos detuvo. Algo que no pudimos ver bien por la velocidad en la que desapareció. Fue eso y después un toque en nuestros hombros. Me giré y lo único que pude ver fue una mano que se dirigía a mi frente.

La Sed De Los Vampiros [#1: Páramo] [Sin Corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora