XVII...Dudas...XVII

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CAPÍTULO 17...

~LUCERO~

Dando traspiés caí encima del escritorio del despacho. Mi espalda chocó con un adorno que había encima y gemí.

Estaba ardiendo en deseo. Gemía como si estuviera aullando como una loba extasiada al parecer. Los labios de Manuel Mijares me estaban devorando la boca por completo. Con pasión, hambre, desenfreno.

<Maldición me encanta!!!>

De un momento a otro ya no estaba en el escritorio ahora estaba contra la pared. Una de mis piernas estaba en la cintura de Manuel, él mismo la sostenía mientras nuestros cuerpos tenían demasido contacto. Mi piel ante sus roces estaba totalmente erizada y podría jurar que esto era un paraíso. Y eso que aún no hacíamos nada más que tocarnos y comernos la boca.

Manuel agarró mi nuca y me dejó con la cara pegada a la pared. Ambas manos de él hacen maravillas y me desgarran la camisa, retiran mi cabello del cuello para devorarlo —AH!— jadeo cuando sus dientes se clavan en esa zona de mi cuerpo.

Este hombre no estaba siendo nada tierno, nada complaciente. Estaba siendo un perfecto hijo de puta, y carajo, que delicioso que me tratara así de salvaje este cabrón.

Me voltea con fuerza y murde uno de mis pechos. Chillo y luego él lame donde mordió. Bajo mi mano hasta su erección y la acaricio por encima de su pantalón

—Ohg carajo que rico! —gruñe y muerdo mi labio inferior al escucharlo—

Quita mis leggins dejándome en bragas y se saborea viéndome. Me separa de la pared y me rodea quedando justo detrás de mi. Besa mi espalda y suspiro, sus manos acarician mi abdomen desde atrás.

De momento siento una presión en mi nalga derecha y me da un mordisco, volteo mi rostro sorprendida y él sonríe. Me volteo viéndolo desde mi lugar y poco a poco Manuel se deshace de mis bragas y hasta de mis tacones. Besa mi intimidad y entrelazo mis dedos entre su pelo.

—Vamos ahí —apunto al sillón, me acuesta y se queda de rodillas en el piso aún dando atención a ese lugar tan necesitado como mi intimidad en este momento—

Cuando más entusiasmo tenía Manuel detiene su lengua moviéndose en mi interior y lo miro. Se estaba poniendo de pie y quitándose la ropa. Muerdo mi labio inferior al ver su miembro queriéndose salir de su prisión.

—Traes protección? —Manuel niega y lo recrimino con mi mirada—

—No estás tomando pastillas? —ahora soy yo quien niega— Algo haremos —me abre las piernas y en menos de un jodido segundo da una fuerte estocada entrando en mi—

—AHHH!!! —su mano tapa mi boca, lo veo sonreír y me besa—

Comienza a moverse con tanta facilidad. Sé que mi humedad es muchísima cosa que era mejor para nuestros movimientos y que se resbalara mejor en mi interior

—Lucero, preciosa que rico es volverte a sentir —mi piel se vuelve a erizar cuando comienza a susurrarme todas las guarradas posibles que me calentaban y que solo se le ocurrían a él—

Para estar escondidos en el despacho cogiendo como dos locos al parecer yo me creía que estaba en medio del bosque porque mis gemidos estaban a un nivel elevado o eso sentía yo mientras Mijares me apretaba por completo y no dejaba de entrar y salir de mi interior.

Grité, con todas mis fuerzas y mi grito fue acallado por su beso y su lengua adentrándose en mi boca. 

—Ya te vas a acabar —cierro mis ojos y encajo mis uñas en su esplada, mi vista se nubla y todo mi cuerpo se contrae, mi respiración abandona mis pulmones y mi voz desaparece por completo, el perfecto orgasmo llegó a mi—

Aquella Princesa 💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora