XXVII...Los poderes del Alcohol...XXVII

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CAPÍTULO 27...

~LUCERO~

La traición ha sido algo que nunca he tolerado y quien me traiciona se arrepentiría el resto de su asquerosa vida. Pero que todo lo que decía Manuel y Matías fuera verdad al final me dolía. Carlos era especial, estaba comenzando a quererlo y me termina pagando así por años.

Y solo por no aceptarlo como pareja. Los hombres no comprenden y no saben perder, ahí está la muestra.

También me tenía mal el que Nicolás no soltaba donde tenía a mi hijo y eso me ponía peor. ¿Y si nunca lo veo?. Creo que me volvería loca. Por suerte Marcos Y Erik eran leales e iban a hacer todo por sacarle la verdad de donde estaba mi pequeño de 13 añitos. Pensar en él y en su dolor todos estos años me estaba doliendo muchísimo.

Quedé de acuerdo con todos en la casa. Teníamos que ayudar a Manuel de una vez por todas. Matías tuvo que ir a sacar otro pasaporte para Manuel. Nos la teníamos que ingeniar porque en esas 2 horas diarias nos iríamos todos a México de una buena vez.

~~~

Era un nuevo día y le pido a Matías que me acompañara al Hospital.

—Carlos como te sientes —abre sus ojos y sonríe—

No tiene idea de cuánto lo estoy odiando

—Gracias por cuidarme —finjo una sonrisa— Eres la mujer perfecta

—Carlos, en unos días nos vamos a México vale?

—Después de que mate a Mijares —niego con mi cabeza— Lucero por su culpa estoy aquí

—Pero el es el padre de Lucero, Carlos. Además olvídate de ese tema ya. Nos vamos juntos ok?

—Está bien.

Salgo de ahí planificando como le íbamos a hacer con todo. Matías regresa solo a la casa y  me desvió.

Mi cabeza andaba toda loca. Además no salía de mi mente que en mi familia había una mujer traicionera. Pero en mi familia no había más ninguna mujer no entiendo...

Dónde andas? —dice Mijares al teléfono—

—Viendo como solucionar todo esto en menos de 2 semanas. Ya estás en la casa?

—Si, justo por eso te llamé no te encontré.

<Tome señorita, está segura de seguir bebiendo>

Miré con repulsión al tipo que servía los tragos en el lugar donde me había metido a escondidas de Matías a beber.

—Lucero carajo estás bebiendo no resolviendo nada

—Estoy resolviendo el dolor que tengo trabado en el pecho. —dije quejandome— Tu no sientes ni la mitad de lo que yo

—Lucero ven a la casa

—No quiero. —comienzo a llorar. Llevaba varias copas y ya me sentía muy sensible—

Lucero no seas niñata. Ven a la casa y hablamos

Cuelgo y después de otro trago volví a la casa toda mareada. Manuel sube conmigo al cuarto y yo estallo en lágrimas así porque si.

—Mira —lo miro a los ojos— Ya estoy cansada de todo. Me quiero morir —Manuel niega y yo asiento llorando— Si Manuel quiero joderme ya porque todo esto es por mi maldita culpa.

—Oye ya para con eso. No vas a morir porque no lo voy a permitir. Sé que has sufrido mucho pero no eres la única Lucero.

—Mijares tu me has hecho daño —susurro ahora en llanto— Me hiciste sentir una mierda

—Tu a mi también. Te acuerdas cuando te confesé que te amaba?. Me gritaste horrores y aún así estuve contigo día con día. Me rechazabas siempre y lo seguiste haciendo y eso aunque tu creas que no, siempre me ha dolido. Pero te dije que mi amor iba a ser suficiente para destruir todo el odio que había en ti. Porque aunque me quemé con tu fuego, me gusta lo que se siente estar contigo y decirte que te amo y que te voy a proteger toda la vida aunque tu no quieras. Aunque contigo todo sea vivir rodeados de peligro, si estás tú. Ahí voy a estar como sea.

—Manuel —limpio sus lágrimas con dolor— Yo también lo hice, yo también me quemé en ese juego, no tan rápido como tú pero si lo hice —asiento con mis ojos cerrados—  Pero como le iba a hacer si ya ves. Cada vez que siento algo bonito, algo malo pasa.

—Tienes que vivir un día a la vez preciosa te vas a poner peor —pasa sus manos por mis brazos y me mira con confusión— Que pasa nena? Estás temblando —no podía decir ni una palabra— Lucero!!! Mi amor te sientes mal? —asiento y veo su preocupación— Que tienes, sientes frio —niego— Pero estas temblando

—No es frío —trago grueso y acerco mi boca a su cara— Eres tú —Manuel esboza una sonrisa— Quiero amarte como tu dices hacerlo

—Yo no digo hacerlo. Yo te amo con todas mis fuerzas. —Manuel besa mis labios con suavidad—

—Mijares —susurro— Hazme el amor —me acuesta en la cama y se posa encima de mi— Pero primero quítame el miedo a amarte. Porque lo quiero hacer de verdad

Maldito alcohol me estabas traicionando!!!.

Manuel llega a mi boca y me besa despacio, pero poco a poco iba tomando intensidad, su boca bajaba a mis pechos y me libera de la ropa, con su lengua acaricia toda esa piel. Comienza a bajar más, llega a mis muslos y sube hasta mi intimidad, cierro mis ojos y empuño las sábanas con mis manos, mi espalda se arquea cada que su lengua lo hace y los gemidos que me provoca me hacen olvidar absolutamente de todo en el mundo.

—Ahh! —muerdo mi labio inferior cuando mi deseo aumenta—

Estaba apunto de explotar y Manuel comienza a besarme todo el cuerpo hasta llegar de nuevo a mi boca sintiendo mi sabor. Chillo cuando se introduce en mi y me aferro a sus brazos mientras Manuel sigue entrando en mi. Sus movimientos suaves pero bien profundos eso era justamente lo que me encantaba.

Entierro mis uñas en su espalda y Manuel gruñe y besa mis labios sonriendo. Lo miro a los ojos y me estaba sintiendo mejor que nunca. Nuestros movimientos empiezan a acelerarse y ambos cuerpos estaban ahora cubiertos de sudor

—Te amo nena —muerdo mi labio inferior para no gritar pero cada embestida de su parte, me esta matando lentamente—

Nos damos la vuelta y quedo a horcajadas encima de él. Manuel toma mis caderas, me acomoda mejor en él y comienzo a moverme sintiendo en unos segundos que iba a explotar por completo

—Que sientes Lucero preciosa? —pregunta en jadeos mientras me comenzaba a sentir mareada de tanto placer— Dime que sientes

—Que soy tuya Manuel, soy solamente tuya. —un fuerte corrientaso llegó a mi sexo y por lo visto los estragos llegaron al de él pero me miró atentamente—

—Yo soy tuyo, mi diabla preciosa —pasa su lengua por mi cuello y vuelve a cambiarnos de posición. Bajo a su barbilla y la muerdo suavemente, beso sus labios y el los muerde—

—Ah, ya no puedo más! —hablo entre jadeos—

Manuel entra con más fuerza y rapidez, entierro con más fuerza mis uñas en su espalda y arqueo la mía.

—Te amo mi reina  —mis labios tocan los de él y me quede sin aliento—

No tenía voz para gritar lo delicioso que se sentía llegar ambos al orgasmo, intensamente, abrazados, sintiendo los espasmos con fuerza

—Te a... —mis ojos se cierran sin darme cuenta y ya no supe más nada de mi ni de él—

🖤Capítulo #27🖤

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