capítulo seis

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Cuando se acercó a la puerta, era totalmente consciente de su respiración errática. Incluso si solo había tomado un maldito taxi. Se sentía agitado, como si hubiese corrido. Su pie chocó contra la puerta.

El aroma a omega lo invadió. Los omegas tenían olores dulces, que apaciguaban a cualquiera hasta volver dócil a una bestia. Yeonjun supo que el omega tras la puerta estaba en celo por la fuerza en que el aroma tomaba el aire.

Miró la dirección, se aseguró de que fuera escrita en el mensaje de Beomgyu. Lo revisó dos veces, solo para estar completamente seguros. No quería interrumpir en una casa ajena en donde podía oler perfectamente a un omega en celo.

Pensó que Beomgyu no podía invitarlo a su casa estando en celo. No era apropiado, y podía ser peligroso. Ningún omega tomaría esa decisión, sobretodo con desconocidos. Aunque ellos no eran desconocidos.

Tocó suavemente la puerta. Su voz salió en un tono suave.

—¿Beomgyu?—preguntó en voz alta. Nadie le respondió—. Sé que estás ahí, puedo sentir tu aroma. Tomó una bocanada de las ferómonas que surgieron, trató de controlarse apretando sus puños—. Puedo irme justa ahora, y volver cuando estés en un mejor estado.

Yeonjun podía esperar por Beomgyu. Lo había esperado muchos años, desde que empezó a correrse en su nombre.

O quizás, lo había estado esperando una eternidad para encontrarlo.

Esperar unos días en lo que el celo de Beomgyu se iba no lo mataría. Solo tendría que vivir esos días, intentando sobrevivir con los constantes pensamientos de los bien que huele Beomgyu, incluso a través de una puerta.

El aroma se intensificó. Pudo sentir la respiración pesada tras la puerta. Si Beomgyu le abría la puerta, habrían problemas. Yeonjun solo pensaría en enterrar su cara en el cuello de Beomgyu, y respirar para siempre su aroma.

Rascó sus pantalones, buscando distraerse, en lo que sea, en cualquier cosa, todo serviría si lo alejaba de Beomgyu.

Beomgyu, en celo. Su destinado, la causa de sus problemas. Debería odiarlo. Pero, ahora, mientras sentía como su miembro palpitaba, todo lo que deseaba era tomar la puerta y abrirla a la fuerza. Entonces, solamente tomaría de Beomgyu todo lo que pudiera, lo haría correr cientos de veces, para escuchar su nombre salir de sus rojizos labios una y otra vez. Su nombre. El nombre correcto. No el nombre de alguien más.

Tomó con más fuerza su pantalón. Si Beomgyu lo quería poner a prueba podría haberlo hecho de una forma distinta. No así. Él podía resistir. Incluso si pensaba en el chico que vio en la foto hace unos minutos.

La puerta se abrió. Los cabellos rubios se alzaron sobre un rostro sonrojado. Los labios rojizos que ansió besar en todo el camino, lo saludaban con un pequeño mohín. Notó un poco de saliva que se había escapado por las comisuras. Quería besarlo.

Él era fuerte, se recordó. No era un mal alfa. Incluso si Beomgyu le perteneciera en algún nivel espiritual, no le daba derecho a tocarlo de ninguna forma. Aunque él quisiera tomar a Beomgyu entre sus manos y consumirlo hasta que no quede nada de ambos.

Trató de tomar grandes bocandas de aire. Error. Solo lo hizo sentirse más excitado. Beomgyu no hablaba, tan perdido en su celo, solo respirando fuertemente.

Yeonjun lo pilló tarde. Beomgyu estaba respirando su aroma. No estaba haciendo nada para ocultarlo. Tan caliente como Beomgyu, tan necesitado como él. Se sentía como en los primeros indicios de celo. Jodidamente empalmado por todo. Aunque los alfas tenían ciertos beneficios, no perder la consciencia, por ejemplo.

—Yeonjun...—Beomgyu susurró.

Y Yeonjun prefería morirse. Yeonjun estaba bien. Eso pensaba. Podía manejar la situación. Beomgyu lo había invitado, le había abierto la puerta. Estaba dándole su confianza a un total extraño. Yeonjun sería lo más humano posible.

¡Te estoy buscando, Yeonjun! ● yeongyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora