-Se ven muy bien juntos. Deberían ser novios -dice Adriana mirando a Fabio y Tamara trabajar en las cartas para el 14 de febrero. No es la primera que dicen algo así de ellos. En cierta medida están acostumbrados, pero siguen enrojeciendo tiernamente al escucharlo.
Fabio y Tamara tienen 11 años y se conocen desde los 6. Pertenecían a la misma clase pero nunca habían hablado hasta que Edgar, el típico niño insoportable del aula, empujó a la niña y Fabio la defendió. Al día siguiente Tamara le entregó una rosa de su jardín en agradecimiento y comenzó su amistad. Él la recogía todos los días para ir al colegio y también regresaban juntos. Ella lo enseñó a patinar y le ayudaba con las materias que le resultaban difíciles. Él la enseñó a jugar videojuegos y a trepar árboles.
Tamara colecciona versos y frases y Fabio dibuja muy bien, así que juntos llevan un par de años haciendo cartas para que sus compañeros se las entreguen a quienes quieran el 14 de febrero. Es entretenido para ellos en los entretiempos de clase, y muy tierno de ver para los demás que, acostumbrados a saberlos siempre juntos, imaginan que serán pareja algún día y sueñan con que se confiesen de una vez.
El amor suele ser un sentimiento bastante confuso, y más a esa edad. El primer amor: ese que realmente no llega a nada, ese puro que no pasa de tomarse de las manos y los más atrevidos llegan a darse un pico, ese tierno que te hace sonrojar solo con pensar en admitirlo frente a alguien, ese ingenuo que se verá eclipsado por los siguientes que vendrán pero que siempre tendrá un lugar especial en tu corazón, ese que representa el mayor secreto que guarda una niña, ese que no sabes ni lo que es, solo sabes que ese niño es diferente a otros, que ese niño es especial para ti.
¿Dónde termina la amistad y comienza el amor?
Fabio y Tamara no lo saben. Solo saben que tal como están se sienten bien y que, a pesar de no poderse mirar a los ojos sin soltar una risa tonta e intentar ocultar sus cachetes sonrosados luego de que alguien les dice que parecen novios, no harán nada al respecto que pueda perjudicar lo que tienen.
Pero a menudo no depende de la voluntad de uno, y los adultos suelen minimizar los anhelos de un niño a simples caprichos.
Eso lo entendió Tamara a las malas cuando su madre le dijo que se mudarían de ciudad. Pero aún falta mucho para eso. Y ella tiene otras cosas más urgentes en qué pensar. En la carta que le haría a Fabio por San Valentin, para ser exactos.
Esa carta constaría de los mejores versos y las mejores frases, lo mejor de su colección. Lo que no había escrito en ninguna de las cartas en las que trabajaban juntos para que terminasen en manos de alguien más, lo que quería en algo que mandase ella, lo que había separado pensado en él.
Fabio, por su parte, también preparaba un dibujo único, sin tener idea que sería el último que podría darle. Un dibujo propio, sin copiar ninguna idea, algo inspirado en ella y solo para ella, algo que pudiera reflejar todo el tiempo que pasaban juntos y todo lo que son el uno para el otro.
-Todos tomen su lugar -pide la maestra al terminar el descanso. Fabio y Tamara, entre tantos encargos, no se habían movido de su mesa. Faltan solo cuatro días para el emocionante San Valentín y todos están impacientes para mostrarle con un gesto a alguien especial cuán especial es. Para el niño que dibuja y la niña que copia versos "tomar su lugar" se traduce en guardar los meteriales de trabajo: hojas blancas, hojas con dibujos inacabados, colores, libretas con versos, libretas con frases, bolígrafos con tinta común, bolígrafos con tinta brillante. Se lo toman muy en serio. Por eso tienen tanto trabajo desde finales de enero. Varias veces han hablado de, cuando sean mayores, hacer algo así a lo grande, dedicarse a eso, seguir trabajando juntos. Pero te percatas que te has hecho mayor cuando has perdido esa inocencia, y aunque Fabio y Tamara no se hubiesen distanciado, esa ilusión quedaría guardada en el cajón de la infancia junto con Papá Noel, el Ratoncito Pérez, el Hombre del saco y las familias perfectas.
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Primavera en tempestad
Short StoryLa infancia no es todo risas. Los niños también sufren, también piensan, también sienten, también se enfrentan a situaciones que les superan o les atemorizan. Los niños saben mas cosas de lo que los adultos imaginan. Tienen el punto de vista especi...