T1 C.3 / Mingito 🍻

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Chispas y luces de bienvenida fueron lo primero que observé al bajar del tren, mientras el sol aún brillaba. El día de hoy estaba decidido en darme ese paseo que tanto anhelaba.

Afuera de la estación, vi un enorme mapa pegado en la pared. Era una imagen que indicaba las rutas y divisiones de las 56 calles que poseía la ciudad. Al costado, un letrero describía a las primeras avenidas como zonas caras y seguras en comparación con el resto. Por último, tenía unas grandes letras advirtiendo que si optabas por subir más allá de la calle 32, las cosas podrían ponerse más peligrosas y baratas.

-¿Sabes "Brother"? Hoy no has venido por un aburrido recorrido de tan solo tres cuadras, sino por una entretenida expedición por toda la ciudad - fue lo que Daniel se dijo mentalmente después de haber leído aquella advertencia.

Lo último que comí fue un rico desayuno por la mañana, sucedió minutos antes de alistarme para esa fatídica negociación. Debido a ello, lo principal que rondaba en mis planes era buscar un lugar en el cual almorzar.

Caminé largos minutos acompañado de mucha gente que paseaba a sus perros, hasta que me crucé con un restaurante muy llamativo situado en la "Calle 8". Entré y pasé el tiempo observando los diversos platillos del menú: arroz con pollo, ropa vieja, feijoada, etc. Finalmente, ordené al camarero lo que más llamaba mi atención: unos deliciosos tallarines verdes con su jugoso bistec, acompañados de una refrescante chicha morada bien helada.

5:58 PM, la noche se aproximaba y debía buscar un sitio para descansar. Después de pagar mi almuerzo, el camarero me aconsejó que tal vez podría encontrar alojamientos baratos unas calles más arriba. Preparado con la mochila en mi recta espalda, me marché agradecido.

El primer motel que encontré tenía un letrero que decía "Cerrado".

En un hotel baratillo, una recepcionista gorda me dijo: "Estamos llenos".

Luego me encontré con un lugar que estaba clausurado. En este punto, ya empezaba a perder la esperanza.

"Lo siento, ya no quedan habitaciones", me dijo otra recepcionista de otro hotel. Joder, es solamente mi primer día aquí y el destino ni siquiera me permite encontrar un sitio para descansar. ¿Acaso las banquetas de la calle serán mi única opción? - El humor no funciona, seguiré avanzando.

Llegué a la Calle 24, luego a la Calle 32... Y al parecer, si sigo subiendo, podría correr el riesgo de que algo malo me suceda. Es tomar el riesgo o dormir con los perros abandonados.

Ahora llegué al número 40, apenas veo gente y mis piernas empiezan a cansarse. Además, muchos locales ya están cerrados.

En la Calle 48, las autopistas están llenas de cachivaches, los perros callejeros comienzan a ladrar y... ¿Ah? ¿Un bar? Todo cerrado, excepto eso. Qué ironía, al menos ahí podré preguntar si conocen algún hotel abierto a las nueve de la noche.

Apenas crucé la puerta, unos tipos tatuados con cara de pinga se quedaron viendo fijamente mi mochila desde su mesa. Yo solo les lancé una mirada amenazante mientras caminaba en dirección al "bartender."

Me senté en las barras del bar, la televisión en la pared mostraba una triste noticia: el hijo de un reconocido cantante local iba en auto junto a su padre. El niño, curioseando por la parte trasera del coche, se encontró con un arma escondida. Pensando que era de juguete, jaló el gatillo y se voló los sesos.

El "bartender" llevaba una vestimenta de cocina moderna y un sombrero de paja en su cabeza.

-Buenas noches, ¿desea algo de "leche" para empezar?

Daniel quedó en silencio durante unos segundos "... Quería preguntarle si conoce algún hotel cercano abierto a esta hora".

-¿¡Cercano!?, loco, el más "cercano" queda a cinco calles de aquí. -Daniel no dijo nada-. Escucha, si compras algo y me dejas una buena propina, ¡tal vez pueda acompañarte para evitar que te asalten con esa cara de sano!

-¿Qué mierda dices, mano? - Daniel nuevamente quedó en silencio, mientras que el "bartender" se andaba cagando de risa con su propio chiste.

Entonces, apareció por primera vez ese imbécil con ropa de vagabundo y pelo rapado frente a mí.

-Oye, Luis, deja de joderlo. Por estupideces así espantas a los clientes.
-A tu vieja la espantó con una "graaan estupidez" todas las noches.

Ese sujeto extraño se me acercó. - Hola, serrano. Me encanta tu atuendo. Por eso, y también por tu mochila de cuero, veo que no eres de acá, ¿verdad?

-No, hombre, yo vengo de Manzaro, un pueblo con forma de manzana lejano de aquí. Por cierto, también me gusta tu ropa sacada del manicomio jaja. - La forma de hablar del tipo me provocaba confianza, creo que ambos podríamos hablarnos así sin tomarlo personal.

-Perdóname "sanazo". Esta bata la uso para limpiar los baños del fondo y no ensuciar mi atuendo. Por cierto, ¿por qué subiste hasta acá? ¿Acaso no hay hoteles abiertos calles abajo?.

-Supongo que hoy tengo mala suerte. - El celular de Daniel empezó a sonar, era la policía que quería respuestas acerca de los vagabundos dormilones del departamento, él solo sacó el celular de su mochila. rechazó la llamada y siguió con su plática.

-Oye, por cierto compañero, ¿cuál es tu nombre? Porque yo me llamo Daniel.
-Tienes nombre de travesti, yo me llamo Mingito de la calle 56. - Supongo que la hipocresía por aquí está a otro nivel, pensó Daniel.

-¿Cómo se llama tu amigo el sin madre?

-Payaso, me llamo Luis. Ya dime si vas a pedir algo. - Mingito irrumpió. - Luis, no te preocupes. Yo invitó una ronda hoy, el sano me cae bien.

Los tres bebimos y reímos hasta la 12 AM. En un momento, tuve ganas de orinar, así que me fui al baño apresuradamente.

Después de terminar, estaba lavándome las manos cuando me di cuenta de que no había un espejo para poder arreglarme. Saqué un pequeño espejo de mi mochila para poder peinarme adecuadamente.

En el espejo vi a alguien con tatuajes acercándose por detrás, y noté que sacaba algo del bolsillo. Sin dudarlo, me di la vuelta y le di un puñetazo en la nariz. Cayó al suelo y de su bolsillo cayó una navaja, la agarré y salí corriendo del baño mientras el tipo aún chillaba por el dolor.

"¡Oigan, tarados!, ¿Qué clase de imbéciles tienen de clientes aquí?", les dije mostrándoles la navaja a Mingito y Luis. "Intentaron apuñalarme en el baño con esta cosa. Más les vale no haber perpetuado esto ustedes o los mató aquí mismo".

...

"¿De quién es?", preguntó Luis preocupado.

Daniel señaló la mesa de los hombres tatuados y dijo: "Fue un miembro del grupo 'Tatuados hasta el culo' de allá".

......

"Daniel eres un idiota. Debes irte de aquí rápidamente y buscar un lugar seguro. Esas personas son matones", advirtió Mingito.

"¿Estás bromeando? No conozco una mierda de esta calle. Además ¿Qué tienen de matones? Si me bajé a uno de ellos con un golpetazo ¿O lo dices solo por sus tatuajes? ¡Maldito racista!", respondió Daniel.

"Carajo, entonces vamos los dos. No es momento para turistas asesinados dentro del local. Luis, quédate aquí y cuida el bar. Cualquier pregunta acerca de nosotros, no les digas nada", exclamó Mingito.

-El tipo salió cojeando del baño y gritó: "¡¿DÓNDE ESTÁ ESE HIJO DE PUTA?!, ¡¡¡ATRÁPENLO AHORA MISMO!!!"

Una historia de Enfermos🦏🐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora