☼•Un vistazo a lo desconocido•☼

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Capítulo 1

Zyanya

El murmullo del viento que mueve las hojas del bosque me acompaña a cada paso que doy. El reflejo del sol traspasa los huecos que las hojas dejan e iluminan mis pies descalzos que pisan la tierra.

Las caricias del viento tocan mi piel y mecen mi cabello suelto. Las plumas que cuelgan de mis trenzados mechones rozan mi cintura y me causan pequeños escalofríos.

Me gusta aprovechar el tiempo que paso a solas caminando por las tierras donde me encuentro y justo ahora busco un poco de comida, de preferencia alguna fruta. No tengo ganas de cazar hoy.

Casi llegando al borde del bosque puedo observar un prado lleno de ovejas con cercas dividiéndolas del campo libre. Una de ellas, demasiado pequeña cual bebe se acerca a mi cuando me acerco.

Hace mucho que no veía una oveja, mucho menos en un bosque. Me arrodillo acariciándola y observando alrededor, incluso entre la niebla detrás del ganado de ovejas no percibo un solo rastro de algún humano, cerca de mí solo se escuchan los sonidos del becerro que me mira como si tuviese comida así que tomo un poco de fruta que tengo entre mis ropas y rompo un pequeño trozo para dárselo.

Estando de rodillas frente al pequeño animal, un chasquido se escucha detrás de las ovejas junto a sonidos de pisadas y de entre la neblina siluetas de lobos se asemejan mientras me levanto, una mirada de lado a lado me hace saber que son al menos, 10 lobos de izquierda a derecha, esparcidos para rodearme y ya que a mi espalda se encuentran otros dos, 12 es la cuenta total. 

Él bebe oveja se aleja de mí, para regresar junto al rebaño cuando se asusta por los lobos.

Despacio, desdoblo mis rodillas levantando mi cuerpo y dejando inmóviles mis brazos, en los laterales de mi cuerpo. Vuelvo a hacer un recorrido con mi mirada a cada lobo, impregnando en mi memoria sus características, cuando, un resoplido múltiple retumba en el silencio.

Mi mirada se dirige al frente, donde tres lobos han tomado una posición de liderazgo, el de la izquierda es un lobo de pelaje gris, blanco y un café claro, con ojos azules y el más pequeño de los tres.

El segundo tiene un pelaje café claro en su mayoría y retazos de gris en las patas y lomo. Más grande que el de la izquierda. Y con ojos verdes. Este y el de la izquierda me miran con curiosidad.

El último... es un lobo con pelaje que no logro distinguir si es negro o un café muy obscuro, que me muestra los colmillos y me gruñe, tiene una postura mucho más tensa que el resto. Luce bastante más alto y más feroz. En sus ojos ambarinos se refleja un sentimiento parecido a la ira.

Estando ocupada mirándolos, no detallo el hecho de que uno de los lobos que estaban detrás mío se me ha acercado y ahora me olfatea, su aliento me hace cosquillas en las piernas, me rodea y sube su inspección a mi cintura semidesnuda, lo sigo con la mirada hasta que se detiene en mi costado izquierdo.

La falda y blusón corto que llevo están desgarrándose de los bordes, supongo que es por correr tanto. Pero los hilos sueltos le hacen cosquillas en la nariz y le provocan un pequeño estornudo al lobo. 

Una risita sale de mí, más no me muevo, aunque cuando este, alza su mirada entrecerrada no puedo evitar tratar de acariciar su cabeza gris, sin dejar de mirar sus ojos cafés.

Un gruñido más fuerte se escucha frente a nosotros e incluso sin levantar la mirada, sé que proviene del lobo negro. Giro mi cabeza levemente a la izquierda y dirijo mi vista al otro lobo que aún se mantiene a mis espaldas, pero que se ha adelantado un paso más hacia mí.

Dejo de tocar la cabeza del lobo de ojos cafés y me giro por completo en dirección al lobo negro.

Su cabeza casi toca el suelo y sus dientes están más al descubierto, luce como si estuviese a punto de arrojarse sobre mi.

El lobo gris de su izquierda resopla en su dirección con una mirada suplicante, es curioso, luce como si hablaran entre ellos. Justo como...

Otro gruñido interrumpe mis pensamientos, pero ya no es dirigido a mí, sino a otro lobo que se encuentra a mi derecha, este, se abalanza contra mí, tomo al lobo que se mantenía a mi lado y ruedo con el hacia atrás antes de que el otro nos aplastara.

Sin dudar me levanto y salto cuando el segundo que se mantenía atrás de mí también trata de aplastarme contra el suelo.

Corro sin parar esquivando las ramas caídas que se encuentran en mi camino buscando llegar a un punto donde sé que no van a alcanzarme.

Poco a poco, sus pisadas dejan de escucharse cerca de mí, volteo la mirada hacia atrás y ahora, ya no son los doce quienes me siguen, sino, los tres más grandes y quienes parecía, tenían una disputa.

Vuelvo la vista al frente encontrando una vieja soga que tomo al llegar a ella, pegando un salto e impulsándome hacia enfrente antes de caer por la grieta que divide la tierra. Me suelto cuando estoy cerca del otro extremo y ruedo por el suelo para quedar de cuclillas mirando a los lobos que me seguían y ver también a la soga soltarse de la rama donde estaba sujeta para caer al precipicio.

Los tres han tomado sus posturas iniciales, el más pequeño a la izquierda, el lobo café en medio y el lobo negro, quien curiosamente ahora ha tomado la delantera, no está jadeando de cansancio como los otros, sino que tiene la mandíbula fuertemente apretada, soltando gruñidos ahogados y con una mirada segada de furia que me dice que solo me he salvado de ellos por el barranco.

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