Kinping's Acelerator

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En algún lugar remoto de la
Tierra-1004.

—¿Es ahí? —susurró Jeonghan, apuntando con el dedo hacia adelante.

—Sí —confirmó Joshua —. La entrada debería estar veinte metros más allá ¿Puedes verla?

Jeonghan entornó los ojos, tratando de localizar cualquier indicio de la existencia de una puerta. Incluso con su aguda visión, le costaba trabajo ver a través de la lluvia radiactiva que caía de forma torrencial bajo el cielo negro, contaminado por nubes de polvo nuclear.

—No —respondió el chico.

Joshua ajustó el campo visual nocturno de su casco, pero sólo veía rocas. Observó la pantalla del pequeño ordenador que llevaba entre las manos. El punto rojo parpadeaba muy cerca de su propia ubicación.

—¡Mierda! —murmuró —¡Debería estar aquí!

—Espera —lo interrumpió Jeonghan —. Veo algo. Parece una cueva.

—¡Esa debe ser!

—Bien, vamos.

Joshua guardó la consola, y ambos salieron de su escondite y caminaron sigilosamente. Jeonghan iba adelante, atento a cualquier movimiento. A pesar de que ni él ni el rastreador habían detectado la presencia de ams*, era mejor ser cautelosos. La cueva estaba totalmente en penumbras, y lo único que se oía era el gorgoteo del agua al caer. Jeonghan observó desde la entrada mientras Joshua vigilaba a su lado, con el arma en la mano lista para disparar en caso de ser necesario.

—Es seguro —dijo Jeonghan.

Entraron. Joshua volvió a ajustar su casco de visión nocturna. Unos metros hacia el fondo de la cueva se encontraba una puerta de metal cerrada, con una consola de controles en un costado. Joshua caminó hasta ella, sacó su ordenador y lo conectó a la consola. Un par de tecleos y la puerta se abrió. Inmediatamente las luces se encendieron y dejaron al descubierto un pasillo de cemento que daba a otra puerta.

—Es increíble que todo esto se haya mantenido intacto —murmuró Jeonghan, sorprendido.

Atravesaron el pasillo y abrieron la siguiente puerta. Era un ascensor. Entraron en él y apretaron el único botón disponible, e inmediatamente comenzaron a bajar. Se detuvo veinte segundos después, y la puerta se abrió frente a un nuevo pasillo. Las luces también se habían encendido allí. Joshua levantó su arma en señal de alerta, pero, al igual que arriba, estaba vacío. Caminaron hasta una enorme puerta de metal de al menos medio metro de espesor, que Joshua logró abrir con su ordenador. Tras ella estaba lo que tanto habían buscado: el Acelerador de Kingpin, una máquina capaz de crear un portal hacia otro universo. Tenía la forma de un anillo de dos metros de diámetro, insertado sobre unos estabilizadores que lo mantenían sobre el suelo.

—¿Crees que puedas hacerla funcionar? —preguntó Jeonghan.

—No lo sé... —respondió Joshua, dudoso.

Caminaron hasta la sala de mando y Joshua conectó su ordenador. Los comandos se encendieron de inmediato.

—Parece que el sistema operativo está intacto —dijo —. Si logro desviar la energía suficiente, puede que tengamos una oportunidad.

Comenzó a teclear tan rápido como pudo. De pronto, una mueca de dolor atravesó su rostro.

—¿Estás bien? —preguntó Jeonghan de inmediato.

—Sí —respondió Joshua, aun cuando la mueca seguía ahí.

Jeonghan lo observó, preocupado.

—Estoy bien —repitió su amigo.

Jeonghan asintió, poco convencido. Iba a insistir, cuando Hong habló de nuevo.

—A propósito de "estar bien"... —dijo, con cautela —... si esto funciona... si encuentras a Seungcheol, no será la persona que conocimos, sino alguien completamente diferente...

—Lo sé —lo interrumpió Jeonghan.

Había amargura en su voz.

—Sé que es muy difícil para tí —lo consoló Hong —, pero incluso si se parecen un poco, no podrás quedarte. No podemos arriesgar ese mundo.

—No te preocupes —respondió Jeonghan —. Hice una promesa y la voy a cumplir. Además —dijo encogiéndose de hombros y con una falsa sonrisa en los labios —, soy bueno mintiendo. Jamás sabrá que...

Calló. Acababa de sentir un desagradable escalofrío que recorrió su cuerpo y logró que se le erizara la piel de la nuca. Medio segundo después apareció una pantalla en el ordenador de Joshua, que mostraba el mapa del sector. Miles de puntos azules se movían a gran velocidad hacia su posición.

—¡Nos encontraron! —exclamó Jeonghan, incorporándose de un salto.

Corrió hasta la puerta y luego hacia el pasillo. Debía detenerlas hasta que Hong hiciera funcionar esa maldita máquina. Miró el techo. Estaba recubierto de concreto, pero sobre él, debía haber roca. Si lograba dañar el concreto, el pasillo colapsaría y quedaría sellado. Eso les daría algo de tiempo. Alzó sus manos y de la yema de sus dedos salieron unos delgados pero muy fuertes hilos blancos que se pegaron en las paredes y el techo. Repitió el procedimiento varias veces hasta que todo el perímetro estuvo cubierto. Luego regresó por el pasillo y tiró de los hilos con todas sus fuerzas. Poco a poco el concreto se resquebrajó y los primeros trozos de escombros comenzaron a caer. Un segundo después, todo el sector colapsó y el túnel quedó cerrado bajo un montón de rocas.

—¡¿Estás bien?! —oyó la voz de Joshua tras él.

Jeonghan confirmó.

—¡El derrumbe no las detendrá por mucho tiempo! —exclamó.

—Lo sé —respondió Hong —, sólo necesito unos segundos más.

La alarma de su consola sonaba insistentemente en advertencia de la invasión que se gestaba sobre sus cabezas mientras el tablero de la máquina mostraba un "Cargando: 85%".

—¡Vamos, vamos! ¡Carga!

Un gran estruendo sonó tras ellos.

—¡Destruyeron el ascensor! —exclamó Jeonghan.

Cargando: 90%

¡Bloquearé la puerta pero no resistirá!

Cargando: 95%

Otro estruendo. La puerta de metal comenzó a remecerse. Jeonghan la cubrió de la tela de araña que brotaba de sus dedos. El sonido del metal rasgándose llenó el ambiente. Si entraban, sería el fin.

—¡Lo logré! —oyó la voz de Hong.

Jeonghan volteó. La enorme máquina frente a ellos se encendió, y un par de rayos blancos brotaron desde sus paredes y se unieron en el centro. La energía se concentró en ese punto, formando una bola que creció y creció hasta cubrir el anillo: el portal hacia la Tierra 0808 se había abierto.

—¡Ven conmigo! —suplicó Jeonghan.

Joshua sonrió.

—Sabes que no puedo —dijo.

Levantó su sudadera, dejando su abdomen al descubierto. La piel en la zona donde debía estar el hígado estaba cubierta por pequeñas e intrincadas venas moradas. Había sido infectado con un huevo de Am, y este ya crecía en su interior. Jeonghan lo observó con tristeza y lo abrazó. Un nuevo estruendo se oyó tras ellos.

—¡Vete! —gritó Joshua, empujando a su amigo.

Jeonghan apretó los puños, y corrió hacia la máquina mientras su cabeza se cubría con una capa de tela negra. Hundió su mano en el portal y desapareció a través de él. Lo último que vio Joshua de su amigo fue el traje negro con líneas blancas en forma de telaraña siendo tragado por la puerta interdimensional, que se cerró un segundo después.

—Nos vemos del otro lado —murmuró, antes de apretar el botón de la bomba que llevaba atada a su pantalón.

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Amazing Spiderman: La Invasión de los AmsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora