Amazing Spiderman: La Invasión de los Ams

Sector 17

Apenas Seungcheol tocó el agua, sintió que moría congelado. Si bien su traje de batalla lo protegía contra ciertos ataques físicos, el material no era suficientemente grueso para mantener el calor de su cuerpo. Suerte para él que había aprendido a bucear durante el verano pasado, o además de congelarse, habría sido arrastrado por las olas. Jeonghan en cambio, parecía no tener dificultades para desplazarse en medio de las corrientes marinas, tanto así que cada cierto tiempo debía detenerse para esperar a Seungcheol. De cierto modo, este último le envidaba. Si bien él también era poseedor de grandes superpoderes, no se comparaban con los de Jeonghan, quién parecía ser perfecto en todos los sentidos.

El soldado perfecto.

Eso le llevo a preguntarse qué tan fuertes debían ser las Ams como para haber destrozado un ejército de seres iguales a Jeonghan.

Indescriptiblemente aterradoras...

En otro instante se le habría erizado la piel con sólo pensarlo, pero ahora sus sentidos estaban más concentrados en la hipotermia que comenzaba a apoderarse de su cuerpo, y que ya había causado que sus brazos y piernas se entumecieran lo suficiente como para aminorar su marcha. Debía salir del agua, o perdería la consciencia. Jeonghan también notó el problema, así que regresó los metros que los separaban, cogió a Seungcheol por el brazo, y lo arrastró con él. Incluso cargando con los setenta y cinco kilos del humano, seguía siendo rápido.

Tal y como dijo Jeonghan, el ducto de desagüe se encontraba adosado en la roca. Una rápida mirada les indicó que no tenía sensores de movimiento, así entraron en el tubo que tenía espacio suficiente para que una persona se moviera en él, y tras algunos minutos de nadar, ingresaron a una especie de represa. Debía tener al menos quince o veinte metros de profundidad, y el doble de espesor. Jeonghan subió a la superficie y asomó levemente la cabeza para examinar el exterior. La represa estaba rodeada por muros de concreto, con focos de iluminación y una casilla de seguridad, con un militar como custodio. Jeonghan lo observó un par de segundos. Parecía dormitar, así que hizo una seña a Seungcheol. Este se deshizo del equipo de buceo, que cayó hasta el fondo de la represa, y nadó hasta donde estaba Jeonghan. Ambos salieron justo en una esquina de la en la cual la iluminación era escasa. Estaba bastante oscuro, pero su visión arácnida les permitió ver el lugar. A juzgar por los diferentes tubos que desembocaban en él, y el desagradable aroma a amoniaco, era muy probable que se tratara de un contenedor de residuos químicos. Utilizando su habilidad para desplazarse sobre las paredes, escalaron sigilosamente hasta alcanzar la parte superior de la represa, y cruzaron hacia el otro lado en donde se ocultaron entre el follaje.

—Las instalaciones están a medio kilómetro de aquí —explicó Jeonghan, apuntando hacia adelante —. Es probable que haya guardias vigilando, además de cámaras y sensores de movimiento, así que debemos tener mucho cuidado.

—S... sí —tartamudeó Seungcheol.

Jeonghan se volteó para mirarlo. Seungcheol temblaba de pies a cabeza. Tenía las piernas tan entumecidas debido al frío, que le costaba trabajo caminar.

—Siempre me dijeron que Florida era templado, incluso en invierno —se quejó, entre castañeteos —. Si hubiera sabido que el agua era tan fría, habría modificado el traje para...

Calló. De pronto se sintió rodeado por los brazos de Jeonghan, quién lo atrajo hacia sí. Su cuerpo irradiaba calor, igual que la noche anterior en la cabaña. Era reconfortante.

—Gracias... —murmuró Seungcheol.

—...eres una verdadera molestia... —respondió el otro, también en un murmullo.

Seungcheol sonrió ante aquel extraño dejavú. Hundió su rostro en el cuello del chico, y las palabras de su yo de un universo paralelo brotaron de su boca.