The Dreamer

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—Es... Kingpin... —dijo Jeonghan.

Por un segundo, Seungcheol no comprendió lo que el chico decía.

—¿Kingpin? —repitió después —¿Dices que el padre de Josh es Kingpin? ¡Debe ser un error!

—Es él ¡Estoy seguro! —confirmó Jeonghan, blanco como papel —Vi su imagen demasiadas veces como para olvidarlo.

Seungcheol negó con la cabeza, confundido. Abrió la boca pero se detuvo, pues en ese instante oyeron el sonido de la llave en la puerta. Estaban tan shockeados por el descubrimiento, que ninguno de los dos percibió los pasos del ama de llaves de los Fisk en la entrada.

—¡Mierda! ¡Olvidé a la Sra. Abbott! —masculló.

Cogió a Jeonghan por la muñeca y tiró de él hacia la escalera. Subieron al piso de arriba casi de un salto en lo que la mujer entraba a la casa. Seungcheol arrastró a Jeonghan hasta el cuarto al final del corredor, y cerró la puerta sin hacer ruido. Jeonghan miró a su alrededor. Claramente estaban en la habitación de una chica, la novia de Seungcheol. En otras circunstancias probablemente se habría sentido miserable pensando en ello, y lo que pudiera haber sucedido ahí, pero ahora no había tiempo para eso, pues un segundo después oyeron a la mujer subiendo también, y caminado por el pasillo. Debían ocultarse o serían descubiertos.

—¡El armario! —susurró Seungcheol.

Ambos se movieron lo más rápido que pudieron hasta el reducido espacio que funcionaba como ropero. Era tan pequeño, que Seungcheol cogió a Jeonghan por la cintura y lo atrajo hacia sí para que ambos pudieran entrar, quedando tan cerca el uno con el otro que podían sentir el latido de sus corazones. Jeonghan tuvo que hacer un gran esfuerzo por recordarse que ese no era su novio, y suprimir sus emociones. La mujer entró dos segundos después, recogió la ropa del cesto y se marchó. Ambos respiraron aliviados cuando la oyeron bajar por las escaleras, pero la suerte duró poco, porque apenas puso un pie fuera del armario, Jeonghan sintió un horrible dolor que se extendió por todo su cuerpo. Sus músculos se contrajeron y pensó que se desintegraría. Se encogió sobre sí mismo, agarrándose el vientre para aplacar la intensa sensación.

—¡¿Estás bien?! —susurró Seungcheol, preocupado.

Jeonghan apenas pudo mover la cabeza en señal afirmativa.

—Debemos salir de aquí —murmuró Seungcheol.

Caminó hasta la ventana, y la abrió cuidadosamente.

—¿Puedes caminar?

Jeonghan se incorporó. El dolor disminuía lentamente, pero ya podía moverse, así que siguió a Seungcheol hacia el patio trasero, y veinte minutos después estaban de regreso en la casa de los Choi. Jeonghan se sentó sobre la cama e intentó detener el temblor residual que afectaba su cuerpo. Aun tenía calambres en las piernas y brazos, y hormigueo en los dedos.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Seungcheol.

Jeonghan asintió.

—¿Qué fue eso?

—No es importante —dijo Jeonghan, a pesar de que se sentía fatal.

—¡Por supuesto que lo es! —exclamó Seungcheol —No es la primera vez que te pasa...

—Tenemos cosas más urgentes de qué preocuparnos —lo cortó Jeonghan.

Sostenía la fotografía de Kingpin abrazando a sus hijos. Observó la imagen y arrugó el ceño. Los recuerdos en la Tierra-1004 inundaron su cabeza, como si fuera un vídeo grabado en cámara rápida, y se detuvo en aquellos que quebraron su alma: Seungcheol bajo los escombros de una Zion arrasada por las arañas interdimesionales, y Joshua destruyendo el portal. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y fue invadido por el odio hacia aquel humano que había causado la muerte de quienes amaba. 

Amazing Spiderman: La Invasión de los AmsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora