CAPÍTULO El ancestro

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VICTOR 

Todo iba de maravilla, como cada mañana, Victor había terminado su meditación, agradeciendo a la madre naturaleza un día más de vida, pidiendo a los elementos que se conectaran con su yo interno, reconectando su corazón con el fuerte latido de vida que tenía el ambiente a su alrededor.

Se levantó, y comenzó a caminar hacia al interior de su acogedora casa, un lugar bastante grande para una sola persona, al escuchar las hojas romperse bajo las plantas de sus pies un frio viento le recorrió toda la espalda, ya casi entraba el invierno, pero se le hizo extraño ese terrible frio que le helo hasta los huesos, las hojas rotas del otoño bajo sus pies le recordó lo frágiles que pueden ser las vidas humanas, puedes vivir eternamente y sentirte completamente solo, más sin en cambio, tu vida se puede ir en un abrir y cerrar de ojos, y pudiste tener una mejor vida, eso muy pocas personas lo entendían.

- Nada es tan deprimente como ver la vida de tus seres amados extinguirse como la llama de una vela, mientras tú continúas tu larga vida sin un propósito - Se dijo el hombre para sí -.

Porque, aunque aparentaba la edad de un joven de 20 años en el auge de su vida, era un adulto hecho y derecho de 200 años que en los últimos 5 minutos se daba cuenta de lo que acababa de decir, necesitaba un propósito; la típica rutina que tenía no le daba felicidad, no tenía nada que ofrecer a este mundo que con cada segundo de inconsciencia se destruía sin mirar atrás, pero a pesar de eso le daría felicidad a los humanos con su don.

En busca de un propósito, dejó su casa por un año para encontrar la llama que lo moviera, conectarse no sólo con la naturaleza, sino también con su lado humano y así fue como un 23 de septiembre en Paris con una brisa ligera, y el sol naciente, al final del arco iris no se encontró con una olla llena de oro, sino con un pequeño niño solitario de cabello crespo castaño claro y ojos arcoíris, acunado sólo por la brisa del viento en una esquina fría y gris abrazando se las piernas.

- Hola pequeño, ¿Qué haces aquí tan solo? ¿Y tú mami? -.

- No tengo mami señor, las personas mayores dicen que soy huérfano - decía el pequeño con un hilillo de tristeza en su aguda voz, mirando siempre al suelo, con aquellos ojos con iris color arcoíris -.

- Veo que tienes frio...- Dijo Victor al ver como sus brazos temblaban como una gelatina -.

El pequeño no le respondió, más que con el gesto de abrazarse más las piernas al pecho, pegando su mojada playera a sus piernas, cuando algo cálido y pesado le cayó en los hombros, y por primera vez al ver a aquel hombre que sin motivo alguno le hablaba, pudo divisar algo triste, quizá no por verlo a él, quizá era por el hombre mismo que en su mirada reflejaba tristeza.

- ¿Quién es usted? - Dijo el pequeño levantándose, temblando de frio -.

- Podrías decir que soy un amigo, quiero ayudar, porque no vienes conmigo a mi apartamento, estoy quedándome por un tiempo no muy lejos de aquí - dijo Victor poniendo una cálida mano amiga en el hombro del pequeño -.

- Me encantaría - Dijo el niño sonriendo – El pequeño agradecía que alguien quisiera ayudarle -.

- ¿Te gusta el chocolate caliente? -.

- Nunca lo he probado -.

- ¿En serio? - Dijo Victor intentando simular sorpresa sólo para alegrar al pequeño - Entonces te gustará ir conmigo... -.

***

- ¿Te gusto bañarte en agua caliente en ves del agua fría de allá afuera? -

- Si señor - Dijo el pequeño niño con una gran playera blanca, que Victor le había otorgado para que no temblara por el frio -.

A través del tiempo [YA A LA VENTA EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora