El Maestro

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Este es el capítulo más largo hasta el momento de éste fic. Sigo escribiendo en mi teléfono :'v

Espero que les guste porque me agrada escribir sobre Will y Hannibal enamorados pese a que en la acción Will brille por su ausencia...

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No deja de sorprender la capacidad de adaptabilidad humana a las circunstancias nuevas a las que se enfrenta. Somos seres maravillosos, mutables, resilientes, elásticos en nuestro comportamiento y habilidad. Evolucionamos. Son enseñanzas aprendidas y heredadas por la sangre de nuestros antepasados; cientos de miles de generaciones que aprendieron del vértigo, del veneno, del ingenio, de la observación, del temor nato, ese, nuestro instinto de supervivencia, donde no necesariamente el más fuerte es el que sobrevive sino el más astuto, o en ocasiones solo el más afortunado.

El más inteligente y sagaz terminará por encontrar una manera de ganar en una confrontación con un individuo de su misma especie -o diferente-, mucho más grande y fuerte si se da la ocasión de una pelea, y si es aún más listo, incluso la evitará si no es estrictamente necesario pelear o ganar.

Pero de entre todo aquel amasijo de conocimiento, evolución y precognición que nos fue legado, el miedo es lo más básico de todo.

Teme por tu vida. Teme por tu futuro. Teme para lograr sobrevivir y así pasar tus genes a la siguiente generación.

El miedo es una cualidad natural en determinados aspectos. Así se va puliendo el ADN. Aunque también es cierto que aquel que no venció el miedo no sabe si el temor era infundado o no.

Eso solo se aprende con prueba y error. Y en el mundo de los alfas solo equivocándose es como se aprende que se puede conseguir una pareja adecuada, o caso contrario si la ilusión de querer a un omega cómo pareja reproductiva -por su alta compatibilidad genética- fue demasiado cara al ese omega estar enlazado a un alfa muchísimo más fuerte que el retador…

También sobra decir que está el libre albedrío. Una pareja destinada puede reconocerse, desearse, ansiarse, anhelarse, y no llegar a ser nada jamás. Es doloroso pero real.

Afortunados aquellos que amen y sean amados porque el amor y el instinto genético no siempre van de la mano. Las parejas que estén en verdad enamoradas y sean compatibles en lo genético son pocas pero existen, y ellos, ellos están en la gloria.

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La teoría de textos y academia pasa a segundo término cuando la realidad supera a los estudios hechos sobre la misma. Durante siglos la brutalidad de los alfas por demostrar dominio ha sido siempre legendaria, no solo en el arte de la guerra, la economía o el Estado sino en el más primitivo ámbito como lo es la nada simple decisión de tomar una pareja, pues remite por antonomasia desde míticos ejemplos como Helena de Troya, una omega maldita, hasta Napoleón dejando a Josefina porque no podía darle hijos aun siendo su pareja destinada, pese al profundo amor y deseo que hubo entre los dos.

Hannibal Lecter en su territorio experimentó de primera mano lo que ser retado por múltiples alfas conllevaba. En la naturaleza no era raro ver (cuáles delfines o batracios) que la desesperación por reproducirse sea tan imperante que a la primera hembra que aparezca en el horizonte le espere un destino cruel atacada por todo flanco para ser violada, apabullada y hasta acabar muerta, por el ansia sin igual de la que sus atacantes sean presa.

Y también se da el caso contrario donde un omega, deseado por tantos alfas, vea morir frente a sus ojos a todos los mejores ejemplos de su género en una encarnizada batalla que dé cómo resultado el que no haya un ganador y por ello el omega motivo del baño de sangre deba conformarse con menos, incluso tal vez un beta.

La Purga [AU AOB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora