Capítulo 40.

1.1K 105 62
                                    

Ayer se cumplieron tres meses desde que Yeonjun me pidió que seamos novios.

Inicialmente él quería celebrar a lo grande, pero ambos tuvimos un día de locos en el trabajo y decidimos modificar un poco el plan. Como era viernes y teníamos el fin de semana por delante, mi pareja ofreció pasar estos días en su sitio especial, y yo ni siquiera vacilé; acepté de inmediato.

Me encargué de la cena y Yeonjun se apropió de la tarea de lavar los platos una vez que terminamos. Esta vez, Tannie estuvo con nosotros, así que fue una sensación hermosa tener en mi regazo a esa bolita de pelos mientras mirábamos una película en la sala.

Ahora que he despertado, no puedo sentirme más relajado; no hay ni un rastro de tensión en mis músculos, ni muchos pensamientos en mi mente. Retozo sosamente en la cama, pego la nariz a las sábanas que todavía huelen a mi novio y luego la mejilla al colchón. Lo de anoche fue excepcionalmente estupendo.

Mis ideas imprecisas se pierden en el aire cuando escucho que la cadena del baño fluye y, unos segundos más tarde, la figura holgazana y desalineada de Yeonjun aparece en mi campo de visión.

Hace el esfuerzo por sonreír cuando notifica que estoy despierto, aunque es un gesto extraño el que esboza ya que parece estar más dormido que despierto. Arrastrando los pies, regresa a la cama y busca refugio en mis brazos, escondiendo su rostro frío en mi pecho desnudo una vez que nos encontramos acurrucados el uno en el otro.

Luego de que deposito un beso en su frente, todo se vuelve silencioso. Considerando que el exterior es un bosque en todo su esplendor, mi capacidad auditiva logra diferenciar algunos cantos de aves y el sonido de las copas de los árboles moviéndose gracias a la brisa. A diferencia de ayer, todo indica que hoy no lloverá.

— ¿Todavía tienes sueño? —Le pregunto en voz baja, mientras mis labios rozan su frente.

Niega con la cabeza, pero no se molesta en incorporarse o siquiera abrir los ojos.

Sonrío en respuesta y lo aprieto con más precisión contra mi cuerpo.

Pasada una prolongada pausa, lleno mis pulmones con el oxígeno necesario para rellenar el espacio con algo de charla. Aunque me asusta un poco cómo pueda llegar a reaccionar, siento que es momento de expresar mi duda.

— ¿Podemos hablar sobre algo? —Más que cauteloso, sueno tímido al interrogar.

—Lo que quieras —me replica sin vacilar.

Me relamo los labios.

—Tu mamá —pronuncio con cuidado—. Dijiste que había fallecido, pero...

Su figura se alza lentamente bajo mi atenta y ligera mirada, porque no quiero perderme ni un detalle de su reacción. Por su expresión, puedo deducir que mi curiosidad no lo ha ofendido o molestado.

Yeonjun queda sentado contra el respaldo de la gigantesca cama de madera maciza y se humedece los labios, mientras que sus orbes están fijos en un punto perdido de la habitación.

—La perdí cuando tenía diecinueve años —espeta en voz baja—. Según mi punto de vista, fue un cúmulo de acontecimientos muy desacertados. Ella había conseguido un excelente trabajo en la escuela más prestigiosa de Daegu, estaba tan contenta... Llámalo desgracia o simplemente destino; me dijo que iría ya mismo a casa para que celebremos, se subió a un taxi y tuvieron un accidente. El conductor se salvó, pero no pudieron hacer nada por mamá.

Un atisbo de tristeza me estruja el pecho. Un duro nudo empieza a formarse en mi garganta y quiero golpearme por ser tan susceptible frente a esto, pero odio cada idea de Yeonjun pasando por un momento desagradable.

Tendencia + Torpeza | YeonGyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora