Capítulo 41.

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Ver con mis propios ojos a Nueva York y pisar las calles de esta ciudad me pareció una fantasía. Me costó mucho creer que esto realmente estaba sucediendo.

Vamos, estas cosas no pasan en la vida de un surcoreano de clase media que todavía duerme con alguna luz encendida.

Pero cuando tu novio es una celebridad con muchos millones en el banco... Bueno, hay más posibilidades.

Al igual que en casa, es primavera aquí. Por ello el clima era agradable por la mañana y desayunamos en el balcón de la suite que Yeonjun reservó. Había algunas nubes en el cielo, aunque que no eran exactamente una interrupción para que la calidez de los rayos de sol cayera sobre todo a su paso.

La gente era un tema aparte; la gran mayoría se veía, a mí parecer, malhumorada por alguna razón... O quizás soy yo, que no pude dejar de sonreír y mirar a todo lo que me rodeaba mientras que íbamos en el taxi camino al set.

No sé cuántos clics nacieron de mi móvil por todas las fotografías que tomé. Desde que abandonamos el hotel temprano para acudir a mi primera jornada laboral, estuve pegado a mi teléfono para documentar en imágenes casi todo a mi paso. Incluso le tomé una a un cesto de basura que estaba lleno de grafitis.

Pero Yeonjun ni siquiera se inmutó por la hermosura de esta increíble ciudad, de hecho, podía jurar que visitar Nueva York fue, es y será algo muy común para él. En el vehículo se encontraba sentado a mi lado, revisando su teléfono y chasqueando la lengua cada treinta segundos, en una muestra clara de irritabilidad.

Probablemente discutió más de una vez con Soobin de manera virtual, ya que él quedó a cargo mientras el gran jefe se iba a un viaje de negocios (sí, ese negocio soy yo).

Fuera de ese pequeño inconveniente, todo salió de maravilla.

Al igual que mi primer día como modelo.

Excepto que en determinado momento del photoshoot, el fotógrafo sugirió que debería hacer algunas fotos sin camisa... Y Yeonjun casi pierde la cabeza. Aunque logró disimular su indignación y concluyó en una charla con el profesional que yo todavía era un novato en el campo, que debía aprender más antes de mostrarme.

—Lo hiciste fabuloso, Beom —Mew, el fotógrafo tailandés con el que trabajé toda la mañana, me dice con una sonrisa amplia—. Veo en ti un gran potencial, sin duda hoy te convertiste en uno de mis modelos favoritos.

—Gracias —espeto en respuesta, acompañado de una tímida reverencia.

—Trabajas para Gucci también, ¿verdad? —La voz de Yeonjun llega a mi campo auditivo y me giro para mirarlo, encontrándomelo justo junto a mí—. Estoy seguro de que te he visto trabajando con una de mis colecciones en dos mil diecinueve.

—Así es, me impresiona su memoria, señor Choi —replica, y una de mis cejas se enarca firmemente por el tono coqueto que este muchacho está utilizando para hablarle a mi novio—. Fotografié a Kai. ¿Este interesante chico será parte de su próxima colección?

Yeonjun niega con la cabeza.

—Mi único y próximo plan es ser padre. Mis colecciones pueden esperar.

El fotógrafo da un lento asentimiento con la cabeza ante su respuesta y luego se dispone a tomar su bolso.

—Fue un placer volver a encontrarnos, señor Choi —le dice a Yeonjun, a modo de despedida, y a mí me dedica una sonrisa gentil.

—Igualmente —murmura. Está claro que no puede ofenderse con este hombre por llamarlo de la típica manera respetuosa.

—No estuvo tan mal, ¿verdad? —Le pregunto a mi pareja una vez que estamos a solas.

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