Capítulo 30.

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Llevo bostezando un largo rato, pero mi cuerpo se opone a la idea de cerrar los ojos y dormir. La película que Yeonjun escogió está muy interesante y me niego a perderme el final.

Estoy acurrucado en sus brazos y nuestras piernas están entrelazadas por debajo de las mantas suaves que cubren toda la extensión del gigantesco colchón. Gracias a los enormes ventanales de la habitación, adornados con cortinas blancas muy transparentes, puedo ver que el viento sopla violentamente en el exterior, pero yo no puedo sentir otra cosa que no sea calidez. El calor corporal que el hombre que me gusta me proporciona, acompañado por la calefacción que él decidió activar muy bajamente.

Cuando la película que se reproduce en la televisión de no sé cuántas pulgadas da un giro que me deja sin aire, mi cuerpo reacciona incorporándose velozmente, seguido de un grito ahogado. Escucho, entonces, una risita leve brotar de los labios de Yeonjun. Él ya vio este filme, y no necesito ser un genio para saber que probablemente esperaba una reacción así de mi parte.

— ¡No me jodas, carajo! —Exclamo, llevándome las manos a la cabeza. Me volteo para mirar a Yeonjun, y me encuentro con que él está asintiendo con la cabeza—. ¡Ella era la asesina!, ¡la protagonista del carajo era la villana!

Yeonjun descansa su mano en mi espalda para brindarme unas suaves caricias.

—No te alteres, nene. Todo es ficticio.

—Voy a necesitar que me pagues un psicólogo luego de esto —le digo, y él vuelve a reír.

Otra vez busco refugio en sus brazos, soltando suspiros a cada minuto por lo mal que me está dejando esta película.

—Ya no quiero vivir más —musito con fingida angustia cuando la cinta finaliza, escondiendo mi rostro en el pecho de Yeonjun.

— ¿Estás seguro? —Él busca mi mirada, mientras reparte pequeños besos en mi frente descubierta—. Tengo muchas películas con finales inesperados que posiblemente te gustarán.

—Uhm... —Levanto un poco el mentón para observarlo—. ¿Me vas a abrazar si me largo a llorar como un nene chiquito?

Eres un nene chiquito y te voy a abrazar por siempre.

Sonrío y me aproximo un poco hasta su rostro para darle un beso corto en los labios.

—Está bien, acepto.

Una sonrisa ladina se filtra en la boca de Yeonjun antes de volver a besarme, con tranquilidad y toda la paciencia del mundo. Poco a poco, nuestro contacto se vuelve más húmedo y mi pulso se intranquiliza cuando me percato de que se está presionando muy gentilmente contra mi cuerpo.

Sigue buscando mi boca como si no existiera otra cosa que lo llene, como si estuviera absolutamente hambriento de mis labios, de mi sabor. La deleitable energía que surge entre nosotros aparece de nuevo, esta vez con más intensidad que nunca... Y me encanta.

Los belfos gruesos y mojados de Yeonjun dejan mi cavidad y descienden lentamente, haciéndome temblar por un momento. Busca un punto exacto en mi cuello antes de plantar un beso, que se siente como un choque eléctrico de lo más agradable. Besa el lunar en mi cuello. Me muerdo el labio inferior, esforzándome por dominar mi propia respiración.

Su cálido aliento choca en mi piel húmeda y me estremece con prontitud; siento que la punta de su nariz acaricia dicha zona, antes de comenzar a trazar otro pequeño sendero de exquisitos y tardos besos.

Estoy a punto de perder la cordura y dejarme llevar por los sentidos, por todo lo que Yeonjun produce en mí físicamente.

— ¿Por qué estás tan tenso?

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