Capítulo 42 (parte I)

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— ¡Ese chico es una joya! —Kim Seokjin vuelve a exclamar, como si halagarme fuese su pasatiempo favorito—. Mi amigo, créeme, tu pequeño nunca pasará hambre gracias a la fortuna que este niño te ayudará a hacer.

Cuando el jefe de redacción de GQ Corea rodea el hombro de Yeonjun con su brazo, mi novio rueda los ojos en compañía de una expresión agraciada y densa.

Y de nuevo, uno de los mejores amigos de Yeonjun vuelve a mirarme con una sonrisa brillante y mirada cargada de regocijo.

—Beomgyu-ah, si en algún momento tu representante deja de caerte bien, siempre puedes llamarme, eh —su semblante se torna serio cuando habla y luego articula un gesto telefónico con su pulgar y meñique.

Jiyeon, la fotógrafa con la que me encuentro trabajando y también esposa de Seokjin, deja escapar un largo bufido que deja en claro su disconformidad con el hablador de su esposo.

—Señor Kim Seokjin, por favor deje de molestar a mi modelo y limítese a cerrar la boca. —Le espeta con determinación.

—Perdón, perdón. —El hombre le muestra las palmas y agacha un poco la cabeza al decirle.

Cuando Jiyeon regresa su vista a mí, me atrapa infraganti sonriendo por la escena que acabo de presenciar.

— ¡Amé esa sonrisa! —Exclama—. Otra vez, Beomie.

Mientras que la reconocida fotógrafa y empresaria continuamos con nuestra labor, la lengua de Seokjin vuelve a desatarse para hablarle a mi novio con una intensidad que me hace cuestionar cuánto tiempo la paciencia limitada de Yeonjun podrá soportarlo.

—Hablando de bebés, ¿ya nos elegiste como sus padrinos?

Noto que mi novio se reserva un bufido largo, que resultaría una muestra clara de su descontento, y se limita a relamerse los labios. Se gira hacia su colega y coloca sus amplias manos sobre los hombros adversos.

—Jin hyung, mi hermano del alma... —Comienza a decir, en combinación con una sonrisa cálida—. Lo importante aquí es que todos somos saludables y apuestos.

A Jiyeon se le escapa una risa que contiene velozmente.

—Uh, eso debió doler.

—Ya sé que soy precioso, Yeonjun —Seokjin rueda los ojos y prosigue, aparentemente, sin necesidad de frenarse—: ¿A quién vas a elegir? Debo de ser yo. Nos conocemos hace muchísimo tiempo, hemos trabajado juntos en proyectos increíbles, ¡me lo merezco!

— ¡Seokjin! —La fotógrafa, exasperada, vocifera, y se vuelve de nuevo hacia su marido—. Deja de acosar a tu amigo. Él y Wonyoung elegirán a quien se les dé la gana.

Y entonces, la boca de Seokjin se abre en un gesto cargado de indignación.

—Ya entiendo lo que pasa aquí —las palabras expresadas por el empresario suenan como veneno, no obstante, las mejillas de mi novio se tornan rojas pues está tratando de aguantarse las carcajadas—. Vas a elegirla a ella como madrina, pero no a mí, ¿verdad? No puedo creerlo.

Me veo en obligación de agachar la mirada para no partirme de la risa ante este berrinche del hombre millonario y famoso de treinta y cuatro años.

Sin embargo, su esposa determina que ya no tiene deseos de soportar los escándalos de su pareja. Baja la cámara profesional que sostiene entre sus pequeñas manos y clava la mirada en su agente de seguridad personal.

—Jaeyong, saca a este hombre de aquí. —Le dice.

Y el rostro de dicho guardaespaldas palidece de un instante a otro. Mira atónito a Seokjin y después a Jiyeon, tragando saliva.

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