Cirilla descansaba debajo de mi cuerpo, suspirando, gimiendo, con las piernas abiertas, totalmente húmeda y anhelando más después de recibir apenas unas migajas de lo que podía ofrecerla. La poca fuerza de voluntad que me quedaba desapareció cuando esa petición salió de su boca.
Cuando permitió que le mostrara lo que podía sentir si me dejaba avanzar intenté tener cuidado, me contuve lo suficiente como para que ella disfrutara de mis caricias, de mis besos, pero ahora que me había pedido que continuara sentía que iba a explotar antes de empezar siquiera. Su bello rostro me observaba con total sumisión, confiaba en mí y estaba esperando a que le mostrara qué tan dulce podía ser sentirse llena de mí. Y aunque yo ya había yacido con más mujeres, no tenía ni idea de lo que sería hacerlo con ella.
No quise demorarlo más, así que me separé de su cuerpo y me puse de rodillas. Con unos pocos movimientos conseguí quitarme la parte de arriba y mi torso quedó desnudo. Ciri se inclinó hacia delante y puso sus manos sobre mi pecho, la timidez que teníamos al principio iba desvaneciéndose a medida que el deseo aumentaba. Su solo contacto hizo que la respiración se me cortara y mi cuerpo vibró al imaginar cómo sería sentirla a mi alrededor. Llevé mis manos al borde de su camisón y lo subí con cuidado mostrando cada vez más partes de su hermoso cuerpo. Sus muslos tersos y suaves se mostraron primero, después, su intimidad quedó expuesta y ella no hizo amago de taparse, así que seguí subiendo la fina tela, esta vez mostrando su vientre, hasta que finalmente sus esbeltos pechos quedaron libres y aparté el camisón de ella, tirándolo al suelo. Mi vista recorrió todo su cuerpo, cada parte, cada zona, cada centímetro de su piel suave y blanquecina que muy pronto iba a poder disfrutar, besar, morder, amasar. Se me hacía la boca agua solo de imaginarlo.
Cirilla apartó las manos de mi pecho y comenzó a bajarlas acariciándome a su paso muy despacio. Mi respiración se aceleró en respuesta. Sus dedos juguetearon con mi abdomen, hasta que se deslizaron más abajo y se detuvieron al borde de mi pantalón. En ese momento nuestras miradas se encontraron y mis manos fueron en busca de las suyas. Poco a poco bajé el pantalón hasta que mi erección quedó libre. Los ojos de Ciri bajaron despacio hasta esa zona y noté que la curiosidad se apoderó de su expresión.
–Acércate –pedí.
–¿Qué? –preguntó algo sobresaltada, levantando la vista.
–Acércate más –repetí, comprendiendo su titubeo.
–¿Por qué? –una sonrisa nerviosa apareció en sus labios.
–Porque quiero que me toques –respondí–. Quiero que veas lo que ocurre cuando me tocas.
–¿Cómo...? –un escalofrío recorrió mi piel–. ¿Cómo quieres que te toque?
–Como tú quieras, princesa. Es imposible que puedas hacerlo mal –susurré con la voz ronca.
Ciri se miró las manos unos momentos, intentando pensar qué podía hacer para darme placer y no pude evitar sonreír al verla. Unos segundos después apartó la vista de sus manos e imitó mi postura, se colocó de rodillas frente a mí y volvió a posar sus ojos sobre mi erección. Quería que ella investigara por sí sola, que probara qué cosas me gustaban más o me gustaban menos, aunque estando con ella tenía claro que cualquier cosa que me hiciera iba a ser una delicia.
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LA PRINCESA Y EL DRAGÓN | Aemond y Cirilla
FanfictionDespués de verse obligados a cumplir con su deber, Aemond y Cirilla deberán comprobar si su nueva vida juntos funcionará. ¿Temerá la princesa el fuego su dragón, o será el dragón quien huirá de la magia indómita de su amada?