Tarta de frutos rojos

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Usualmente me apasiona la lluvia, debo ser la única mujer del pueblo que sale de casa en plena tormenta. hago cosas infantiles como saltar en charcos, bailar y correr bajo la lluvia y esas cosas. después de cansarme y en lugar de volver a mi casa, me dirijo a la cafetería de Mary, mi hermana mayor. y me pongo a comer tarta de frutos rojos hasta cansarme. una de esas noches mientras veía a los últimos camioneros del local salir de la tienda y retomar la vía que conectaba con la autopista, llame a mi hermana.-Mary-la llame.-me darías un ultimo pedazo?. lo siento- contesto de manera algo seca- el hombre detrás tuyo pidió el ultimo pedazo. indignada, por ver mi tarta en manos de un extraño me dirigí a donde estaba, y me senté frente a el. oye- le digo lo mas cordial que puedo-te molestaria darme tu tarta? te pagare-. mis suplicas no surtian efecto, o no el deseado, ya que el cautivante oficial frente a mi me invito a compartirla. al final, ni siquiera nos comimos la tarta, solo hablamos hasta la madrugada. 1.80, un hermoso cabello color caoba algo enmarañado. jeans oscuros, camisa blanca remangada hasta los codos, una peculiar corbata vinotinto. se llama Will, y hable sin parar con el hasta las 2 de la mañana.-dime, que hace una chica tan interesante como tu en este pueblo a la mitad de las montañas?.-pregunto de una manera que hizo que me emocionará cómo nunca me había pasado. «no soy fea» pienso, y recuerdo la infinidad de veces que mi hermana ha querido hacer que tenga una pareja, no para de organizarme citas, al parecer piensa que por estar casada puede opinar sobre mi vida amorosa, últimamente intento hacerlo más que antes ya que desde que cumplí 31 hace 3 días, considere que mi estado de soltera era más solitario de lo que me gustaba admitir. Mientras nos presentamos, y le contaba sobre mi, escuché su profesión. «Jamas me imaginé conociendo a un negociador»
Esos oficiales que se encargan de hablar con los suicidas, y que en ocasiones, logran convencerlos de cambiar su decisión. Hablamos hasta que nos doliera la garganta, me atrae su forma de ser, su carácter. Y el siente fascinación por mi hobby de fotógrafa.-has de ser la persona más divertida con la que he hablado-me dijo antes de salir del café.
La temporada de lluvia no le quedaba mucho tiempo para terminar, y ya rara vez llovía un día que salí con el a pasar el rato en el café, y en nuestro aniversario de 6 meses saliendo, me propuso ser su esposa, en una linda tarde de lluvia.
Era de noche, probablemente las 8, y como siempre , estábamos en el café de Mary, ya que a 12 días de la boda, y terminando los preparativos, solíamos quedarnos hasta altas horas de la noche. Había empezado una pequeña galería, por mi hobby de fotografía, aunque ya empezaba a ver buenos resultados, y estába planeando en dejar de tomarlo como un hobby, y tratarlo como mi trabajo.
Me gustaba oírlo hablar sobre sus casos, a veces hasta me traía algunos de los libros con los que tenían que instruirse para su trabajo, y los que leía ya que recientemente adquirio un diploma para ejercer como psicólogo civil. El es alguien que, bajo su fingida bravuconeria era muy empático y de no ser pos su talento para tranquilizar y convencer a la gente, hace bastante habría abandonado su trabajo, pues siempre me decía que odiaba ver a la gente al borde mismo de la desesperación.-Te tengo noticias-dijo con el rostro brillando de la emoción.-tengo una oferta de trabajo como psicólogo civil, en la universidad de Georgetown, ya sabes, la que visitamos el mes pasado de "casualidad" cuando fuimos a D.C en busca de una buena vivienda-dijo algo pícaro-podriamos vivir en la capital, además, su programa de fotografía te gustará.
Me dejó en mi casa, con la promesa de llamar en cuanto tuviera tiempo, a eso de la media noche, aún en el café su jefe lo había llamado, una mujer estaba sobre uno de los puentes ferroviarios de Harpers Ferry, a pocos minutos de el pueblo. Cómo estaba lloviendo, me preocupe ligeramente ya que tenía que tomar la vía corta que estaba algo resbalosa, pero entendía que debía cumplir su deber, además jamás me lo perdonaría si le impedía salvar a alguien.
De los últimos 10 años, hubo exactamente 20 casos famosos, ya sea por qué hubo mayor cobertura de los medios, o por qué el afectado era un político corrupto y ebrio o un banquero arruinado, de esos 20 casos el manejo 15, y solo perdió a 3 víctimas, así que era la opción obvia de su jefe. Hace años, en Charleston, mi hermana y yo fuimos por el funeral de mi padre, y al salir de la iglesia e intentar volver al pueblo, el centro estaba congestionado, un banquero descubrió que su esposa le engañaba, y se paró en lo alto de una cornisa del hotel de la ciudad, a su lado, un Will 6 años más joven trataba de calmarlo, hasta que lograron salvarlo.
Es bueno en lo que hace, decía mi hermana y yo asentía «esta vez no será diferente»  y así fue, la víctima estaba ilesa, solo tuve que cambiar mi vestido blanco de boda por uno negro de luto, ya que ví en televisión a mi prometido morir para salvar a la mujer del puente.
Mi hermana y yo no pudimos despegarnos de la pantalla de mi casa debido al shock, la víctima, una senadora de 50 años nacida en Charleston que acababa de recibir la notificación de una llamada al juzgado por malversación de fondos públicos, por la culpa y el alcohol, se lanzó a su coche, condujo hasta el puente, y trepó a lo más alto, dispuesta a lanzarse, y lo habria hecho, de no ser por qué Will logro llegar a tiempo, a pesar de la lluvia, condujo cómo nunca, y durante 4 horas seguidas estuvo de pie en lo alto del puente junto a la senadora, tratando de convencerla de que bajara por las escaleras de emergencia junto a el. Al final la convenció, pero al intentar bajar, perdió el equilibrio, y antes de caer, Will se lanzo hacia ella, lograndola empujar a tiempo para que recuperará el equilibrio, pero arrojándose en el proceso a las turbulentas aguas del Potomac.
No han pasado 2 días desde el funeral, y no se que es peor, si la lluvia, que últimamente dejo de ser mi cosa favorita en el mundo, no ha dejado de caer, incluso en en funeral. Si el hechar un puñado de tierra al ataúd antes que lo sepulten, y ver a sus familiares compartiendo mi dolor, haciéndome entender que jamás volverá.  O si el hecho de estar sobre el puente donde el se sacrifico por alguien más, con la intención de suicidarme, no es la más cruel de las ironías de la vida.
Tras el incidente el puente recibió un notable aumento de seguridad para evitar estos casos. Y los cientos de habitantes que conocen su vida, y rinden un homenaje a la placa colocada en su honor, con su célebre frase: "si no puedes soportarlo, deja que te ayude a hacerlo". La lluvia paro de manera algo abrupta, ni siquiera unas gotas, solo un frío que penetraba hasta lo más profundo de tu alma, pero que acompañaba muy bien mi sentimiento de soledad.
Después de lograr subir, aprovechando la aún inneficiente seguridad era muy simple, un tren de carga conocido por ser ruidoso pasa a las 3, y sumado a las aguas aún picadas por el fin de temporada, bastarían para ahogar todo ruido.
«faltan 5 minutos» pensé, y en ese momento, mientras me dejaba mecer por las corrientes de aire que me azotaban sentí que se sentó a mi lado.
No tenía la apariencia de cuando los rescatistas lograron salvar su cuerpo, ni cuando pocas horas antes, habíamos hablado en el café. Cuando voltee a verlo su camisa blanca, su corbata vinotinto y su cabello enmarañado, me recordaron un pasado ahora lejano y muy distante
-sabes, nunca te lo dije, pero tú corbata es bastante fea- fue lo primero que dije.
-sabes cuál es mi trabajo Iris?-pregunto serio.-hacer que cumpla mi promesa de estar siempre contigo-le dije casi sin voz. Me miró con una tristeza evidente y los ojos llorosos. Se levantó y me extendió la mano para ayudarme a parar, -entonces vamos-susurro. Y cuando me disponía a agarrar su mano para impulsarme, algo cruzo como un rato por mi mente «si tomo su mano, caeré con el, si no lo hago, no lo volveré a ver» cómo hacía constantemente, leyó mis pensamientos, y retiro su mano.-no quiero que me acompañes ni me sigas, solo quiero que sigas que te acompañaré siempre.- y acto seguido desapareció de mi vista.
Y mientras alzaba la vista, note un aroma dulzón en el ambiente, era el aroma de una tarta de frutos rojos

LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora