La gente siempre dice que no recuerda casi nada de su infancia, que con el tiempo pierden los recuerdos, que es imposible. Difiero con todos ellos. Puedo ver toda mi vida perfectamente, cómo si fuera una película.
El 2do de 3 hermanos, éramos pobres pero no importaba, si tuviera que definir a mi familia con una frase sería: "ninguno de los 3 hermanos teníamos el mismo color de cabello."
Mi madre escapó de casa a los 17 con un chico italiano que se que se mudo a América luego de la guerra, de el nació mi hermano Marco. Ojos oscuros y cabello café algo encrespado cómo su padre, el cual murió al año a manos de la mafia. Yo nací 1 año después del nacimiento de Marco, producto del amorío de mi madre con un irlandés que conoció en un bar, me heredó su nombre y su apariencia, y luego de nacer yo, desapareció. Ojos azules, y cabello rubio, mi único recuerdo de el, es que ambos nos llamamos Edmond.
Mi hermana nació a los 2 años, cuando ya vivíamos en San Francisco. Mi madre conoció a un Japones-Americano que trabajaba en los puertos, siempre vivía por miedo, ya que las deudas de su padre lo perseguian, se casó con mi madre, y luego del nacimiento de Mako, falleció dejándonos cómo herencia sus deudas heredadas.
De entre todo lo que recuerdo, mi época favorita creo que fue a mis 7 años, ya se había pagado la deuda, y entre a estudiar junto a Marco, el cual siempre fue muy inteligente y siempre me guío. Mako se encargaba de cuidar a mi madre, y alegrar nuestras vidas. Luego llegó Bob y fue el mejor padre que tuvimos.
A mis 15 vivía de manera cómoda y feliz, mi madre se casó con Bob y eran felices, Marco tenía becas académicas para cuando quisiera entrar a una buena universidad y Mako empezaba a demostrar interés por la medicina, Siempre fui atlético, y Bob me enseñaba a Boxear, esta época fue perfecta....bueno casi, por qué ahí nos enteramos del cáncer de mi madre.
Escuché a alguien decir «en buenos tiempos, los hijos entierran a sus padres, en tiempos de guerra, los padres entierran a sus hijos» pues odiaba los buenos tiempos, ya que a mis 20 años tuve que enterrar a mi madre.
Lucho valientemente contra un cáncer de páncreas agresivo, «lo mejor fue que se fuera» me decía Marco, el dolor ya no la dejaba ni respirar.
Bob cayó en la bebida, y no pudo seguir boxeando, sin fondos volvimos al punto de inicio. Pobreza, la zona humilde de Chicago recordaba al purgatorio, miseria dolor y muchas cosas las cuales una niña de 18 con un padrastro alcohólico y 2 hermanos que intentaban sacarla adelante no debía conocer, mi motivación siempre fue ella, que pudiera salir rápidamente de esta zona.
Siempre le tuve algo de envidia a mi hermano, más alto, más inteligente, aunque bastante astuto y engañoso, claro que nunca lo odie, excepto cuando, nos abandono para salvar el su futuro, y condenarnos a seguir en la miseria, pero ahora sin el.
La rutina con Bob era la misma
A cambio de que no le hiciera nada a Mako, yo recibía todos los golpes que nos daba, hasta que algún vecino se cansaba de los ruidos, llamaba a la policía y desaparecía un tiempo, en lo que yo me ganaba el pan y trataba de saldar algunas deudas, hasta que lo soltaban, y todo volvía a empezar.
Tuve que entrar a el mundo de las apuestas, peleas ilegales, y la mafia para mantener a Mako y sus estudios, quien a sus 20 años estudiaba medicina, siempre me curaba cuando volvía de una pelea especialmente difícil, o cuando mis heridas amenazaban con un infección, lloraba y me reclamaba por lo que hacía, pero no la dejaré pasar hambre.
Luego llegó el día en que Bob volvió a una hora imprevista, y ya estaba tomando, cuando Mako intento huir de la casa, el le dió una paliza, mandandola al hospital donde hacía sus practicas.
Aún recuerdo la escena, Bob suplicando piedad, molido a golpes por mis puños, rompió la única promesa importante, y su vida fue el costo.
Luego de lograr localizar a Marco, y de una pelea con el por habernos abandonado, le di todo el dinero del que disponía, y le entregué a Mako, haciéndole la promesa que si no la cuidaba, o la abandonaba, su cuerpo sería aún más difícil de buscar que el de Bob, ya que está vez no quedaría nada que buscar.
Las oficinas de reclutamiento eran fáciles de localizar, pero la lluvia hacía algo difícil el trayecto, aprovechando el pretexto de la guerra, me fui a conseguir el único trabajo en el que estaría a salvó de lo que hice, y en el cual era bueno, me acababa de enlistar como soldado.
Uno de los momentos en que más tuve miedo en toda mi vida fue durante en desembarco de Francia, los alemanes eran como animales...no como demonios, con armas dadas por el mismísimo Satanás para enviarnos a todos nosotros en grupo y en orden al infierno. La playa olía a combustible y cartuchos quemados, a pólvora y tierra, a explosión y a sangre, básicamente olía a miseria, y no podíamos marearnos, la adrenalina de estar constantemente esquivando balas o granadas no nos lo permitía.
La guerra es cruel, ya que hace que la propia humanidad desaparezca, y emerga algo más oscuro y primogénito, el instinto más básico y antiguo después del deseo de reproducirse “Supervicencia”
Luego de la toma de la playa, empezó un sangriento y desgastante descenso hasta el corazón del país, y hacia su capital. Paris, el destino final de nuestro pelotón. Lo único bueno de esos días, fue la carta que llegó a mi: Mako se graduó como una de las mejores de su clase, y ahora es oficialmente médica, junto a la carta, una foto que dejaba ver a mi linda hermana a sus 22 años, vivia la vida que merecía, una vida normal.
La primera chica con la que estuve fue eun un pueblito campestre a 160 millas de París, luego de liberarlo, los lugareños nos trataron a nosotros y a los rebeldes que nos servían de guías como auténticos héroes, por la celebración que montaron, uno supondría que estaban anunciando la vuelta a la tierra de Jesucristo.
Era una chica rebelde, no solo por ser de la resistencia, si no por su temperamento, despiertos ojos claros, cabello abundante y rojizo que hipnotizaba a cualquiera, y un cuerpo que hacia resaltar cualquier prenda que tuviera. Fueron 2 apasionantes y calmadas semanas de descanso luego de las cuales y con la llegada de los refuerzos esperados, nos separamos sin despedirnos y sin la esperanza de volvernos a ver. Roseu, siempre pensé que era un lindo nombre, era la líder de su grupo, y se encargaría de guiar a la compañía de tanques con las que nos encontraríamos antes de llegar a París.
Nunca vimos a ver a los rebeldes o a los tanques, a los días de irnos del pueblo, y con el estimado de que los tanques estarían pasando por el en estos momentos, nos llegó la noticia de un ataque sorpresa de artillería sobre la zona, mandaron a un explorador, los tanques se fundían por el calor de las llamas, las ruinas desdibujaban el paisaje campestre, y el mundo de muertos hacia de el lugar un paisaje de terror, claramente no hubo supervivientes.
Desgraciadamente nunca llegamos a París, aunque siempre quise conocerlo, nuestro pelotón se dividió y se encontró con tropas que también iban de camino a la frontera, debíamos esperar un ataque sorpresa, el cual llego...pero ni por asomo tan peligroso como nos hicieron creer, luego cruzamos la frontera hacia Alemania.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, bueno, yo era uno de cientos en el grupo que ya la había perdido, el miedo a no volver a casa, a jamás llegar a nuestro destino o sencillamente el volver, y no ser tratados como héroes si no por lo que somos ahora Monstruos.
La rutina se hace aburrida, levantarse con cansancio acumulado por la jornada de ayer, esforzarse mucho en la de hoy, arriesgar la vida, y arrebatarla cuando es necesario, todo para avanzar y hacer retroceder al oponente, y cuando ya no damos más, nos dan la orden de acampar y dormir, sabiendo que nadie duerme realmente por el miedo a morir si lo hace.
«Ven? No es imposible» cómo casi todos los días desde el inicio de semana, hoy amaneció lloviendo a cántaros, las orugas de los tanques se descompusieron por el barro y los escombros, y habia que reemplazarlas, lo que nos obligo a parar a campo abierto «Mala idea» pienso, deberíamos ubicarnos en el linde del bosques y esperar al anochecer para reparar los tanques, lo cual nadie hace, ya que tenemos órdenes.
Los disparos no tardan en sonar.
La jornada de hoy ha consistido en resistir las 3 oleadas que durante horas han intentado aniquilarnos, con cada hora, la experiencia se vuelve más valiosa, ya que son ella sucumbimos a él más primitivo instinto de supervivencia, el cual no es precisamente efectivo contra cientos de alemanes corriendo hacia uno con metralletas disparando
Mientras transcurría la batalla, mi memoria se abarrotaba de recuerdos, mi vida pasaba por mi mente una y otra vez, como un disco que se repetía eternamente. Luego de salvarme a mí y a unos compañeros del último ataque de mortero de la noche, puedo notar que la molestia que siento en el pecho es cada vez más insoportable, así que, dejando que la lluvia lave la sangre de mis heridas, y el barro de mi uniforme, me relajo al ver a los paramédicos tratando de sacar la bala que tengo en el pecho sin matarme, «Mako lo haría mejor» mientras le pedía a los paramédicos que me dejen en paz, me retire un poco del conglomerado, y empecé a vagar bajo la lluvia, con los muertos bajo mis pies, y el cielo sobre mi cabeza
«lo admito, no es posible ver toda tu vida, no sin pagar un precio»
Y ese precio es sencillo, mientras vez como tu vida se apaga, cómo tu existencia poco a poco deja de existir, la mente te da un último y cruel regalo «mi vida ante mis ojos» moriré, es obvio, ya siento pesados los párpados, y mi respiración aunque pacífica, es cada vez más irregular, empiezo a sentirme liviano, y la molestia del pecho desaparece, veo cosas, cosas inimaginables, ni siquiera puedo describirlas, y no lo intentaré, la palabra de un muerto no es la más fiable.
En ese momento, a la vista de unos pocos que me observaban en similares condiciones, solamente cerré los ojos

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Lluvia
Cerita PendekRecopilación de historias independientes, y cortas (One Shot) con temática libre, no tienen ningún género definido, y no tienen correlación entre ellas