Una fábula cierta

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Esto si es una historia real, pero la adapte para subirla acá por qué me inspire jaskj, bueno, probablemente esté sea el último capítulo de esta serie, gracias a los que se tomaron el tiempo de leerla y a los que la disfrutaron, me alegro mucho :D

Caballos, un signo de poderío antiguamente, bestias grandes, poderosas y hermosas que acompañan al hombre hace cientos de años, montarlos hace que veamos la naturaleza de otra forma, es como si nos combinaramos con esos animales, en su lomo podemos sentir el trotar de sus cascos, el camino siendo recorrida de manera estruendosa, podemos ver colinas, montañas, bosques, prados, llanuras interminables, que en la epoca de nuestros abuelos no revelaban grandes casas o estructuras, solo tierra llana y amarilla, que se funde con el sol naranja de media tarde, como si hubiera un camino eterno, mi familia ha tenido caballos desde hace cientos de años, los primeros de estos los usábamos siendo indígenas, disparando flechas y piedras a los invasores europeos, luego, con las mezclas de razas nos volvimos mozos de caballeriza, o como carajos se diga, está borroso el libro familiar, nosotros cuidamos los caballos de los gobernantes, encargandonos de la reproducción nativa y de la cruza entre caballos de acá y de allá, buscando caballos que sean longevos y fuertes, pues pensábamos que cada galope que daba uno de nuestros caballos era un latido más en el corazón de nuestra familia, y mientras más corriera un caballo, más viviría nuestra familia, durante la revolución contra los invasores quemamos las caballerizas, tomamos a los caballos y enfundamos machetes y lanzas, nos lanzamos a la batalla con mosquetes y fusiles, y esquivamos balas y cañones de conquistadores, la última batalla que dimos por libertad la peleamos en terreno montañoso, el aire se sentía raro y pesado, somos gente de llano, tierras bajas y calidad con terrenos plano e interminables, no gente de Montes altos y helados, que no permitían en muchos casos las máximas velocidades de nuestros caballos, aún así peleamos como guerreros, 2 de nuestros familiares estuvieron entre los grandes 14, con lanzas filosas y pesadas, que ensartaban a los que se nos oponían, ya libres pensábamos que podríamos gozar de la tierra, pero esta tierra orgullosa estaba maldita, nuestros ancestros lo habían hecho, condenandonos siempre a vivir entre montañas de humo y rios de sangre, la nación creció y se dividió varias veces, perdimos y ganamos otras tantas, habían rencillas entre clases sociales, vecinos y tíos y 2 polos en la tierra, el sur con el norte, este con oeste, centro contra todos, siempre había sangre, un orgullo que nos lastima a y nos hacía fuertes, viviendo condenados en nuestra propia violencia, desperdicia do buenos caballos en el proceso…hace no muy poco, cuando era un niño grande, ví como el mundo también se contagio de nuestra locura, y empezó a matarse entre pueblos y razas, 2 veces estuvieron a punto de acabarse, las 2 veces sobrevivieron a si mismos por las justas, mi padre me contó que fue un conflicto interesante, mientras algunas naciones soñaba  con empezar a estabilizarse, y nosotros empezábamos un nuevo periodo de media paz y violencia, el mundo estaba asustado, ahora habían gigantes que podían acabar con el resto si quisieran, dos gigantes con ideologías totalmente distintas y enfrentadas, según mi padre eso llevaría al fin de mundo.
Efectivamente empezaron los conflictos, un pequeño pais fue el escenario de una guerra cruel, que obligaba a las familias a separarse y dividía literalmente el país en 2, en esos momentos yo no debía tener más de 20 años, todos mis amigos y yo nos la pasábamos trabajando, arreando ganado en la finca de mi abuelo, no éramos muy listos, a veces eramos estupidos e impulsivos, con arranques de ira que nos metían en problemas, busca pleitos y bebedores de alcohol, mientras más mejor, hasta que se hizo un llamado de ayuda, y todo el mundo sintió como despertaba un sentimiento de ayuda hacia otros, y como los jóvenes sentían una necesidad de arriesgar su vida, por su país, por su orgullo, por ellos mismos, o muchas veces lo hacían sin razón, solo pensaban que debía hacerse, yo era uno de estos últimos.
El entrenamiento para entrar en las fuerzas armadas era extenuente y difícil, pero nadie renunciaba, sentíamos una autorrealización increíble mientras progresabamos, sentía os que nuevamente éramos hombres, que nuevamente éramos guerreros, mis amigos y yo? Sentíamos que ahora éramos tan dignos como nuestros ancestros de montar a los caballos de la familia, la hermosa tradición que jamás se perdió de mi pueblo, cazabamos, combatía.od, nos convertíamos en soldados mientras el país aprendía a crear un ejército, eso nos daba libertades y problemas a ambos bandos , aunque nos permitía crecer de manera sana, conforme a nuestros ideales, en las últimas etapas empezábamos a recibir ayuda de uno de los gigantes, el azul que si quería podía comprar todo, o al menos eso decía, mejoramos en todo aspecto y ya éramos verdaderamente soldados, nos dieron 3 días de licencia, y justo cuando estaba por irme a mi casa, mi superior me llamo a su oficina, ahí encontré a nada menos que a mi madre, la que no estaba de acuerdo en que yo fuera, pues nada re iba que ver conmigo ese problema y me quería retener acá, luego de una corta entrevista con ambos, mi madre salió, quedándome solo con mi comandante, ahí el me dio a elegir, si me quedaba o partía luego de mi licencia hacia el extranjero, con probabilidad de morir, ambos nos miramos y solo me ofreció una copa, mientras yo le contestaba
 Le hice un promesa a usted, a mi país, y Dios, yo voy a ir, así tenga que mentirle para ello
 Y usted de verdad cree que pueda mentirle?
Me preguntó viéndome a los ojos, yo solo me tomé la fuerte bebida de un trago, dejando que el sabor ardiente recorriera mi garganta, y se calentará mi espalda, para hacer mi saludo reglamentario y asentir ligeramente, yéndome del lugar.
En el tren camino a casa pensé en lo que te diría que hacer, ideando mi plan con sumo cuidado, pensando en que decirle a mi madre para calmarla por si muero, y para que me perdone cuando vuelva, solo le pedí a Dios que todo funcionará si esto era lo correcto y cerré los ojos.
Durante los 3 días de licencia, pues le dije a mi madre que luego de eso el comandante me dejaría dimitir, estuve trabajando en la finca como había expresado que era mi deseo, de la finca  a la ciudad con la casa de mis padres había 1 hora a caballo, ahí yo me encontraría a mi madre y me “despediria” de mi comandante y compañeros, algunos los cuales previamente dejarían mis cosas en el tren, para luego yo salir hacia la casa de mi madre, luego de llegar de la finca, acompañado de un primo y 3 tíos, llegamos en la escuadrilla de caballos, armados con machetes y revolvers, pues últimamente los bandidos atacaban a los viajeros que se desplazaban sin ser precavidos, llegamos al trote a la estación, viendo a mi madre hablando con mi comandante, agradeciéndole por dejarme dimitir, yo la abrace y bese en la frente, y le hice el saludo al comandante, el cual se subió al tren con el primer silbido, quedaban 3 personas en la estación, el guardia mi madre y yo, la tome de la mano mientras me disponía a montar mi caballo, cuando ví en sus ojos que me había descubierto, y antes que pudiera detenerme solté su mano, para silbar de una manera tal que mi caballo entendiera que debíamos irnos, note que mi tío amarro a su caballo junto al mío para prevenir que hiciera eso, pues su caballo era el to y viejo y nos retrasaría si lo llevaba conmigo, por lo que en un rápido movimiento sacaría el revolver y destrozaría la tranca donde se sujetaban las brisas de los caballos, safando al mío en el proceso y corriendo hacia el, para lanzarme y aterrizar en su montadura, acomodándome en los estribos y arriandolo para que alcanzara al tren lo pronto posible, a los pocos minutos de ese galopar desenfrenado estuvimos a la par con el tren, saltando hacia el último vagón y siendo recibido entre brazos y Vítores de mis paisanos, colocándome el uniforme nuevamente y empezando una fiesta sin parangón entre oficiales y cadetes, pues la realidad es que muchos iríamos a morir, y lo haríamos fuera de nuestra tierra, la que nos vio nacer y en la que reposan nuestros abuelos y bisabuelos, tocamos canciones de amor y despecho, cantamos al son del acordeón y las guitarras, cantamos borrachos, hasta que llegamos 2 días después al puerto más cercano, el que nos llevaría en breve a enfrentar nuestro destino, lo que vivimos en el nuevo mundo fue horrible, doloroso y muy nuevo, no estábamos preparados, pero no íbamos a rendirnos, claro que esa historia no me corresponde contarla…solo a los verdaderos héroes de esas historias, yo? Yo volví a casa como todos, un héroe de otro mundo, en un país que se hundía lenta y pausadamente, mientras cabalgaba hacia la casa de mi madre le compré unas flores…eran unas bellas flores amarillas

Gracias a todos los héroes de esa guerra, perdón por tomarme la libertad de escribir una versión propia de la vida de uno de ustedes, gracias Abuelo, por contarme esa gran historia

LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora