Capítulo 21 "Locura"

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Viernes,
10:11 am

Locura

Mi vista estaba fija sobre el enorme ventanal que me daba una perfecta vista de la ciudad y sus rascacielos imponentes. En una de mis manos sujetaba un vaso de cristal, con Whiskey completamente intacto. Por alguna razón esa mañana no tenia deseos de disfrutar de un trago, mi mente parecía estar en un lugar muy lejano.

—¿Que tal tu rostro?—pregunto Anibal en un tono burlón, detrás de mi escritorio.

Un gruñido fue mi respuesta ante su pregunta irritante.

Pase mis dedos por mi pómulo izquierdo, sintiendo ese ardor molestosos recorrer mi mejilla, causando que hiciera una mueca. Aun podía recordar su pequeña–y no tan frágil–mano impactando mi rostro.

Todo había sucedido de manera tan rápida que no me había dado tiempo a asimilar lo que había sucedido cuando ya ella se encontraba corriendo lejos de mi.

Su acto me había tomado por sorpresa, dejando me descolocado por unos largos segundos.

Ella era una fiera, tal y como me lo habían dicho anteriormente. Una fiera que merecía ser dominada.

Debía admitir que me había sorprendido cuando encontré el cuerpo de uno de mis socios en mi estudio, completamente muerto. También el hecho de que hubiera destrozado uno de los ventanales para poder escapar. Pero lo que más me cautivo fue su hecho de valentía cuando le apunte con el arma y amanece con dispararle y ella sin dudarlo, siguió corriendo sin mirar atrás.

Ella era sin lugar a duda . . . especial.

—"Te odio".

Su voz hizo eco en mi cabeza.

Apreté los labios en una linea fina, sintiendo una rabia indescriptible por sus palabras.

Aun así, no podía evitar admirarla. Era tan condenada mente hermosa, todo su ser era algo que te atraía de una manera u otra. No importaba si su rostro se encontraba herido, si sus ojos estaban rojos de tanto llorar, si alguna parte de su cuerpo sangraba, ella era tan malditamente hermosa, que incluso llegaba a sonar enfermizo de la manera en que comenzaba obsesionarme con ella. Su piel pálida llena de rasguños, su cabellera castaña tan suave, sus ojos marrones y por últimos sus pequeños labios rosados. Todo en ella me atraía y eso me hacia enojar de tal manera que lograba sacarme de quicio. No lograba mirarla como a cualquier otra. En sus ojos se notaba el brillo de la inocencia y yo tenía tantas ganas de corromperla, de hacerla sufrir hasta que nada en ella me resultara atractivo y pudiera desecharla como si fuera nada. Tenía tantas ganas de romperla en miles de pedazos, de mil maneras distintas hasta que no quedara nada de ella. Estaba volviéndome loco y eso era su culpa.

—¿Que piensas hacer con su padre?—pregunto un rato después.

Me gire para mirarlo unos segundos.

—Debo sacarlo del camino, ya a causado muchos estragos con su búsqueda—masculle entre dientes, sintiéndome más enfadado.

—¿Porque simplemente no te deshaces de ella y te evitas tantos problemas?—me pregunta con seriedad.

Porque simplemente no podía. No quería dejarla ir y tampoco pensaba hacerlo. La quería solo para mi. Ella era mía desde el primer momento en que la tomaron para mi y lo seguiría siendo hasta que me cansara. Porque la única manera que conseguirían apartarla de mi, sería ella estando muerta.

Porque ella era mía y sino era mía no  seria de nadie más y punto.

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