Purifier

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3 de febrero de 1898 Africa Oriental Alemana.

El sol del mediodía brillaba en lo alto, ardiente y abrasador, haciendo que el suelo de la sabana se calentara hasta convertirse en un horno. Los rayos solares evaporaban el aire húmedo, creando ondas de calor que ondeaban en la distancia.

La hierba verde y pinchuda de la sabana se agitaba en la brisa ligera del desierto, creando un efecto ondulante de color y textura. Pequeños arbustos espinosos estaban dispersos irregularmente, algunos con flores amarillas pálidas.

Los animales se habían refugiado de la intensa luz solar. Una manada de cebras y antílopes descansaban alrededor de un oasis, las sombras de sus cuerpos permaneciendo absolutamente inmóviles. Un par de rinocerontes negros mascullaban en silencio en el bosquecillo más cercano, sus cuernos brillantes filtrando las sombras.

Notabas el aroma a polvo mineral, a plantas secas y a un sinfín de vida animal. El aire mismo parecía estar caliente al tocarlo. Pocos insectos volaban en el cielo, la mayoría se había ocultado de la canícula abrasadora.

La belleza de la sabana era indómita pero también salvaje. La naturaleza se hacía sentir en todo su esplendor, poderosa y a veces indiferente al bravucón colonizador que se atrevía a caminar por ella. La sensación era la de estar en el centro de algo majestuoso, antiguo y poco perturbado.

Un soldado alemán caminaba con precaución en el suelo ardiente de la sabana, su uniforme ligero de lino le provocaba mucha molestia

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Un soldado alemán caminaba con precaución en el suelo ardiente de la sabana, su uniforme ligero de lino le provocaba mucha molestia. Cargaba un rifle Mauser en su espalda, listo para disparar a cualquier amenaza, animal o humana.

Se sentía inquieto. Había rumores de que las tribus nativas no estaban contentas con la presencia de los colonos alemanes. Esperaba que la magnífica sabana que se extendía ante él pudiera permanecer en calma, al menos por un día más. Sus compañeros estaban aún más lejos, explorando el territorio en busca de recursos valiosos.

Al ver a los rinocerontes negros en el bosquecillo, se puso tenso. Sabía que eran pacíficos pero su tamaño era intimidante. Sus órdenes eran no provocar a ninguna criatura, a menos que fuera absolutamente necesario en defensa propia.

Sus pensamientos volaron de vuelta a su patria, a Alemania. Se preguntó si alguna vez volvería a verla. La colonización de África era peligrosa, pero también emocionante. Estaba decidido a hacer honor a su bandera y completo su deber.

El soldado siguió caminando, cada paso era una batalla contra el calor sofocante y la tensión creciente. La sabana se extendía ante él, hermosa y salvaje, y él sabía que su destino estaba ligado al suyo de ahora en adelante.

El soldado se detuvo y sacó su brújula de su mochila. Consultó el mapa que le habían proporcionado antes de partir y la brújula, tratando de determinar su ubicación exacta y la mejor ruta para continuar.

La sabana se extendía en todas direcciones hasta donde alcanzaba la vista, como un océano de hierba. El calor estaba distorsionando el horizonte y era difícil determinar la dirección correcta. Temía extraviarse y no poder regresar a su campamento.

One-Shots Azur LaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora