OI || Him

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Junichi corre detrás de Kiyoko, que va andando. Tal vez no debería hacerlo, porque tiene la rodilla molida y cualquier tipo de esfuerzo va a hacer que empeore, pero tiene que alcanzar a su hermana a como de lugar. Ella tiene las piernas muy largas, da zancadas y camina rápido; él tiene las piernas cortas, da pasos más bien pequeños y camina sin prisa. Por eso corre.

—¡Yoko, espérame!

Kiyoko pasa de él. Sigue andando, apresurada pero no todo lo rápido que quiere, porque llevan cinco minutos de retraso y sabe que Junichi no debería hacer demasiado esfuerzo. Está segura de que el entrenador Ukai va a echarle bronca, pero se preocupa por la salud de su hermano.

—Vamos tarde, Jun. Si no espabilamos, llegaremos aún más tarde. El entrenador va a matarme, seguro... —Lo último lo dice para ella, dejando escapar sus pensamientos en voz alta. El entrenador da miedo a veces.

Pero a Junichi parece no importarle demasiado, porque no cambia el ritmo. Sigue corriendo, pero a la misma velocidad y con cara de estarlo pasando mal. Muy mal. Pero eso es lo de menos. Junichi sabe que si no se hubiese quedado tanto rato hablando con Tōru y Satoru, no estaría corriendo; en fin, que es su culpa y lo reconoce.

Cuando llegan al gimnasio, un chico castaño y bajito y otro rapado les están esperando. A Kiyoko, no a Junichi, pero a él le hace ilusión creer que también le esperan. Y, por lo visto, no va tan desencaminado porque, cuando su hermana llega a la puerta, ellos no se mueven. Junichi respira agitado, cansado y adolorido de tanto correr, y se presenta como puede.

—Soy... Ay, Cristo bendito... Soy Shimizu Junichi, mucho... gusto.

El rapado mira al bajito, y entonces uno -Junichi no sabe quién, está ocupado intentando respirar- entra al gimnasio y sale con una botella de agua, que él agradece y se la bebe entera. Mucho mejor, piensa el pelinegro.

—¡Shimizu-san!, ¿ha venido el chico que dijiste? —un pelirrojo chilla, emocionado. Junichi se limita a acomodarse el cabello y la boina, y entra ya más calmado. Cojea un poco, pero no es nada que una pastilla de magnesio no pueda arreglar en cinco minutos. Rebusca en el bolso, sacando un bote azul y tomando una de las pastillas en seco. —¿Es él? —Pregunta de nuevo.

—Sí Hinata, sí. —Kiyoko le mira y niega divertida. —Chicos, él es mi hermano, Junichi. Junichi, el equipo de volleyball.

—Encantando, Yoko y yo somos mellizos pero como repetí segundo me quedaré el año que viene. Así hay más tiempo para encontrar a alguien decente.

Kiyoko alza una ceja y le mira de reojo. Como si tu no fueses decente para hacerte cargo del equipo, imbécil. Pero bueno, no hay por qué forzar las situaciones. Si Junichi dice que no es el mejor, entonces no lo es.

¿O sí?

El capitán del equipo cree que sí, porque Kiyoko le contó que Junichi jugaba al volleyball hasta que tuvo el accidente. Alguien que ha jugado puede hacerse cargo de un equipo, eso seguro.

Lo que resta de entrenamiento, Junichi lo pasa aprendiendo el oficio y hablando con el profesor y el entrenador del equipo. Ukai le encarga, de "deberes", que intente encontrar una formación con la que tengan una alta probabilidad de tener los partidos a su favor. Así que examina al milímetro a cada jugador y empieza a dibujar en la libreta que le presta su hermana.

—¡Muy bien, chicos! Antes de acabar el entrenamiento, Shimizu Junichi tiene un par de cosas que comentar.

Junichi se inclina un poco para darle las gracias al entrenador por introducirle, y empieza a hablar.

—Vale, por lo que he visto el alto de gafas tiene mucho potencial. Tal vez deberíamos explotarlo un poco más y pulir un par de cosas para una jugada perfecta contigo, pero está bastante bien. Para el pelirrojo, si no estuvieses tan preocupado por tocar la pelota las jugadas saldrían mucho más limpias. Tengo entendido que eres el señuelo, así que la mayoría de veces te va a tocar rematar a ti; no te presiones tanto, anda.

Sigue hablando un rato, mientras hace unos dibujos en la pizarra y coloca a varios en posiciones bastante arriesgadas. "Tal vez se vea peligroso, pero creo que puede salir muy bien si lo hacemos de la forma correcta", es lo último que dice antes de volver a sentarse. Han habido interrupciones y diálogos interesantes entre ellos, considerando varias cosas, así que todo está bastante claro. Junichi puede ser una muy buena carta para el equipo, y los chicos, el profesor y el entrenador no piensan desperdiciarlo.

Mientras recogen, un Hinata curioso y un Kageyama arrastrado le hacen compañía.

—¿Y por qué no juegas? Parece que se te da muy bien.

—Tuve un accidente en moto y me han operado la rodilla ya dos veces, y en un par de semanas me operarán de nuevo. El médico dice que la tengo echa puré y no puedo hacer esfuerzos. Pero vamos, un par de tornillos y podré volver a caminar como antes.

—¿No puedes caminar?

—No bien. La mayoría del tiempo llevo una muleta, pero hoy no me dolía así que he venido sin nada.

Hinata le mira con curiosidad, sin una pizca de maldad, pero aún así hay algo en su mirada que hace que Junichi se estremezca.

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Justo antes de salir por la puerta, Sugawara se acerca a Junichi y le pregunta si está bien en el club sabiendo que no puede -no debe- jugar. Junichi sonríe apenado; le sabe mal pero es la única forma de seguir en contacto con algo que le gusta tanto. Se despiden con la promesa de comer juntos mañana, porque Sugawara está emocionado por conocer a Junichi, y Junichi cree que Sugawara es la persona más agradable con la que se ha cruzado en toda su vida.

Algo le dice que van a ser muy buenos amigos.

genesis ft. sugawara koushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora