Amor Victoriano

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En la oscuridad de la noche, en medio de una de las calles empedradas de Londres, un joven llamado Edward caminaba con prisa.

Era una noche fría y húmeda, y estaba agradecido por el abrigo que lo envolvía. Estaba en camino a casa después de un largo día de trabajo en la librería. Al pasar por un callejón oscuro, sintió un escalofrío que le recorrió la espalda.

Giró la cabeza y vio a un hombre parado en la oscuridad. Su piel era pálida como la luna, y sus ojos brillaban como el fuego. Edward se detuvo, confundido. El hombre se acercó a él, y el joven sintió un miedo inexplicable.

-¿Necesita ayuda, joven? -preguntó el extraño con una voz suave y melodiosa.

-N-no, gracias -respondió Edward, intentando ocultar su temor.
-¿Por qué no caminamos juntos? La noche es peligrosa -dijo el hombre.

Edward no sabía qué hacer. Por un lado, quería alejarse del extraño, pero por otro lado, sentía una extraña atracción hacia él.

- No quiero causarle problemas -respondió finalmente.

- No es un problema, joven. Sería un placer caminar con usted - dijo el hombre con una sonrisa encantadora.

Edward se sintió abrumado por la presencia del hombre y no supo cómo rechazarlo. Caminaron juntos por las calles, y el extraño le habló sobre la ciudad, la cultura y la historia.

Edward se dio cuenta de que estaba aprendiendo más de lo que jamás había aprendido en los libros de la librería.

– ¿Cuál es su nombre? - preguntó Edward finalmente, decidido a conocer más sobre su compañero nocturno.

–Me llamo Vlad - respondió el hombre.

–Vlad... es un nombre interesante -dijo Edward.

–Es el nombre que me dieron en mi país de origen - dijo Vlad con una sonrisa misteriosa.

A medida que caminaban, Edward comenzó a sentirse cada vez más atraído por Vlad. Había algo en él que lo fascinaba, algo peligroso y emocionante.

Finalmente, llegaron a la casa de Edward, y Vlad le deseó buenas noches. Durante las semanas siguientes, Edward y Vlad se encontraron regularmente en las calles de Londres.

Edward estaba encantado por la presencia del hombre misterioso, pero al mismo tiempo, sabía que había algo extraño en él. Vlad nunca comía, nunca bebía y siempre parecía estar en la misma condición, sin importar el clima.

Edward comenzó a sospechar que Vlad podría no ser humano. Sin embargo, no podía resistir la atracción que sentía hacia él.

Un día, mientras caminaban por el campo, Vlad reveló su secreto a Edward. Él era un vampiro, un ser inmortal que se alimentaba de sangre humana.

Edward estaba asustado, pero al mismo tiempo, fascinado por la confesión de Vlad. 

Había leído suficientes historias de vampiros en su librería para saber lo que eso significaba.

A pesar del miedo inicial de Edward, los sentimientos que tenía hacia Vlad le hicieron que aceptara su condición y decidiera seguir viéndolo.

Vlad prometió no lastimarlo y se aseguró de alimentarse solo de sangre de animales para no poner en peligro a los humanos.

A medida que pasaba el tiempo, Edward se enamoraba cada vez más de Vlad y comenzaron una relación clandestina.

Sin embargo, la sociedad victoriana no era amigable con los seres sobrenaturales, y menos aún con las relaciones entre seres humanos y vampiros. Edward sabía que debía mantener en secreto su relación, por lo que comenzaron a reunirse en la casa de campo de Vlad, donde podían estar solos y libres de miradas curiosas.

Allí, Vlad le enseñó a Edward todo lo que sabía sobre la inmortalidad y los secretos que el mundo vampírico escondía.

Pero la felicidad de la pareja no duró mucho. Una noche, un grupo de cazadores de vampiros irrumpió en la casa de campo de Vlad, decididos a acabar con él.

Edward logró escapar por poco, pero Vlad fue capturado y llevado ante el líder de los cazadores. Edward no sabía qué hacer, se sentía perdido y sin su amor.

Decidió buscar ayuda en la librería donde trabajaba y encontró un libro antiguo que hablaba de un hechizo que podía liberar a un vampiro de su condición.

Desesperado, Edward decidió intentarlo y viajó de regreso a la casa de campo de Vlad, donde lo encontró encarcelado y a punto de ser ejecutado.

Edward logró interrumpir la ejecución y aplicar el hechizo. Vlad sintió cómo su cuerpo temblaba y cómo una luz lo envolvía.

Cuando el hechizo terminó, Edward vio cómo el hombre al que amaba se había transformado en un humano.

Los cazadores de vampiros se sintieron traicionados por Edward y atacaron a la pareja. Sin embargo, esta vez Vlad logró defenderse y salvar a Edward. Juntos, escaparon hacia un lugar seguro, donde pudieron comenzar una nueva vida juntos.

A pesar de la lucha y el peligro, Edward y Vlad se mantuvieron unidos, y su amor solo se fortaleció. Juntos, exploraron el mundo humano y vampírico, aprendiendo a vivir en una nueva realidad en la que podían estar juntos y ser felices.

Los años pasaron y la pareja envejeció juntos, compartiendo sus conocimientos y experiencias, y viviendo una vida llena de amor y aventuras.

Al final, cuando llegó la hora de la muerte, Edward murió en brazos de Vlad, rodeado de amor y paz, sabiendo que había vivido una vida plena y feliz junto al hombre que amaba.

FIN

FIN

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