Capítulo 18: Meltdown

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Hadrian abrió la puerta de golpe y la atravesó, mientras la frustración y la rabia hacían que su magia se agitara y rodara en una masa desenfrenada. Apretó los puños y cerró los ojos con fuerza, conteniendo un grito, consciente de que estaba a punto de perder el control. Ventilar sus emociones era una cosa, pero había aprendido que cualquier pérdida de control emocional sólo agravaba su temperamento, sin conseguir nada.

Pasaron largos minutos mientras se obligaba a respirar; poco a poco, su pulso se ralentizó y su magia se calmó, dejando atrás una dolorosa tristeza. Las lágrimas le escocían en los ojos y un pequeño sollozo se le escapó de la garganta.

Hadrian se sentó en el último escalón y se llevó las palmas de las manos a los ojos, deseando que las lágrimas cesaran. Ni siquiera había una buena razón para su arrebato y pánico. Una pregunta inocente de Trubel había desencadenado un recuerdo de la noche en que murieron su padrino y Remus, una agonizante sucesión de imágenes que lo abrumaban. Dejó caer las manos sobre las rodillas y suspiró. Tendría que disculparse con Trubel cuando volviera a entrar... con todo el mundo, en realidad. La vergüenza y el bochorno por su arrebato lo invadieron.

Hadrian apoyó la cabeza en los brazos cruzados y se la golpeó varias veces. Cuando la agitación aumentó en lugar de calmarse, se agarró la cabeza y se tiró de su larga melena. Incapaz de seguir sentado, se levantó de un salto y empezó a pasearse por el pequeño patio. Entre tirones agitados de su pelo maltratado, se retorcía las manos, anhelando un objetivo sobre el que descargar su agresividad. Sentía que se estaba volviendo loco con el torbellino de emociones e imágenes que no paraban de circular.

Sin que el adolescente lo supiera, su magia estaba respondiendo a su peligroso control y empezó a desenredarse, convirtiéndose de nuevo en furiosos remolinos. Toda la furia y el dolor reprimidos que había estado ignorando se agolparon en su mente.

Desesperado por recuperar el control, Hadrian dejó de caminar y trató de concentrarse en respirar. Al volver en sí lentamente, se dio cuenta de que su padre le agarraba suavemente la cara y le hablaba en tono tranquilizador.

-Hadrian, estás a salvo. Vuelve con nosotros. No estás solo. No vamos a ninguna parte. Todo está bien. Estás a salvo-.

Soltando un estremecedor suspiro la agitación se drenó de sus miembros y mente dejando a su paso un total agotamiento y vergüenza.

-Eso es, Hadrian. Te tengo-. murmuró Nick, moviendo su mano derecha para agarrar la nuca de Hadrian. Dejándose llevar por la mano de su padre por un momento, los ojos verdes del adolescente se clavaron en unos grises llenos de amable comprensión.

Cambiando de postura, se acercó a su padre y se dejó envolver en un fuerte abrazo. Apoyó la frente en el hombro de su padre y agarró con fuerza la espalda de la camisa del hombre. Durante varios minutos permanecieron allí, reconfortados por el amor incondicional que se ofrecían. Finalmente, pudo aflojar el agarre y enderezarse.

-Gracias-. susurró Hadrian, con la voz ronca por las emociones.

Nick agachó la cabeza, encontrándose con los ojos enrojecidos de su hijo -Cuando quieras, Hadrian. Vamos, vamos a conseguirte algo de beber y tal vez de comer. Luego creo que necesitarás descansar un poco. Han sido unos días de locos-.

Hadrian asintió, luego miró hacia abajo antes de murmurar -Sí. Lo han sido. Yo... bueno, debería tomarme un tiempo para meditar y organizar bien los acontecimientos en mi mente-. Dudó -He estado empujando todo hacia abajo y ya no funciona. Perderé el control por completo si no me tomo el tiempo de procesar las cosas-.

Nick asintió lentamente, pensando en todo lo que habían estado aprendiendo sobre el último año de Hadrian -(toda su vida en realidad)- y se sintió culpable por no darse cuenta de cómo Hadrian se estaba presionando a sí mismo. Era importante que le dieran tiempo para adaptarse y procesarlo todo. Tenía que volver pronto al trabajo, pero esperaba que eso no retrasara el progreso de Hadrian. Trubel había accedido a quedarse por ahora y estaba ansiosa por aprender más sobre el mundo original de Hadrian.

Nick suspiró, pensando en lo que había causado la crisis -Entremos. Todos están preocupados... especialmente Trubel-.

El cuello de Hadrian se puso rojo y agachó la cabeza, -Lo siento-.

-Todos tenemos desencadenantes, cosas que nos hacen estallar. Tendremos que ser pacientes mientras aprendemos-.

Hadrian miró rápidamente, -Sí. De acuerdo-.

No era perfecto, pero era suficiente para saber que no estaba solo. Nunca más sería el extraño que miraba hacia adentro. Eso lo era todo.

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