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Fantasy

Fantasía

Resumen: En un mundo donde las criaturas mágicas existen, Armin Arlert y sus mejores amigos Eren y Mikasa se decidieron a buscarlas. Terminando en el bosque de árboles gigantes, donde encuentran lo que estaban buscando, y tal vez un poco más.

Armin Arlert era una especie de explorador. No era del tipo que la mayoría conoce y sabe acerca de lo qué hace, de hecho, probablemente no le importaría incluso si alguien supiera. Ser explorador no era una profesión de donde provenía, para su gente era una forma de que te mataran. Pero para Armin, era una forma de aprender cosas nuevas e ir a lugares nuevos. Era una forma de tener aventuras.

Su niñez había sido bastante tranquila. Él y su familia vivían en una casa en mal estado, pero cómoda, en la bulliciosa ciudad de Shiganshina. Sus padres habían muerto cuando él era pequeño, y su abuelo, que había cuidado de él, se había ido a buscar su fortuna cuando él tenía unos diez años. O había tenido éxito o había muerto, uno de los dos. Armin nunca lo supo. Nadie vino a buscarlo y nunca recibió cartas ni dinero. Después de que se le agotara el dinero dejado, no tuvo más remedio que ir al orfanato, donde conoció a Eren y Mikasa. Se volvieron amigos muy rápido, y Armin les contó todas las historias que había leído sobre la magia y las criaturas que vivían fuera de las murallas de su ciudad.

En realidad, fue Eren quien sugirió por primera vez explorar el mundo juntos. Dijo que deberían abandonar la ciudad tan pronto como tuvieran la edad suficiente para irse del orfanato. Armin pensó que deberían conseguir dinero primero y Mikasa pensó que la idea era estúpida, pero dijo que iría con ellos si alguna vez realmente iban porque de lo contrario los dos terminarían matándose.

Era verano cuando finalmente salieron de la única ciudad que habían conocido sin nada más que ropa y una pequeña bolsa de monedas. Eren les prometió que podría cazar comida para ellos, afortunadamente fue capaz de cumplir esa promesa, de lo contrario habría sido difícil continuar. Armin y Mikasa sabían lo suficiente sobre plantas como para poder proporcionar algo de sustento, pero nada llena un estómago como la carne. Tenían que quedarse los tres juntos para sobrevivir.

Sin embargo, a medida que pasaban las semanas, el trío se dio cuenta de que las cosas geniales y mágicas no iban a ser fáciles de encontrar. Ir a un bosque al azar no significaba que encontrarían elfos y hadas, de la misma manera, ir a una cueva no necesariamente terminaría en una búsqueda de enanos. Tuvieron que investigar un poco antes de encontrar algo de interés. Tuvieron que encontrar un lugar en el que todos estuvieran de acuerdo en que había actividad mágica. A Armin no le importó hacer esa investigación.

Eren y Mikasa eran mucho menos agradables que él, por lo que cada vez que llegaban a un pueblo o ciudad, Armin preguntaba a las personas que vivían allí sobre las leyendas locales que involucraban criaturas mágicas. Fue estúpido y llevó mucho tiempo, él quería darse por vencido y encontrar un lugar donde vivir permanentemente, pero todos habían jurado salir y encontrar algo juntos y él se negó a ser el débil. Además, no estarían haciendo nada de esto si no hubiera sido por sus libros e ideas. Tuvo que pensar en eso hasta el final. Esas criaturas mágicas podrían esconderse donde quisieran, pero algún día las encontrarían.

De hecho, parecía que ese día no estaba tan lejos. Personas de las cuatro ciudades donde pasaron recientemente estuvieron de acuerdo en que un bosque en particular era el hogar de los elfos. El bosque de árboles gigantes. Era un nombre decepcionante, poco creativo teniendo en cuenta que era literalmente un bosque hecho de árboles gigantes, pero, según la historia, era el nombre que los elfos escogieron colectivamente y era su favorito. Decidieron no perder más tiempo preguntando dirigiéndose directamente al bosque.

Era temprano cuando salieron del pequeño campamento que habían hecho. El sol estaba empezando a mirar por el horizonte, bañándolos a todos en su luz dorada.