Un día más en el cual aquel pelinegro dudaba de salir con sus amigos otra vez, a aquel no le sería de mucha ayuda negarse, ya se que siempre terminaban convenciendolo en algunas pocas ocasiones. Estos querían que Iván, fuese con ellos a una reunión gracias al cumpleaños de uno de ellos, este tenía la vagancia por delante pero accedió de todas maneras.
-y a qué hora de se supone que es?
dijo el pelinegro, cruzándose de brazos y volteando un poco los ojos para luego escuchar la emoción de sus 3 amigos al ver que este accedía a la invitación al fin de cuentas.
-es a las 9 y 30, pero puedes venir cuando se te cante
dijo Nicolás, el famoso cumpleañero haciendo reír a David y Alessandro, otros dos mejores amigos de Iván.
-No me hagas cambiar de opinión Nicolás.
Dijo Iván, en forma amenazante dándole una mala cara a Nicolás haciendo que este se callara de inmediato. Después de seguir hablando por unos minutos el pelinegro, los saco de su casa, bien hecho Iván.
-ya cállense.
Dijo Iván empujándolos hacía la entrada mientras estos seguían hablando y riendo.
-no te olvides llegar 5 minutos ant!-
Nicolás no logro terminar la frase, Iván cerró la puerta en su cara para luego soltar una carcajada silenciosa y escuchar a sus amigos hablando cosas por detrás de la puerta.
Después de todo el alboroto, este se metió al monstruo de su closet a hacer una larga revisión de el, buscando que ponerse, siempre era un lío. Y ahí se encontraba Iván, probandose distintas cosas frente al espejo, en cada una de estas sus caras iban empeorando, hasta se echó a llorar. Pero después de todo consiguió algo que le convenció, lo odiaba realmente. Conjugaba una camisa blanca junto a unos pantalones jeans algo pegados de color negro, decorando este 'grandioso' estilo con sus converses negras, eran infaltantes. Este se miro 20 minutos al espejo tratando de encontrar alguna falla, pero claramente era imposible. Se echó un poco de perfume y un que otro anillo. Eran las 8:54, este ni bien vio la hora salió casi cayéndose de la casa, que puntual.
A la hora de llegar, este pago el taxi y subió el ascensor, ya que este era transparente logro ver todo el lugar, había una cierta cantidad de personas rodeando el local, mientras que el cumpleañero conversaba entre ellos, una vez el ascensor llegó a su punto, Iván no quería ser tan ruidoso y pasar en incógnito. Mala decisión. A la hora de que las puertas se abrieran, el pelinegro todo despistado chocó con uno de los meseros haciendo caer los platos de comida al suelo, que suerte.
-Perdoneme!, yo no-
Fue interrumpido por el mesero, disculpándose mutuamente para que todos voltearan a verlo, haciendo que Nicolás fuera y arreglaran el caso.
-tenes meseros?!
dijo Iván, expresando la frase en un tono chistoso y haciendo que Nicolás riera
-Es alquilado estúpido
Dijo y estos rieron al mismo tiempo. Pasaron las horas y todo se había vuelto un caos, la música había empezado a sonar y algunos estaban pasados de copas, Iván se encontraba sentando en una de las mesas centrales que adornaban el lugar, con el celular encima de su pierna y sus manos recostandose en sus mejillas, observando todo el lugar hasta ver su llamada de atención. Una chica de vestido violeta, pegado arriba de sus rodillas y haciendo que este color resalte sus curvas. Iván no padecía de estar vivo, se quedó paralizado al ver que esta se acercaba a ellos y no sabía que decir.
-Ella quien es Nico?
pregunto Iván, hacía Nico haciendo que este lo mirara con sorpresa y entusiasmo.
-El famoso Iván Buhaje preguntando por una chica?!
dijo en forma burlona, haciendo reír a David y Alessandro mientras que Iván volteaba los ojos
-Ja ja que gracioso eres Nico, deberías ser comediante.
Dijo Iván frunciendo el ceño
-Ya, era broma. Se llama Megan, si no mal recuerdo es amiga de unos colegas míos. ¿Acaso la vas a conquistar?
dijo Nicolás, dando información y descansando a Iván al mismo tiempo.
—Ya cállate.
dijo volteando los ojos para seguir recibiendo diversas bromas de Nicolás y sus amigos de lo que quedaba la noche. Aunque eso se esfumó cuando sacaron a bailar a aquellos tres amigos, dejando completamente solo a Iván, en esa mesa de 5 personas que no estaban más. Este aprovechaba cada segundo para seguir contemplando a lo lejos a aquella chica de vestido violeta, que bailaba con una sonrisa en el rostro y una mano posada en su cabello revoltoso mientras dejaba escapar una risa junto a sus amigas. Por alguna extraña razón aquella castaña llamaba la atención de Iván. Este se tomo casi 2 canciones en pensar si debería invitarla a bailar, o tal vez hablarle, y después de una larga discusión consigo mismo, decidió ir.
La multitud en el centro era demasiada, a la hora de cruzar por ahí notabas diferentes personas. Pero Iván solo se centraba en ese punto fijo que era ella. A la hora de llegar hizo unos movimientos que daban pena, pero para el eso era bailar disimuladamente. Estuvo así por un rato hasta que decidió acercarse.
—hola!
dijo, con la voz alta y los oídos tapados debido al sonido fuerte de la música.
Aquella chica volteo y lo noto de inmediato, dedicándole una sonrisa y mirándolo con ojos brillantes y pasando un mechón por detrás de su oreja.
—hola!!
dijo, devolviéndole el saludo soltando una risita.
—¡¿Cómo te llamas?!
Dijo Iván, con el nerviosismo por delante y siguiendo con ese movimiento penoso
pero feliz por poder hablar con ella.—¡Me llamo Megan!
Dijo la chica, con una sonrisa aún en ese rostro
—¡Genial, Me llamo Iván!
Dije, dejando una sonrisa con dientes
—¡Ven, escapemos de aquí!
Dijo ella finalmente, llevándome de la mano hacia afuera de toda la multitud, alejándonos completamente para acercarnos a la azotea del lugar, que al mirar abajo podías ver los pisos que habíamos subido.
—el ruido me mataba
dijo ella riendo, contagiando esa risa en mi mientras que ambos apoyabamos nuestras manos en el barandal de la azotea.
—Eres muy linda, Megan.
dije, finalizando la risa para quedarme viéndole, atentamente a los ojos dejando mi nerviosismo atrás, había tirado la onda, y esta vez sin ayuda de mis amigos.
—Tu también Iván, tu también.
Dijo prestando atención a mis ojos, por un momento pude sentir esa conexión que me haría querer quedarme ahí por un millón de años, mirándola y apreciando su belleza, me gustaría conocerla mucho más.
Aquella castaña y el pálido se la pasaron hablando toda la noche, de sus gustos y por su rara obsesión con ese juego de cubitos, aquel que ambos amaban por alguna extraña razón, que hacía al pálido querer conocerla más que unas horas atrás. Nicolás pudo observarlos a lo lejos y eso no impidió las bromas y millones de preguntas que le cayeron al día siguiente de visita en su casa. Ambos se habían agendado y habían quedado en conocerse mucho más.
"Ambos Estaban Encantados De Conocerse"