❝ 𝘴𝘶𝘦𝘯̃𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘮𝘪𝘨𝘰 𝘢 𝘭𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘢 𝘥𝘦
𝘶𝘯 𝙖𝙧𝙗𝙤𝙡 𝙙𝙚 𝙙𝙞𝙣𝙚𝙧𝙤 ❞
después de volver a casa de rehabilitación, cj hernandez es arrojado a un mundo de riqueza, mentiras y poder con una presencia anónima online esperando para...
OJOS abiertos como el papel esmerilado. CJ no sabe de dónde viene la luz, pero le quema las córneas. Parpadea. La visión es borrosa. Los recuerdos de la noche anterior están aún más desenfocados.
CJ gime al sentir un dolor sordo en todo el cuerpo, que le llega hasta los huesos. ¿Qué pasó? Se pregunta sombríamente dentro de su confusa cabeza. Intenta incorporarse, pero la gravedad lo tira de nuevo al suelo. Pequeñas rocas se clavan en su columna.
Espera, ¿rocas?
CJ sólo consigue mover la cabeza. Sus ojos gritan ante la luz dura mientras observa lo que le rodea. El cielo está sobre él, gris y nublado. Rocas afiladas se clavan en la piel de su espalda. Un viento fresco le mueve el pelo revuelto. Se da cuenta de que es un techo. Cristian está en un techo.
Hay alguien a su lado, puede sentir su calor corporal. ¿Marley? Cristian gira la cabeza para ver el pelo liso. No es Marley. Si no es ella, ¿quién es? Su pelo oscuro huele a lavanda. No la reconoce en absoluto, aunque está de espaldas a él. No puede ver la cara de esta chica misteriosa.
Algo le corroe. CJ usa sus débiles brazos para empujarse sobre los codos, la grava le perfora los codos. Le duele todo. Tiene la cabeza como si se la hubieran metido un millón de veces. CJ siente como si él también lo hubiera hecho.
Nunca jamás volveré a beber, se jura a sí mismo. Una mentira que se ha dicho más veces de las que puede contar con este traumatismo craneal inducido por el alcohol.
Suena un teléfono. Un destello de fuegos artificiales estalla dentro de su cráneo, sacudiéndole el cerebro. CJ palpa a ciegas el suelo a su alrededor hasta que sus dedos rozan el teléfono que vibra. Lo agarra y entrecierra los ojos en la pantalla. Le llama su madre.
Su madre. Obie y la fiesta. El ardor del ron Malibú. CJ empieza a recordar. Besó a Obie. ¿Por qué demonios lo besó? Mira a la extraña que duerme profundamente a su lado... no es una extraña, es Ayla. Durmieron juntos. Fumó un poco, bebió mucho.
Algo lo sigue carcomiendo.
Sus ojos se abren de par en par,—¡Mierda!—
La reunión de NA.
Cristian mira la hora. Casi las nueve. Llega tarde. Su puro pánico es suficiente para darle la energía para saltar a sus pies. Ante el repentino alboroto, Ayla empieza a despertarse.
—¿Qué haces?—Pregunta aturdida, frotándose los ojos.
—Se me hace tarde para algo—.Balbucea mientras se pone los pantalones. Todo su cuerpo tiembla mientras lucha por abrocharse los vaqueros.
