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"Bien" describía perfectamente la situación, pero se mantuvo en ese estado sólo por un tiempo. Durante semanas su acuerdo resultó bien. Tras encontrar un apartamento para Moonbyul para cuando esta no sintiera que podía manejar a su hogar seguramente, pusieron su plan en acción.

En las noches en las que byul se decidía a quedarse en la ciudad, Yongsun (si podía) preparaba algo de comida, tomaba un viaje algo largo en autobús y luego otro en taxi sólo para darle a Moonbyul su cena. Siempre se aseguraba de que su comida supiera bien y que fuera algo que su esposa estuviera probablemente deseando, para lo cual había desarrollado un sexto sentido luego de haber estado casadas por casi dos años.

Moonbyul intentaba ir a su hogar durante los fines de semana como habían acordado, pero el cansancio la devoraba para el fin de la semana y no le permitía sentirse lo suficientemente bien como para hacerlo. Así que, tras muchos intentos de los cuales pocos salieron bien, Yongsun le sonrió y le dijo que estaba bien que se quedara en la ciudad y que no necesitaba presionarse para volver a casa. 

Al principio Moonbyul se negaba a aceptar ese gesto amable de su parte, pero al final comenzó a quedarse los fines de semana en la ciudad. E incluso cuando se suponía que el apartamento fuera usado para aquellos momentos difíciles en los que no podía regresar a su hogar, Moonbyul comenzó a usarlo frecuentemente cada semana hasta que hubieron pasado meses desde la última vez que había puesto un pie en la propiedad que había adquirido para ambas. De alguna forma, su pequeño refugio estaba nublándose en su memoria, siendo reemplazado por la función práctica que el apartamento de una habitación tenía para ofrecer: conveniencia.

En cuanto a Yongsun, comenzó a frecuentar el apartamento menos y menos debido a la fecha límite impuesta para su primer libro. Se tomaba el tiempo e intentaba contactarse con Moonbyul por teléfono o videollamada cuando podía pero, como todo lo demás, esos momentos se redujeron en número también. Cuando la pelinegra estaba trabajando en la oficina, Yongsun estaba durmiendo después de haber escrito y planeado hasta el amanecer, cuando finalmente colapsaba en su cama, sola.

Y, en aquellas raras ocasiones cuando Yongsun tenía la suerte de su lado al llamar a su esposa, sus conversaciones eran siempre breves y genéricas. Con el tiempo se volvieron sosas, con todas esas preguntas casuales y usuales como "¿Cómo has estado?" y "¿Has comido?". Las llamadas siempre eran breves por el simple hecho de que ambas sabían que la otra necesitaba ir a dormir o a descansar.

Una noche, mientras Yongsun estaba recostada sola en su cama sin nada que mirar más que a la luna llena brillando a través de su ventana y las suaves ondulaciones de las cortinas, pensó sobre su decisión. Caviló sobre lo que estaba pasando. Sentía una ruptura entre ellas. La distancia no era un factor agradable, pero tampoco era algo imposible de superar. El hecho de que raramente se vieran en persona no era algo tan grave. Para ella, era más. La distancia no importaba porque, incluso si estuvieran viviendo bajo el mismo techo, la situación no habría cambiado. Ambas estarían demasiado ocupadas como para verse. Sería la misma situación bajo distintas circunstancias.

En la universidad, Yongsun se interesaba por los distintos idiomas. Algo que a menudo le hacía a Moonbyul, era dejarle mensajes en lenguas extranjeras que sabía que su novia, siempre pendiente de los negocios, no tendría idea de cómo leer. Para ella, esa era la parte divertida: ver a la menor trabajar para descifrar su mensaje.

Yongsun siempre se aseguraba de que sus mensajes fueran simples pero significativos. A menudo eran simplemente notas de "Te amo". Moonbyul, a pesar de lucir y actuar fría, siempre le escribía atrás esas palabras, pero en coreano, el lenguaje que ambas compartían.

Una de las cosas que Yongsun adquirió en sus muchos días siguiendo a Moonbyul por la biblioteca fue su interés por el código binario. Mientras moonbyul se sentaba y leía pilas y pilas de libros de referencias para un futuro examen de alguna de sus clases, Yongsun miraba por sobre los hombros de otros estudiantes, observándolos como usualmente hacía, era más una observadora que una hacedora. No fue hasta que vio el libro de un estudiante que su interés fue captado por la cantidad de unos y ceros en la página.

10080 | moonsun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora