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Julieta duerme mucho en clase últimamente

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Julieta duerme mucho en clase últimamente. La veo escribir apurada y en seguida, recargarse entre sus regordetes y suaves brazos para dormir, ¿le pasará algo? ¿Estará enferma? ¿Algo la tiene preocupada?

¿Qué es de tu vida, Julieta? ¿Cómo es?

Será de cuerpo grande, y muchos podrán decir que grotesco a sus ojos, pero a mí me parece frágil. Tan indefensa cómo mi otro yo, tan ridículamente excluida por todos que me duele ignorarla porque sentiría que soy igual al chico bravucón que tanto deseo olvidar.

Intente ser su amigo. No funcionó. Es demasiado reservada que no entiendo que es lo que piensa o porque actúa como lo hace.

Aquel día en que la ví por la ventana a punto de saltar a su segura muerte me dio miedo. Ese podría estar siendo yo si no hubiera tenido la dicha de transferirme de un cuerpo a otro.

Julieta no era obesa como yo. Era robusta, de estómago grande, caderas anchas, piernas gruesas y busto prominente que sobre salía de su estómago, no era muy alta, y eso la hacía verse aún más rechoncha. Todo eso me ponía a pensar, si ella sufría tanto por ser como era, ¿cómo me estaría yendo a mí sí Danielito se hubiera presentado en lugar de Daniel el primer día de clases?

Desde la cornisa, con solo una cortina cubriendo su humanidad, me pareció una figura de cristal tan fina que bien sabía que se haría añicos si daba contra el suelo.

¿Cómo es que nunca la note antes?

Nadie merece una muerte tan humillante. No, más bien, nadie merece ese trato.

Corrí a salvarla, tenía que hacerlo o nunca me perdonaría por ser igual a los que desviaban la mirada cuando me maltrataban.

Ella me ubico entre la multitud que se había juntado desde el patio escolar y ví un pequeño atino de esperanza brillar en ella.

Julieta tembló en mis brazos y se oculto en mi mirada. Parecía un cachorro que acababa de escapar de la muerte y ahora veía a su salvador.

Sus ojos me mostraron algo que me partió el corazón. Supe que era el primero en mucho tiempo en mostrarle compasión y humanidad.

Desgraciadas.

Pensé acerca de esas chicas mientras la llevaba a los baños.

Frágil.

Se me cruzó en la cabeza cuando la vi tremendamente avergonzada delante mío al salir de los baños ya arreglada para agradecerme.

Ella sabía que había quedado demasiada expuesta ante mí, y eso me parecía encantador. Ninguna mujer se me había mostrado así, y eso me produjo algo en el estómago: como un leve revoltijo agradable que me hizo cosquillas y haciéndome anhelar intentar de nuevo que Jeon se mostrará así solo conmigo. Cómo si su actitud demostrara que estaba a mi merced.

❝Losing My Religion❞  [ Daniel Park; Lookism ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora