||Capítulo 2||

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Me ajusto la corbata y me miro en el espejo

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Me ajusto la corbata y me miro en el espejo.

Nunca imagine que el día de mi boda sería así, de hecho, nunca me vi casándome. No creía en el matrimonio, me parecía algo absurdo el ligar tu vida a la de alguien por siempre. Pero ahora yo quería a alguien a mí de por vida.

¿Era cruel? Sí.

¿Me importaba el daño que le estaba causando a Hanna? Sí, pero mi retorcida mente no encontraba otra manera de tenerla.

Un toque en la puerta me hace apartar la mirada del espejo.

—¿Sí? —pregunto.

Abren la puerta y Heinrich abre la puerta. Era mi hermano adoptivo.

—Hanna acaba de llegar —hace una mueca—, no se ve muy feliz.

Ignoro la pequeña molestia en mi pecho, ¿Qué demonios esperaba? ¿Qué caminara por el altar con una sonrisa radiante? Por supuesto que no, para ella, el enemigo y el cruel aquí era yo, pero esperaba que en el futuro su forma de verme cambiara. 

—Está bien. No puedo culparla —me acerco a la puerta y salgo—. ¿Lo tienes?

Saca una cajita negra de su bolsillo. Adentro estaba el anillo de compromiso que no había tenido oportunidad de darle.

—Ten —abro la caja y lo observo, lo había mandado hacer para ella y muy dentro de mí, esperaba que le gustara.

La argolla era de oro y sobre ella descansaba un diamante rosa.

—Gracias, Rich —palmeo su hombro—. ¿Papá ya llegó?

—Aún no, sabes cómo es él, odia los eventos públicos —asiento dándole la razón, era muy paranoico con respecto a que descubrieran su identidad.

—¿Ilsa? —pregunto. Era su novia, estaban juntos desde la universidad, el problema era que sus mundos eran muy diferentes y eso tendía a crear problemas entre ellos.

Ya había perdido la cuenta de todas las veces que me había llamado en la madrugada borracho diciendo su nombre una y otra vez.

—Está aquí, pero sigue ignorándome —palmeo su hombro nuevamente y le sonrío.

—Ve el lado bueno, si estuviera furiosa contigo no estaría aquí.

—Puede que tengas razón —le doy un último apretón en el brazo y comienzo a caminar. Cuando estoy en mitad de las escaleras grita—: ¿Estás seguro de esto, Dom?

Lo miro unos segundos en silencio y asiento.

—Nunca he estado tan seguro de algo.

Y era verdad.

Desde que vi a Hanna supe que haría cualquier cosa por ella, entre ellas, protegerla con mi vida de ser necesario. El matrimonio era una razón para tenerla bajo mi cuidado y así cuando todo colapsara, estuviera a salvo.

Eterna Condena © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora