||Capítulo 18||

2.5K 167 15
                                    

Observo la reacción de Hanna cuando se encuentra con la mirada de Ida; hace dos horas ella salió del apartamento que le asigné y se dirigió a la casa de Isaak Klein

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Observo la reacción de Hanna cuando se encuentra con la mirada de Ida; hace dos horas ella salió del apartamento que le asigné y se dirigió a la casa de Isaak Klein. Uno de mis hombres la siguió como le ordené en un principio, pude haberla detenido cuando me informó dónde se encontraba la señorita Müller, pero necesitaba saber en qué bando estaba; en el de Hanna o en el de su padre.

Para este punto solo habían dos explicaciones para lo que estaba sucediendo; a) Ida siempre estuvo haciendo de chivo expiatorio para Bernardo e Issak y b) Estaba del brazo de Isaak toda sonriente porque tenía un plan.

La segunda opción era probable si tenía en cuenta que su madre, Sara Müller, había pretendido lo mismo al involucrarse con Bernardo tras la muerte de su mejor amiga, Hella Klein, la madre de Hanna.

Solo que para desgracia de la señora Müller la descubrieron antes de que pudiera hacer el primer movimiento y la mataron. Existía la posibilidad que Müller supiera exactamente cómo murió su madre y que solo quisiera vengarla a ella y a Hanna por todo lo que le habían hecho, pero también había la posibilidad de que no supiera nada y que solo le hubieran lavado el cerebro para que se pusiera en contra de Hanna.

—¿Estás bien? —pregunto sabiendo que ahora mismo solo quería gritarle y exigirle una explicación.

Casi podía ver los engranajes de su cabeza trabajando a toda máquina para comprender lo que estaba sucediendo. Yo podría averiguarlo con tan solo unos minutos en mi laptop, pero esta noche tenía otras prioridades, y eran cuidar de Hanna y que Rich entrara a Inferma sin que Bernardo lo estropeara.

Hanna asiente sin dejar de mirar a Ida, podía sentir la mirada de los demás sobre nosotros, expectantes a lo que sucedería a continuación y como si mi esposa leyera mis pensamientos se recompone poniendo una hermosa, aunque muy falsa, sonrisa en el rostro. Hace una pequeña reverencia a los invitados y comienza a caminar tirando ligeramente de mí, dirigiéndose a Bernardo.

—Si la quieres muerta, solo dilo —susurro sin borrar la sonrisa de mi rostro.

Flanquea solo unos segundos en su andar, pero niega sin dudarlo dos veces.

Cada músculo de mi cuerpo se tensa cuando desengancha su brazo del mío y se acerca a Bernardo para abrazarlo. Había pasado horas explorando y aprendiendo el cuerpo de Hanna, por lo que pude notar el momento exacto en que se tensó. Era consciente de que ahora mismo lo único que quería era correr y alejarse de él, pero por ahora, no podía huir, aunque a mí me hubiera encantado huir con ella por unos días y disfrutarla.

Sonrío cuando me encuentro con la mirada de mi cuñado, los moretones en su rostro casi habían desaparecido, pero el recuerdo de mi puño rompiendo su nariz era refrescante. Había sido toda una sorpresa encontrarlo liderando el grupo de hombres que su padre había enviado a recuperar el Golden Gate, debía reconocer que sabía luchar, pero en cuanto vio que no podía conmigo me apuntó con un arma, lo que debía decir que no me sorprendió, los cobardes siempre serían cobardes.

Eterna Condena © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora