04.

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Pedri era un chico extraño.

Gavi lo había deducido. Parecía que le odiaba y ahora ahí estaba a su lado viendo una película por que el le había pedido que se quedara.
El había hecho de todo para caerle bien, para tan siquiera tener una conversación larga, pero no pasaban de más, Pedri se hacía el difícil y Gavi no acababa de entender por que.

Nunca le había tratado mal, ni había dicho algo que pudiera hacerlo enojar porque no le daba la oportunidad de hablar con el, ni siquiera le había visto alguna vez con esa mirada de asco que siempre tenía. Nunca le había tratado como a los demás integrantes del equipo, nunca, y simplemente no podía entender que había echo mal.

La vez que fue presentado como un nuevo integrante del primer equipo, Pedri había sido el único que se había presentado personalmente, quizás por que a él le había pasado lo mismo cuando entró, ya que el también había entrado a una edad muy joven y podía entender el sentimiento. Y eso le hacía sentirse aún más confundido, luego del primer partido que jugó Gavi en el primer equipo, Pedri se volvió difícil de tratar, pero solo era así con el, con lo demás siempre reía.

El día que tuvo que pedirle que lo llevara a casa estaba muy nervioso, de todas las personas en el equipo, él sería a la última persona a la que recurría, pero es que no le había quedado otra opción, le agradeció tanto al universo cuando Pedri no se negó.

La lesión de Pedri le había preocupado, no eran amigos pero si compañeros de equipo, y si eso podía afectar al equipo pues trataría de ayudarle.

Ya había amanecido, unos rayos de sol se colaban por la ventana dándole en la cara, había dormido en la habitación de Pedri que este le había ofrecido, al principio se negó pero el canario fue tan insistente que aceptó.

Gavi tenía una cosa clarísima: Pedri era muy raro.

Era temprano, quizá si se daba prisa podría salir sin que el canario lo viera, pero para su sorpresa Pedri ya estaba despierto haciendo el desayuno.

—Buenos días, ¿Has dormido bien? —pregunto Pedri desde la cocina con una sonrisa.

—¿Que haces aquí? —preguntó sorprendido.

—Es mi casa tonto —de nuevo el canario tuvo que morderse la sonrisa antes las palabras graciosas que decía.

—Ah —de pronto el menor se dio cuenta de lo estupida que fue su pregunta —Si, ¿tu?

—Bueno, extrañe mi cama —se encogió de hombros.

—No te preocupes, no se repetirá —si por el fuera ni siquiera estaría ahí, ya se sentía muy humillado desde que le pidió que le llevara y ahora más de dormir en su casa.

—Claro. Anda come, te llevaré al entrenamiento

—¿Llevarme? Puedo irme solo

—No, te llevare, iré para allá también

—¿Porque? —quizá no era de su incumbencia, pero Gavi era muy chismoso.

—Regresare a los entrenamientos

—¿Con nosotros? —el menor hablo con más emoción de lo que esperaba, Pedri solo soltó una risa.

—No, quisiera, iré a ver al fisio y todo eso

—Aah ya veo —Pedri pudo notar un poco de decepción en la voz del sevillano.

—Anda, come ya

Ver al fisio no era algo que le emocionara a Pedri, quería una recuperación rápida, pero podía darle buenas o malas noticias, esperaba que ocurriera un milagro y este le dijiera que ya podría jugar sin problema alguno.

Pero no, no hubo noticias milagrosas, Pedri debía de seguir con sus 50 días de descanso, incluso aunque tuviera un avance, Xavi no estaba dispuesto a perderlo otra vez.

—Pedri, ¿que tal? —Ansu le había tomado del hombro para que se girara hacia el.

—Hola —a pesar de estar sin ánimos le dio una sonrisa —Bien, ¿que tal el entrenamiento?

—Bueno, algo pesado. ¿No te dio lata el niño?

—¿El niño? —Pedri supuso que Gavi le contó que se había quedado en su casa, pero le sorprendió cómo se refería a el.

—Si Gavi, es un miedoso

—Aah no —ahora Pedri entendía por que no se quería quedar en su casa —Bueno, te dejo para que te bañes por que ya apestas

—Callate, anda

Pedri ya iba saliendo del estacionamiento cuando vio al sevillano hablando por teléfono, casi peleando, se detuvo enfrente de el —¿Todo bien?

—De maravilla —quizá Gavi no tenía la intención pero había sonado sarcástico.

—¿Seguro? —Pedri noto aquello, definitivamente nada estaba de maravilla

—¡Enserio!

El canario pudo escuchar como del teléfono salía una voz masculina "Perdón Pablo, no puedo recogerte, toma un taxi" —Te puedo llevar

—No, pediré el taxi

—Vamos Gavi —le dijo irónico —¿Ya viste el cielo?, parece que se va a caer, vas acabar to' mojado

—Esta bien

Después de aquello Pedri se dio cuenta que Gavi vivía a solo 20 minutos de su casa, algo de lo que no se había percatado la vez pasada por estar tan perdido en su cabeza.

—Oye —le detuvo del brazo antes de que bajara —Sabes que mi casa esta cerca ¿verdad?

—¿Ajá? —Gavi no entendía a donde quería llegar.

—Puedo llevarte y también traerte cuando no tengas quien

—Ah...si, gracias —de nuevo, Pedri era un chico muy extraño. Parecía odiarle y ahora le decía que podía ser su chofer cuando el quisiese ¿que mosco le picó?

—Entonces mañana paso por ti

—Claro, gracias

—Nos vemos —y se fue con una sonrisa dejando a un Gavi muy confundido.

Pedri por un lado no estaba muy feliz, quería regresar ya a entrenar, los pies le daban cosquillas cuando entraba al campo, pero no podía, le tocaba ver desde la sala de fisio como todos se divertían mientras entrenaban. Había pasado tan lento el tiempo y apenas era su primer día, su primer mísero puto día de un largo descanso. Se hartaría de aquello en cualquier momento.

Pero, por el otro lado, estaba satisfecho, claro, aún tenía un poco de bronca con Gavi, por que el podía entrenar y el no, el podía jugar y el no. "No es su culpa", Pedri tenía que repetírselo una y otra vez. Su satisfacción se debía a que había podido ser bueno con Pablo, aunque bueno, probablemente lo hacía para no sentirse culpable por sus pensamientos hacia el.

Todos merecen una oportunidad ¿cierto?

Hungry for LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora