De un salto se teletransportaron hasta el estudio de su padre. Lo hizo justo antes de que ese mundo se comenzara a desvanecer. Al caer Sofía sintió el seco golpe en su espalda aterrizando en el piso de madera. Miró a su lado y vió que Alessandro estaba muy herido, con ampollas y quemaduras en los brazos. Sus ojos se llenaron de miedo, era una clara muestra de la culpa que le producía saber que había sido ella la responsable de aquel daño.
-¡Alessandro!, ¿dime qué hago?, ¿cómo te ayudo?. - Sofía no podía resistir por mucho tiempo las lágrimas que comenzaban a acumularse en sus ojos.
Alessandro a pesar del dolor le trató de sonreír, para no preocuparla más.
-Baja las escaleras, seguro encontrarás a mi padre.-Sofía obedeció al instante, no quiso preguntar más, sólo quería ayudar. Bajó corriendo muy fuerte, Máximo al sentir el ruido se levantó exaltado de su sillón del living, donde estaba leyendo el periódico. Al ver a Sofía supo inmediatamente quién era, pero dejó que le hablara.
-Alessandro... el....en el segundo piso- lo miró con sus mejillas humedecidas- yo...
Máximo voló por las escaleras. Sofía no lo quiso seguir, no podía hablar, estaba tiritando, y aún producía mucha electricidad. Se sentó en uno de los sillones grandes de aquella habitación y trató de calmarse. No se dio cuenta que estaba destrozando aquel mueble.
Máximo murmuró un conjuro y pasó su mano sobre las heridas de Alessandro. Las quemaduras sanaban rápidamente bajo sus dedos. Como si quisiera evitar preguntas, Alessandro explicó a Máximo todo lo ocurrido. Mientras escuchaba, su padre mantenía un rostro impasible, al contrario del muchacho quien al contar los detalles del incidente, lo hacía con un tono en su voz que reflejaban gran sorpresa y espanto.
- Listo- Le indicó su padre.
Alessandro se levantó, miró desesperado cada rincón de la habitación y descubrió que Sofía no se encontraba.
- ¿Dónde está?- se inquietó aún más
- Decidió esperar a que yo te auxiliara.
- Debe estar...
- No te preocupes hijo, iremos juntos y le abriremos los ojos a su nueva realidad.
- Me dejas bajar solo primero- el padre asintió.
Alessandro respiró profundo y salió de la habitación en busca de la muchacha. Bajó las escaleras lentamente tratando de ir ordenando sus ideas. Cuando llegó al último escalón, la buscó con la mirada. Estaba tiritando, ya no brillaba, ni quedaba rastro de su feroz campo de energía. Excepto por el daño que había dejado en el sillón. Ella se percató de su presencia y se levantó al instante corriendo hacia él. Lo abrazó de la cintura muy fuerte y no pudo aguantar sus lágrimas.
-Discúlpame por el daño que te ocasioné...- Alessandro la interrumpió, le tomo la cara con ambas manos.
-Calma- le susurro casi tocando sus labios con los de él- No me has hecho nada que no se pueda sanar. Esto es culpa mía, yo sabía lo que estaba pasando, pero no te advertí. - se recuperó en silenció, ya que se sentía horrible- Temí que te podía perder, si algo te llegara a pasar...- Sofía se aferró más fuerte a él, no sabía bien lo que ocurría, pero lo único de lo que estaba segura, era que se sentía a salvo en esos brazos.
El padre de Alessandro se encontraba a unos pasos, pero no interrumpió. Dando espacio a que el resto se materializara en el lugar, menos Carlos que se había quedado para trasladar a las chicas. Máximo esperó a que todos llegaran, incluso su esposa.
- Hola Sofía- le extendió la mano- Estoy encantado de conocerte.- Sofía soltó al muchacho y le devolvió el gesto a Máximo.
- Creo que debemos tener una pequeña charla.
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Sofía La Mestiza. El primer encuentro
FantasySofía estaba ilusionada con sus primeras vacaciones en el balneario de Quillón, esperaba si quiera por unos días, alejarse de su monótona rutina. Pero jamás imaginó que durante este viaje conocería una nueva realidad, inundada de engaños y secretos...