Capítulo 11

6 2 3
                                    

Había demasiado silencio mientras Sofía caminaba sin rumbo por la quinta. Los árboles le observaban en su deambular lento y deprimido. Tuvo que detener su recorrido, ya que chocó suavemente con alguien. Una voz ronca la increpó.

- ¿De verdad?- Marco la miraba como siempre hastiado- te encanta colisionar con la gente.

- Disculpa, es que estaba...

- No quiero saber- le movió la mano en negación- la verdad vengo a buscar cerezas para mi madre. Va a preparar un rico Kuchen en honor a Laura.

-¿Laura?, ella es...

- Si muy bonita- no era precisamente lo que iba a decir Sofía, pero no le interrumpió- Pero si conocieras su carácter, es bastante mandona, a veces es mejor mantenerse lejos- Marco parecía más malhumorado que de costumbre- Te lo digo yo que he convivido con ella, tiene unos días horribles. -Ambos sonrieron cómplices

- ¿Te ayudo con las cerezas?

- Podría ser, ya que he notado que puedo hacer cosas cuando estás presente que no me resultan normalmente - suspiró y prosiguió bajando la voz- aunque me podrían regañar- meditó la situación unos momentos- tendré que probar mi hipótesis otro día - curvó los labios.

- ¿A qué te refieres?, sabes que estás balbuceando cosas raras, ¿cierto?

- Me vas a ayudar o vas a parlotear todo el rato, ya que no tengo tiempo- Habían compartido bastante estos días, pero aún no se acostumbraba a su pesadez.

- Está bien, yo me subo en el árbol y tú las recibes.

Desde las alturas, Sofía podía distinguir el terreno del vecino, ese que se extendía hasta los límites de la parcela. Notó algo extraño frente a sus ojos, un pájaro gigantesco se encontraba posado sobre una piedra. Sus alas eran negras como la tinta y tenía una marca roja entre los ojos y el pico.

El ave ladeó la cabeza en su dirección, parecía como si la estuviese observando descaradamente y sus ojos eran tan intensos que parecieron atrapar su alma. Un graznido retumbó con fuerza, por lo que Sofía pareció despertar de un trance. Se tambaleó y por unos segundos pensó que caería, pero se aferró firme a una rama y con cuidado logró llegar al suelo sin lastimarse.

-¿Te asustan las alturas?- Sofía ignoró los dichos de Marco y trató de escalar nuevamente, pero como si un susurro del viento hubiese emitido un sonido escuchó:- Al soltarse de las ramas cumplirán su misión, agradecido de su sacrificio dejarse caer sin restricción.

En esos instantes comenzó una lluvia de cerezas. Sofía gritó impresionada y se tuvo que cubrir con los brazos la cabeza para no recibir los golpes de la fruta que caía al suelo. Las aves que estaban en los árboles cercanos volaron asustadas. Luego la calma se apoderó nuevamente del lugar. Sofía al mirar a Marco, notó por primera vez una sonrisa de felicidad máxima que se formó en su rostro, de hecho parecía sorprendido con la vista fija en la canasta que había traído, ya que estaba llena de cerezas y quedaban varias más en el suelo.

-¿Qué rayos fue eso?- El muchacho se encogió de hombros y se dio la vuelta para retirarse.

- Espera- lo detuvo con una mano.

- Ya terminamos- la miró sin poder disimular su disfrute.

-¿Y las que quedan en el piso?

-Te las regalo- le sonrío burlón.

- No tengo canasto- Sofía miró al suelo haciendo puchero, tratando de imaginar cómo llevarse toda la fruta que quedaba.

- Aquí tienes- le estiró la mano con una cesta igual a la que él llevaba - ¿Algo más?.

Sofía La Mestiza. El primer encuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora