Body Positivity Week VI: Noches de belleza

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El diablillo repartidor resopló al llegar al segundo piso tras subir la estrecha escalera del destartalado edificio lleno de agujeros en las paredes, balanceando la caja grande de pizza, la cajita de helado y un paquete de rollitos de pan de ajo recién horneados. En otro momento abriría la caja para robarse algunos pedacitos de ingredientes de pizza o uno de los rollitos, tal y como había hecho en otras entregas, pero decidió no tentar su suerte: Había escuchado historias de que la pareja de ese apartamento, por muy educados y amigables que habían sonado cuando llamaron a hacer el pedido, le había rebanado el cuero cabelludo a un repartidor de un restaurante rival por haberles robado media rebanada en sus caras... Aunque bueno, ese otro repartidor había sido un idiota por hacerlo así de forma tan obvia, pero prefería evitar alguna provocación.

Se detuvo frente a la puerta 207 y tocó el timbre, que sonó como el tañido de un órgano para su extrañeza, pero se encogió de hombros.

― ¡Entrega de pizza, helado y rollitos de parte de El "Vómito de Vitelio (1)"! ¡Si no hay paga, el repartidor se come el 40% del pedido!―recitó el repartidor con tono aburrido, mirando su teléfono con una mano mientras sostenía la gran bolsa de papel con la otra. Oyó el chirrido de la puerta abrirse, haciéndole alzar la vista... Y luego se cagó de risa ante lo que vió ante él.

El diablillo frente a él frunció el ceño detrás de la capa de gruesa crema color verde y blanca que cubría su rostro por completo, como si fuera un intento de disfraz de Frankenstein. Y si eso no era motivo de risa para el repartidor, los enormes rulos de metal en su cabello entrelazados con trozos de papel aluminio envolviendo varios de sus mechones probablemente si lo eran. Por no hablar de la bata esponjosa color azul envolviendo la enorme camiseta promocional del Fantasma de la Ópera, pantalones grises de chándal y pantuflas rosas.

Moxxie solo rodó los ojos ante las risas espasmódicas y el flash del teléfono en su cara que le siguió, sacando del bolsillo su billetera con un suspiro.― ¿...Ya acabaste?

―Claro, claro, antes de subir esta buena foto para mi Voxtagram y...―El repartidor enmudeció cuando su teléfono fue arrebatado por la cola del pequeño diablillo, antes de que pudiera reaccionar. Y antes de que intentara recuperarlo de forma violenta, tragó saliva ante la vista de una .44 Magnum apuntándole en la cara, salida de quién sabe dónde y una velocidad endemoniada.―. ¡O-Oye...!

Sin dejar de apuntarle con el arma, Moxxie manipulaba algo de su teléfono.―Espera un momento, solo me quiero asegurar que no hay fotos mías aquí junto a...―Frunció el ceño y le miró, arqueando una ceja.―. ¿...Fotos de pies con crema batida, maniquíes y selfies tuyas usando pañales y una berenjena envuelta en un condón? ¿En serio?

― ¡No me juzgues, viejo!―exclamó el repartidor, aterrorizado y empezando a sudar a chorros.―. ¡Está bien, está bien, pido perdón por intentar tomarte una foto, pero no reveles nada de eso, por favor!

― ...Bien. Solo porque esta vez trajeron lo que pedimos. Y nada parece manoseado.―repuso Moxxie echando un rápido vistazo a la pizza, viéndose satisfecho. Sonriente, miró al sudoroso diablillo repartidor flacucho y de pelo grasiento.―. Serían 50 almas, ¿verdad? Aquí está. Ten una buena tarde.

― ¿Eh? ¡Ah, sí, sí...!―exclamó el repartidor, agarrando al vuelo un billete fuertemente enrollado.―. ¿Y-Y que hay de la propina del 20 por cient...?

Pero el diablillo de mascarilla verde y rulos ya le había cerrado la puerta con su pie, casi dándole en la cara.

...

― ¡Millie, ya llegó el pedido! ¡Y está vez sí hicieron el pedido tal y como querías! ¡Mitad margarita para mí, mitad salsa BBQ con chicharrón y salchicha para ti!

Wickedly/Murderly Love: M&M CollectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora