Catorce

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ねこ 株式会社

Como ya se le había hecho costumbre, Yeonjun estaba teniendo un hermoso sueño con Soobin, porque para el pequeño minino, no solo en sus días siempre se encontraba al lado del mayor, sino que también en todas sus fantasías y sueños estaba a su lado, siempre de la mano con ese castaño que para él ya era el completo amor de su vida.

Se acurrucó mejor en el gran espacio de la cama, cuando reconoció que algo en esta no andaba bien. ¿Desde cuándo tenía un gran espacio en la
cama? No, hacía falta un bulto a su lado y unos fuertes pero delgados brazos rodeándolo por la cintura.

–¿Bin? – Preguntó casi por inercia, estirándose en su lugar y abriendo lentamente los ojos.

Pero toda pereza quedó extinguida
cuando no solo no encontró al dueño de su corazón a su lado, sino que se vio a sí mismo en un lugar que no conocía, un cuarto con las paredes diferentes, con el piso diferente y esa no era su cama, esa no olía a Soobin.

Se estiró apenas un poco y bajó al suelo, apoyando sus pies con lentitud, mordiendo su labio inferior, desde que no vio a Soobin ya se le había formado un horrible nudo en el estómago, pero aun así tenía la confianza de que lo encontraría pronto, o eso quería creer.

Se acercó a la puerta a pasos lentos,
en silencio, y todo su mundo se acabó cuando al girar la manija, esta no se
abrió, ni para adelante, ni para atrás.

–Bin – Un pequeño susurro escapó de sus labios, ahora llevando ambasmanos a la manija de ese lugar, girándola tanto como se podía, pero
sin ningún éxito.

Sus pequeños ojitos ya se le habían llenado de pequeñas lágrimas, y de hecho no tardaba mucho en llorar, pero no, no debía llorar, él tenía que encontrar a Soobin.

–¡Bin! – Empezó a gritar, sin soltar la perilla y sin dejar de darle vueltas en ningún momento. –¡Bin! ¡Bin!

Mientras, en el primer piso Arin soltaba un suspiro, sentada en su sofá principal, dirigiendo su mirada a la puerta por donde Soobin había salido esa madrugada, y aún no regresaba.

Escuchar los fuertes llantos del minino encerrado en su habitación no estaba ayudando, parecía un pequeño abandonado que no se cansaba de girar la perilla de la puerta, pronunciando el nombre de su mejor amigo una y otra vez.

Escuchar los fuertes llantos del minino encerrado en su habitación no estaba ayudando, parecía un pequeño abandonado que no se cansaba de girar la perilla de la puerta, pronunciando el nombre de su mejor amigo una y otra vez

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–Jimin ¿Ya estás llegando? Dios hermano, necesito tu ayuda de una
maldita vez, no sé qué hacer. –Soobin hablaba por su celular casi gritando,
caminando de lado a lado por su sala, como si incluso pudiera hacer una
zanja sobre su piso, no se detenía, preocupado ya que ya era medio día y aún su mejor amigo no había llegado.

–Tuve unos problemas, pero, uhm, Soobin. -La voz nerviosa de Park hizo que Soobin se detuviera, esperando que él continuara.

–Voy acompañado, y no te he contado esto pero...
–¡Mierda, Jimin! ¡La puta luz roja cambió hace tres horas!
–¡Cierra la maldita boca, Sunoo– Soobin se vio obligado a cerrar el ojo más cercano a su oreja debido al grito de Jimin contra el celular.

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